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Istrati

Un motivo para NO ver la televisión

Istrati

Autor: Golo.

Editorial: Astiberri.

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El escritor rumano de origen griego Panait Istrati nos dejó algunos libros excelentes, como “Kyra Kyralina” o “El tío Anghel”, pero su verdadero legado es su vida, esa forma de entender la existencia como la más fabulosa de las aventuras. “Estoy loco por vivir”, dijo en una ocasión Kerouac. Loco de remate, por la vida y todo cuanto le deparaba, alegrías y penurias, placeres y miserias, estaba un Istrati que consideraba que el mundo entero era su hogar. Viajó sin parar, hizo amistades inverosímiles, pasó hambre y conoció la riqueza, trabajó como un esclavo y disfrutó como un rey. Vivió cada instante como si fuera el último, y convirtió cada día en el escenario perfecto para las más grandes aventuras. De eso trata este cómic largo y jugoso dividido en dos tomos. El primero, que se acaba de publicar, narra las correrías del protagonista de nuestra historia antes de ser escritor. Son 250 páginas de dibujo sencillo y eficaz y guión impecable, repleto de inolvidables diálogos.

“- Griegos, turcos o tártaros no somos más que pobres hombres… Nación es una palabra que se atribuyen dos tipos de personas: los muy astutos y los imbéciles”.

- Entonces ¿No crees en la patria, Kir Nicola?

- Claro que creo, pedaki mu: de noche, cuando trabajo solo, me acuerdo de que aquí soy un sucio libanés. Entonces pienso en las hermosas montañas donde nací y donde pasé una infancia dulce y apacible… Y en esos momentos canto y lloro, pero nunca me entran ganas de degollar a un hombre pensando en mi patria”.

“Istriati” es una ambiciosa novela gráfica de aventuras, protagonizada por un tipo aparentemente desvalido y frágil que siempre siente la necesidad de emprender camino, de hacer nuevos y extraños amigos, de conocer países, idiomas y costumbres. Un Corto Maltés de secano que puede vestir harapos, rascarse los piojos, sablear a los amigos o convertirse en polizón con tal de sentirse libre. Un cómic de largo recorrido, de enorme profundidad e infinitos detalles, con reflexiones memorables, que se lee con la intensidad con que se disfruta un cuento de Maqrol el Gaviero o se envidia una travesía en busca de conocimiento de un Marco Polo anarquista, vividor y parlanchín.

Cuento los días que faltan para la edición del segundo y definitivo tomo con las correrías del gran Panait Istrati, el escritor libre que ignoraba las fronteras y tendió puentes entre Occidente y Oriente. El primero es simplemente impresionante.

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Regresan dos joyas

Un motivo para NO ver la televisión

El silencio de Malka.

Autores: Pellejero y Zentner.

Editorial: Astiberri.

Charlie Moon.

Autores: Trillo y Altuna.

Editorial: Astiberri.

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Estamos ante dos obras clásicas, no siempre fáciles de encontrar, que la hiperactiva editorial Astiberri recupera en sendas ediciones de lujo. Buen papel, excelentes portadas y una gran impresión, tal y como se merecen dos álbumes que son historia en el mundo del cómic: “El silencio de Malka”, una serie de mediados de los años noventa firmada por el guionista argentino Jorge Zentner y el dibujante español Rubén Pellejero, y “Charlie Moon”, firmada a comienzos de los ochenta por dos argentinos, Carlos Trillo y Horacio Altuna.

”No, muchacho, el caballo no me da lástima. Lástima hay que tenerme a mí. El patrón se deshace de todo lo que no le sirve… Un caballo enfermo o un viejo que ya no tenga fuerzas para trabajar… es así chico”.

El blanco y negro de “Charlie Moon” luce de maravilla en un papel de calidad, y soporta el paso del tiempo con el vigor y la frescura de los poemas de Spoon River (Edgar Lee Masters) o las historias de Winesburg Ohio (Sherwood Anderson). Y es que en Charlie, un adolescente que sobrevive en los Estados Unidos de la Gran Depresión, está Tom Sawyer, por supuesto, pero también los personajes creados por Faulker, Saroyan, Steinbeck o Scarborough. La pobreza, la picaresca, la soledad, el racismo y el lirismo del lado oculto del sueño americano. Emocionante.

“Conozco perfectamente su situación, señor Fendel. Se parece mucho a la situación de muchos otros colonos: usted nunca ha trabajado la tierra y la Argentina no es el paraíso que uno pudiera imaginar. La sequía del prime año… La plaga de langostas del año siguiente… La mala calidad de las semillas… Nada de eso es culpa suya. Lo sé, lo sé muy bien. Pero ¿Qué podemos hacer nosotros ante tanta desgracia?”.

“El silencio de Malka” nos lleva al sur de América, a la Argentina de finales del siglo XIX que acogió a muchos de los judíos que escaparon de los pogromos que tuvieron lugar en Rusia. No llegaron a la tierra prometida. Se encontraron con una naturaleza salvaje, en ocasiones tuvieron que cultivar tierras yermas. Condenados a la miseria y el hambre, familias enteras vivíeron tan al límite de sus fuerzas como para confiar en la ayuda de manos mágicas: el Gólem, un ser mudo surgido de la arcilla que colaboraba en el trabajo de la tierra. Todo se complicó cuando el amor recurrió a la brujería y convirtió al silencioso hombre de barro en un monstruo sangriento. Innovadora en su momento, sigue resultando original décadas después de ser presentado. Fascinante.

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Royal City

Un motivo para NO ver la televisión

Royal City.

Autor: Jeff Lemire.

Editorial: Astiberri.

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Buenas noticias: regresa Jeff Lemire. El dibujante canadiense aterrizó en España con “Essex County”, una trilogía de novelas gráficas ambientadas en la vida rural del pueblo donde nació. Personajes inolvidables, espacios abiertos, situaciones límite y detalles fantásticos en tres cómics inolvidables. Por eso es una excelente noticia la llegada de “Royal City”, en este caso una historia de carácter urbano y a todo color que, afortunadamente, recupera la intensidad y la emoción de su primera obra.

Lemire sigue apostando por crear personajes únicos, por llevarlos al límite sin que pierdan la dignidad, arrastrándolos a escenas extrañas en las que vivir situaciones complicadas. “Royal City” habla de las vidas de los miembros de una familia que sobrevive en una ciudad en crisis: acumulan miserias, sufren derrota tras derrota y gestionan de manera sorprendente sus pérdidas. Tommy, el hijo menor, se les aparece de manera obsesiva. A todos, desde al padre moribundo y la madre avinagrada hasta a los hijos, fracasados de diferentes formas.

“¿Cuándo se es demasiado mayor para empezar de nuevo? ¿En qué momento toda la mierda que he hecho me lastra tanto que ya no puedo seguir adelante? Estoy en el punto en el que he dejado de pensar en quién puedo ser y he empezado a comprender que esto es lo que soy. Reconócelo. No soy nada. Soy solo un fraude. Un farsante”.

“Royal City” es la historia de una población en ruinas que alimenta los fantasmas que arrinconan a una familia contra las cuerdas. Intensa y tierna en ocasiones, conmovedora y triste siempre. Bienvenido de nuevo Jeff Lemire.

“Puede que todos los pueblos sean así. Tal vez todas las familias lo sean. No lo sé. Solo sé que estoy deseando salir de este sitio. A veces me pregunto qué pasaría si me fuera de verdad. Me imagino huyendo o algo peor. ¿Se daría cuenta alguien de que ya no estoy aquí?”.

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La cantina de medianoche

 Un motivo para NO ver la televisión

La cantina de medianoche.

Autor: Yaro Abe.

Editorial: Astiberri.

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Estamos ante un plato exquisito, uno de esos bocados delicados que hacen las delicias de los paladares más exigentes. A veces sutiles, en ocasiones sorprendentes, siempre deliciosas, estas historias de una pequeña taberna de Tokyo saciarán el hambre de manga de los más grandes devoradores de cómics. Los protagonistas son personajes de diferentes pelajes, siempre entrañables, que establecen contacto emocional con otros comensales solitarios mientras aplacan su hambre con un plato de sashimi, unas ostras rebozadas o una paparda a la parrilla.

“La mejor manera de soportar el calor del verano: coges un pepino encurtido en salvado de arroz, le pasas agua y te lo comes tal cual con una cerveza”

Oficinistas, boxeadores, stripers, policías, ex marinos, actores porno, cantantes… Corazones solitarios en busca de algo de comida y un poco de conversación. Y por qué no, de amor. La cantina de medianoche es un lugar perfecto para noctámbulos hambrientos: abre de doce de la noche a siete de la madrugada, el dueño es buen cocinero y mejor oyente, y la carta no tiene frivolidades (solo hay caldo de pollo… y si se puede hacer lo que el cliente pide, pues se hace).

“Es un cliente que ha empezado a venir últimamente. Siempre toma dos platos de ensalada de patata. El anillo en el meñique izquierdo, el lunar del cuello… ¡Tiene que ser Erecto Oki!

- Disculpe… ¿Es usted Erecto Oki?

Erecto Oki es un actor porno muy popular. En su época dorada rodaba cuatrocientas películas al año.

- ¡Que fuerte! Anoche le ví en una peli… ¡Señor Oki, déjeme ser su discípulo!”.

“La cantina de medianoche” recuerda en algunos momentos a “El gourmet solitario”, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi, otro excelente retrato sociológico y gastronómico de ese Japón fascinante en sus fogones. Pero tiene vida propia: “La cantina…” descubre platos que despiertan el apetito, pero sobre todo muestra la necesidad de compañía del ser humano. Cada capítulo presenta una situación original, un plato delicioso… y unos protagonistas que buscan conversación y amistad. Normal que Netflix haya creado con este delicioso cómic una serie para televisión (“Midnight Diner: Tokyo Stories”).

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