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Bertín y Toñete

Entrevistar puede parecer algo sencillo, pero no lo es. Entrevistar, bien, es muy difícil. Se trata de un género periodístico clásico que consiste no sólo en saber preguntar, sino en saber escuchar, en analizar y comprender, en leer gestos y miradas. Entrevistar no es, como piensan algunos, acorralar, intimidar o arrancar un titular. Entrevistar no es demostrar nada, es descubrir. “Actualmente los periodistas no buscan información, sino pruebas de villanía”, dijo en una ocasión Michael Crichton. Entrevistar es buscar información, ver las cosas desde el punto de vista del entrevistado, entender cómo piensa. Viene siendo así desde hace muchos años. La primera entrevista de que tenemos constancia es aquella en la que, allá por 1859, el líder mormón Brigham Young se confesó en el New York Tribune. ¿Grandes entrevistadores a lo largo de la historia? Rudyard Kipling recogió una charla con Mark Twain para su libro “From sea to sea”. Robert van Gelder entrevistaría a Stefan Zweig para The New York Times Book Review en 1940. Terry Coleman hizo lo propio con Margaret Thatcher en 1971 en The Guardian. Y no olvidemos la interesantísima conversación entre Rosa Montero e Indira Gandhi publicada en su día por El País.

La prueba de que entrevistar no es sencillo la tenemos en la televisión pública. Concretamente en el programa “En tu casa o en la mía” (TVE), presentado por Bertín Osborne. La pareja artística de Arévalo interroga el día del estreno a Pablo Alborán, un cantante insípido que no tiene nada que decir, y aprovecha para convertirse en protagonista. El defecto de tantos periodistas actuales, el protagonismo, es el mal habitual en entrevistadores mediocres.

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Salvo excepciones como Iñaki Gabilondo o Pepa Bueno, pocos entrevistadores de calidad en televisión, un medio en el que predominan los fuegos artificiales. Manda el show, el periodismo espectáculo, la búsqueda del titular explosivo. En los quioscos tampoco queda papel para conversaciones largas: piensan que con un test es suficiente para conocer a alguien en profundidad. Error. Solo en Jot Down pueden encontrarse entrevistas en profundidad, jugosas, para leer sin prisa.

Por todo esto resulta sorprendente encontrarse en las librerías con “Palabras sabias a oídos sordos” (Roca Editorial). Cinco entrevistas a otros tantos famosos televisivos: Iñaki Gabilondo, El Gran Wyoming, Antonio García Ferreras, Jordi Évole y Ana Pastor. La novedad no está en los personajes, conocidos por todos, promocionados hasta el exceso por el monstruo televisivo, sino en el tratamiento fresco y descarado con que el autor enfoca las entrevistas. Antonio Contreras, Toñete, tiene 20 años, estudia Comunicación Audiovisual, y le gustan los videojuegos, la televisión y las redes sociales. Es alto, desgarbado, interesante y sordo. Tiene mucho sentido del humor. Con la ayuda de Teresa Peyrí, fotógrafa en funciones de editora, Toñete ha escrito un libro que es toda una demostración de fuerza, de superación y de carácter. Toñete apaga la tele, se para a pensar y hace preguntas. Periodismo.

Los seguidores de los cinco famosos disfrutarán con la información recogida, con las respuestas ingeniosas, con el desparpajo de Toñete, con la amabilidad de unas entrevistas interesantes sin malicia alguna. Pero no se confundan, el auténtico protagonista del libro es Toñete. Un tipo que se tira al barro, se enfrenta a sus problemas y comienza a contar cosas. Está on fire. El próximo libro, con menos famosos y más toñete, será tremendo.

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Hoy…

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Un motivo para NO ver la televisión

Horace Sprott

CD: Ain’t This a Mean World.

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Este disco es un lamento. Bluesman de Alabama nacido en 1890, hijo de esclavos, cantante, guitarrista y armónica, Horace Sprott interpretó canciones de trabajo, espirituales y canciones de esclavos. Blues primitivos. Lamentos arrastrados, en ocasiones a pelo, sin instrumentación. Pasó hambre y frío. Estuvo en la cárcel. Trabajó en el campo y actuó en tugurios. En 1954 un estudioso de la música folk llamado Frederic Ramsey le grabó algunas sesiones, editadas con cierto éxito por la prestigiosa  Smithsonian Folkways Recordings. Y ahí terminó todo. Sprott murió en los años 90. En el pasado mes de febrero se editó este disco, 100 copias en casete, con doce canciones desgarradoras.