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Querido papá…

Estamos en casa y acabamos de ver un vídeo. No es nuevo, es posible que usted lo haya visto hace tiempo. Como millones de personas. Para algunos resulta emocionante. Para otros cursi. A mí me resulta inquietante, a mi pareja le entristece, y mi hija de 14 años se ha quedado con la boca abierta. Lo he visto justo después de escribir el “Motivo para NO ver la televisión” de hoy, el texto que se encuentra en la parte inferior del post. Comento un libro en el que un boxeador habla de la relación amor-odio con su madre, y cuenta el desprecio, la insensibilidad y la violencia con que ha tratado a cientos (no exagero) de mujeres. He visto el vídeo mientras releo “Pimp. Memorias de un chulo”, la nueva edición de Capitán Swing con la descarnada biografía de Robert Beck, más conocido como Iceberg Slim, un proxeneta de Chicago que consumía tres gramos de cocaína al día y tenía “una cuadra” de putas, a las que trataba con una desconsideración y una crueldad repugnantes. Y quizá por eso, el vídeo me ha revuelto las tripas…

Los comentarios que acompañan el vídeo en Facebook también resultan escalofriantes. “Estoy asta la polla de los videos , comentarios, opinones y todo tipo d cosas a favor d la mujer y en su defensa”. “La culpa es de cuatro feminazis, si no habeis sabido elegir bien no culpeis al resto de los hombres”. “Si realmente hubieras sido bien criada no estaría tan borracha en una fiesta”. “Si las mujeres son violadas es por que se ponen ellas mismas en situaciones que no deberían estar”.

Tremendo. No olvidemos que vivimos en un país donde el pasado año al menos 57 mujeres fueron asesinadas por los hombres con los que tenían o habían mantenido una relación de pareja. Más crímenes por violencia de género que el año anterior. Un país en el que se escuchan cosas como éstas… El expresidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, Castelao Bragaño: “Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”. Miguel Arias Cañete a Elena Valenciano“El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado porque si haces un abuso de superioridad intelectual, o lo que sea, parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa”. El alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva (PP): “Tú piensa que entras en un ascensor y hay una chica con ganas de buscarte las vueltas. Se mete contigo en el ascensor, se arranca el sujetador o la falda y sale dando gritos de que la has intentado agredir. Por lo tanto, ojo con ese tema, que tiene doble lectura. De ida y de vuelta”. El diputado de UPyD Toni Cantó: “La mayor parte de las denuncias por violencia de género son falsas”.

Ayer sin ir más lejos supimos que la Comunidad de Madrid ha abierto un expediente disciplinario a un otorrino del hospital público La Princesa tras ser denunciado por su conducta machista y falta de respeto con las profesionales mujeres del servicio de otorrinolaringología“Te voy a meter la polla por el culo hasta sacarte los ojos de las órbitas”, le dijo a una MIR. La médica residente ha tenido que aguantar que el médico le dijera que le “habían regalado una muñeca hinchable con su cara”.

Un problema de educación, sin duda. Y algo más.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Toda la verdad

Autor: Mike Tyson.

Editorial: Duomo.

9788416261413

Mike Tyson fue el boxeador más joven en conseguir el campeonato mundial de los pesos pesados. Tenía 20 años, la cabeza llena de sueños de gloria y la memoria repleta de miseria y violencia: “Desde mi punto de vista, yo no tenía semejantes. Era el campeón de los pesos pesados más joven de la historia. Era un titán, la reencarnación de Alejandro Magno. Mi estilo era impetuoso: mi defensa, inexpugnable; rebosaba ferocidad. Resultaba increíble cómo la mezcla de una baja autoestima y un ego gigantesco pueden provocarte delirios de grandeza”. Hasta ese momento era un superviviente, a partir de entonces un suicida. Instaló un jacuzzi en su limusina, bebió y se drogó, entrenó duro y se dejó ir, se acostó con cientos de mujeres, dilapidó millones de dólares, fue condenado por violación… Una vida con todos los ingredientes de un thriller, que va mucho más allá del boxeo y habla de la miseria y la resurrección, del éxito y la caída, de los abusos y la avaricia, de la pobreza y la redención. La sobrecogedora autobiografía de un hombre condenado a luchar contra sus sombras.

El libro comienza con un joven Tyson que reconoce estar “aterrorizado de la familia con la que compartía techo”. Un barrio duro, unos amigos complicados, una niñez sórdida… “Era un niño regordete, muy tímido, tanto que parecía afeminado, y ceceaba al hablar. Los niños acostumbraban a llamarme Pequeño Mariquita… También me llamaban Apestoso o Cabrón apestoso porque en aquellos tiempos no sabía nada sobre higiene”. Con diez años robaba, estaba fichado, recibía palizas y tomaba Thoradine para su supuesta hiperactividad. Fue precisamente en su segunda residencia, el centro de detención juvenil de Spoffords, en el Bronx, donde pudo ver “The Greatest”, la película sobre la vida de Muhamamd Ali. Al terminar, Ali subió al escenario y habló a los chicos. “No parecía de este planeta”, recuerda Tyson. “Pensé: yo quiero ser ese tipo. Nos dedicó una charla muy inspiradora. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo con mi vida, pero lo que sí sabía es que quería ser como él”.

Su primer combate profesional tuvo lugar el 6 de marzo de 1985 en Albany. Unos pocos años y muchos puñetazos después era campeón del mundo: “No me lo puedo creer tío. Esto es jodidamente irreal. Campeón del mundo a los veinte. Soy un crío, un jodido crío”, dijo tras vencer a Trevor Berbick por K.O. en el segundo asalto. A partir de ahí se sucedieron los éxitos deportivos… y sociales: “Mis días de abstinencia eran historia. Era un extremista en todo cuanto hacía. Una vez empecé a acostarme con mujeres, las compuertas se abrieron de par en par. Bajas, altas, sofisticadas, feas, de la alta sociedad, de la calle, mi criterio era flexible”.

Tyson cuenta cómo solía ponerse el cinturón de campeón del mundo para mantener relaciones sexuales. Era tiempos de celebraciones, de juerga y descontrol, de excesos: “Fui el primero en comprar Rolls-Royce y Ferraris. ¿Qué otro negro los compraba legalmente en 1985? Y no hablamos sólo de uno. Poseía flotas enteras. Las estrellas emergentes del hip hop organizaban fiestas después de mis combates. Ni siquiera sabían lo que era un Bentley. Pensaban que era un coche de viejos…. Me consta que fui el primero en tener fax en el coche y poder decir: Así que tienes el contrato. Bien, estamos en el coche. Envíamelo por fax… Compraba artículos de joyería por valor de dos y tres millones de dólares. A una amiga le regalé una joya de más de un millón de dólares”.

El campeón del mundo pierde el norte. Igual se acuesta con Naomi Campbell que pone su carrera en manos de un depredador como Don King. Aunque no siempre iba sobrado de confianza, cada día se muestra más arrogante: “Estúpido negrata ignorante. ¿No sabes que soy un dios? Deberías estar de rodillas chupándome la polla en señal de agradecimiento por darte la oportunidad de luchar contra mí”, dijo a uno de sus rivales en la rueda de prensa previa al combate.

“Toda la verdad” es la historia de un campeón y de una derrota. Tyson es acusado de violación. “Tu polla se ha metido en problemas. Ahora me necesitas… Podríamos pagar a esa zorra”, le aconsejó Don King después de que la noticia apareciese en la primera página de todos los periódicos. Cuando entró en la cárcel, Tyson era una mole de 123 kilos de peso. En seis meses perdió 25 kilos: “Pasé de ser un pequeño gorila a cincelar un adonis”, dice el boxeador que comenzó a estudiar el Islam entre rejas.

Una autobiografía brutal, contada con todos los detalles, que desnuda a un tipo duro y violento que se sintió demasiadas veces solo y estafado. “Detesto mi vida y siento que no merezco nada”, reconoce en este libro un campeón derrotado por el éxito. Emocionante y estremecedor.