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La Semana Bosé

La pesadilla comenzó el domingo 2 de noviembre, cuando Juan Cruz entrevistó a Miguel Bosé en la contraportada de El País. Me pareció la clásica entrevista promocional, Bosé pone a la venta nuevo disco, con respuestas insípidas para preguntas ingenuas. Lo habitual en periódicos sumidos en crisis de identidad, de criterio, de periodismo. No podía sospechar que se trataba del principio del fin, de la debacle, del acabose. Es decir, del comienzo de un fenómeno mediático espeluznante al que llamaremos “La Semana Bosé”.

A partir de ese domingo, hace ocho días, la presencia de Miguel Bosé en los medios de comunicación se convirtió en una pesadilla. Mañana, tarde y noche sus ojillos pintados de Halloween, su gesto altivo y su repetitivo discurso inundaron radios, televisiones, periódicos y redes con un tsunami de mediocridad. Y no solo hablo del nivel artístico, también del periodístico e incluso del promocional: ¿No resulta contraproducente saturar los medios con la presencia de un artista? ¿No crea en el consumidor algún tipo de rechazo, de alergia, de repelús? ¿Deberían los medios seguir los intereses de las discográficas con tanta docilidad?

Peor hubiera sido que hubiese interpretado alguna de las canciones de su nuevo disco, qué duda cabe. El responsable de exquisiteces como “Don Diablo” o “Linda”  se ha limitado a pasear el palmito. A responder a preguntas estúpidas. A proclamarse no ya indignado, sino hasta cantautor comprometido: el disco incluye la canción “Sí, se puede”, con una letra que hará vibrar al mismísimo Pablo Iglésias. “Y te cagas en todo / te frustras en vano / y te preguntas en qué momento todo esto se te fue de las manos”, canta un Bosé que con semejante preciosidad se coloca a la altura de Paco Ibáñez, LLuis Llach o el mismísimo Victor Jara.

Bosé se ha sometido con docilidad a las gracietas de espacios como “El Hormiguero” o “Los viernes al show”. Esta semana ha estado en todos los lugares, en todos los platós, en cualquier escenario. Desde “Hoy por hoy” (Cadena SER) hasta el programa de actualidad política “La Sexta noche” (La Sexta), pasando por campañas de donación de juguetes, firmas de discos en grandes almacenes, galas contra el SIDA… ¿Y todo eso pa´que? se preguntará el lector inconformista: Pues todo eso pa esto…

¿Juegos de Tronos en versión low cost? No, el último video clip de un Bosé que, como dirían en “El Intermedio”, se repite más que un kebab. Y lo hace con la complicidad de unos medios de comunicación que no dudan en seguir el juego promocional de las multinacionales de la música. Y del libro. Y del cine. Y…

Y es que Wert no es el único culpable de la debacle cultural que padece este país.

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Puestos a escuchar a imitadores de David Bowie, me quedo con el comandante Chris Hadfield y su versión de Space Oddity grabada en el espacio, a bordo de la International Space Station. El Duque ha dado el visto bueno para que se cuelgue de nuevo en Youtube

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El proceso de participación en Cataluña. Mariano, ¿Ves como al final no ha sido para tanto? (Unas fotos, para que lo entiendas).

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Un motivo para NO ver la televisión

Lost on the River: The New Basement Tapes.

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Estamos ante un proyecto discográfico de gran envergadura: Elvis Costello, Rhiannon Giddens de Carolina Chocolate Drops, Taylor Goldsmith de los Dawes, Jim James de My Morning Jacket y Marcus de Mumford and Sons se han reunido para grabar, con T Bone Burnett como productor, un disco especial, único, irrepetible. ¿La razón? Los temas que interpretan están basados en letras de canciones que Bob Dylan descartó en 1967, periodo en el que trabajaba en sus famosas Basement Tapes.

Dylan enseñó a su colega Burnett la caja con las letras. Y el productor puso en marcha un curioso proceso de trabajo, que consistió en elegir los músicos que pensaba eran adecuados para el proyecto, enviarles las letras y dejarles trabajar en ellas. Cuando se reunieron, grabaron 40 canciones, de las que se han seleccionado 20 para este disco.

Un álbum complicado, denso, sin estribillos, por momentos hipnótico, que se puede considerar de autor: Dylan pone las letras, T Bone Burnett la actitud y el sonido, y Costello y compañía el talento. Un disco de largo recorrido.