“Depende ¿de qué depende? / de según como se mire, todo depende”. Jarabe de Palo.

Es duro. Me refiero a ver cómo Mariano Rajoy Sobredo, el padre del presidente del Gobierno, vive en La Moncloa y recibe asistencia y acompañamiento día y noche a cargo de dos personas contratadas por Presidencia. Y lo es porque el Estado ha recortado entre 2012 y 2014 la friolera de 1.400 millones de euros en el sistema de dependencia. Y porque 421.000 personas siguen esperando las prestaciones a las que tienen derecho, a pesar de que ya han sido valorados como beneficiarios. Duro de cojones.

“Hay compañeros míos que se avergüenzan de ser del PP”, dijo el ministro Montoro antes incluso de conocer la situación del padre del presidente del Gobierno. El responsable de Hacienda ha sorprendido a todos con una reflexión que se instala en la línea de flotación de un partido, el suyo, el PP, que apesta. No entiendo la sorpresa. Sí me produciría extrañeza, e incluso estupefacción, saber que hay compañeros de Montoro que están orgullosos de pertenecer al PP. El partido de Bárcenas y Granados, de Rato e Ignacio González, de la Gürtel y la Púnica, de los sobres y la caja B, de la austeridad y los recortes. El partido que lidera un hombre que ha puesto a disposición de su padre un servicio sanitario de alto nivel a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Dependencia caviar.

“Animo a los medios de comunicación a que expliquen las cosas, hay que dar la cara”, aseguró Montoro a la prensa hace solo unas horas. Estaba reivindicando su trabajo, pero la frase es tan intensa, tan emotiva, que va más allá de los dudosos presupuestos. ¿Qué pasaría con los populares si los medios de comunicación hicieran realmente su trabajo y “explicasen” las cosas? Que todos los informativos y periódicos abrirían hoy con el padre de Rajoy.

P.D.

El PP instala un grifo de cerveza en el Congreso para que sus diputados celebren la legislatura.

Un motivo para NO ver la televisión

The Bottle Rockets

Cd: South Broadway Athletic Club.

Estamos ante una de mis bandas favoritas, responsable de dos primeros discos absolutamente memorables: Bottle Rockets (1993) y Brooklyn Side (1995). Han pasado dos décadas y el cuarteto de Festus, Missouri, llega a la docena de álbumes con un trabajo que está a la altura de aquellas dos joyas. South Broadway Athletic Club es un disco de canciones, de guitarras y de una voz, la de Brian Henneman, en plenitud. No hay mucho más que decir: un disco de rock and roll roots que no defraudará a los seguidores de géneros como Americana o Alt-Country. Brillante.