El periodismo que me interesa, no sé si el único periodismo que merece la pena, es el que se hace a contrapelo. El periodismo de lucha. El periodismo a la contra. Contra gobiernos, contra el poder, contra el dinero… El periodismo de los solitarios, de los marginados, de los que pierden. Jimmy Breslin, periodista deportivo del New York Journal-American allá por 1962, odiaba el periodismo en manada: “Si un puñado de periodistas se dirigía fervientemente hacia una dirección, él tomaba el camino opuesto en busca de la única y verdadera crónica”, escribe Marc Weingarten en su imprescindible “La banda que escribía torcido”  (Libros del KO).

Le cuento todo esto después de ver a Rafa Nadal en las portadas de todos los diarios, en la apertura de todos los informativos, en las emisoras de radio. La Razón y ABC aprovecharon para convertir al de Manacor en bandera del orgullo patrio: “El esfuerzo de España”, titulaba el primero; “La emoción de la mejor España”, rezaba el segundo. “Me vais a dejar que me acuerde, un minuto nada más, de David Ferrer”, dijo Pepa Bueno en la cadena SER. Un minuto nada más. “Vaya esto por los segundones que tienen un tapón generacional”, sentenció, a modo de homenaje. Los tertulianos que la acompañaban, periodistas de postín, se limitaban a decir obviedades de Nadal, de su carácter ganador, de su capacidad de sufrimiento, que transmite autocontrol, estabilidad emocional y valores positivos. La Marca España.  Representa, dijeron, lo mejor de nosotros. “Es una persona decente, que paga sus impuestos en nuestro país”, aseguró la tertuliana. “Es un placer la naturalidad con que vive su identidad española. No es hostil a nada ni nadie”, aseguró el tertuliano. Y dicen que tiene una fundación…

Me quedo con David Ferrer. Y es que el perdedor siempre es más importante que el ganador. Lo dijo Talese, pero es el credo de algunos de los más grandes periodistas de la historia, desde Norman Mailer a Hunter S. Thompson pasando por Günter Wallraff, autor de “Con los perdedores del mejor de los mundos” (Anagrama).

Ayer me interesaba más Ferrer que Nadal, insisto. Ese Ferrer perdedor que también hace historia. Otra historia. Una historia de segundones víctimas de tapones generacionales, de limitaciones físicas, de exigencias descomunales. De soledades, de orfandad. ¿Acaso no es más atractivo el Armstrong dopado confeso que el Armstrong triunfador implacable?

Los perdedores no están de moda. El periodismo actual, dócil y miedoso, rehúye la épica de la derrota y apuesta por los ganadores. Ya sabe, son cientos los padres de la victoria. Todos un auténtico coñazo.

Un motivo para NO ver la televisión

Slaid Cleaves

CD: Still Fighting The War.

Este cantautor de Maine, instalado en Austin (Texas), es una de mis debilidades. Gran escritor de canciones, y dotado de una voz inconfundible, Cleaves interpreta un folk rock con raíces, algo de country y detalles de blues, que resulta fascinante. Por lo sencillo de los arreglos y lo apasionado de la interpretación. Nada de producciones complejas o tsunamis instrumentales. Transparencia y los acordes justos.

“Still Fighting The War” es su disco número diez. Todos son recomendables. Algunos, como “Life´s Other Side” (1992) o “Broke Down” (2000), sencillamente imprescindibles. El que hoy comentamos está producido por Scrappy Jud Newcom con la colaboración de Lloyd Maines y Mark Hallman, y cuenta con las voces de Terri Hendrix, Eliza Gylkison y Jimmy LaFave.

Cleaves aún lucha contra la guerra. Y por supuesto aún escribe grandes canciones. Un disco tan comprometido como brillante.