“Lo mejor que puede decirse de esta novela es que parece puro periodismo, pero no lo es”, escribe Pedro G. Cuartango del nuevo libro de Casimiro García-Abadillo, su jefe en El Mundo. “Es una obra de ficción literaria”, sentencia Cuartango. En un principio pensé que se trataba de una reseña extemporánea de “Tytadin” (La Esfera de los Libros), el best seller que el vicedirector de El Mundo escribió sobre los explosivos del 11-M. O de la crítica de una nueva edición, revisada y ampliada, de “11-M, la venganza” (La Esfera de los Libros), otro de los éxitos literarios de García-Abadillo. Me dejé llevar, sin duda, por aquello de que “parece puro periodismo, pero no lo es… es ficción literaria”. Estaba confundido, puesto que el nuevo trabajo de García-Abadillo es una novela negra titulada “La trampa”, lanzada por La Esfera de los Libros, editorial de Unidad Editorial, grupo que publica El Mundo. ¡Bienvenido García-Abadillo al mundo de Poe, Conan Doyle, Ellroy, Chandler, Pelecanos y compañía!
Como amante de la novela negra, e incluso de la  ficción literaria y el periodismo que no lo es, prometo echar una ojeada a “La trampa”. Hasta entonces, y puesto que este es un blog de televisión, le hablaré de “Sherlock”, la nueva serie de Antena 3. Como usted sabrá, en lo que a novela de detectives se refiere, todo comenzó con Poe y su Chevalier Auguste Dupin, un parisino aficionado a resolver asesinatos tras situarse en la perspectiva del criminal. A su rebufo llegaron Poirot, Maigret, Sam Spade, Phillip Marlowe y, por supuesto, Sherlock.

¿Imaginan a un Sherlock que disfrutase de ADSL en el 221 B de Baker Street? ¿Y que utilizase con soltura tanto GPS como teléfono móvil? Un Sherlock sin don de gentes y odiado por la policía que, no podía ser de otra manera, tiene por compañero a un médico que acaba de llegar de la guerra de Afganistan llamado Watson. Pues ese es el Sherlock Holmes que propone, por medio de la BBC, nuestra Antena 3. Un detective actual construido sobre un esqueleto clásico, entre anticuado y postmoderno, que vive en el Londres del siglo XXI y, eso sí, disfruta del mismo cerebro analítico que diseñó Conan Doyle.
Si comparamos “Sherlock” con las series españolas deberíamos hablar de obra maestra. Si lo hacemos con las norteamericanas, se trataría de un producto muy entretenido y bien acabado, con excelentes actores (Benedict Cumberbatch y Martin Freeman son Holmes y Watson, respectivamente) y un guión brillante. Ficción de calidad en un formato cinematográfico: cada capítulo dura 90 minutos. Muy recomendable.

Un motivo para NO ver la televisión

Pasión por el peligro
Autor: Norman Ollestad.
Editorial: Salamandra.

Norman, un chaval californiano de apenas once años, vive al límite: empujado por su padre surfea en olas tubo, esquía en pistas negras y es tiroteado cuando huyen de un control de carreteras mexicano. Un mal día la avioneta en la que viajan a jugar un partido se estrella en las nevadas montañas de San Gabriel, en medio de una tormenta y a 2.600 metros de altura. Comienza la batalla por mantenerse con vida de Norman, único superviviente de la tragedia.
Es evidente que “Pasión por el peligro” es un título imprescindible para amantes del surf, el esquí y la supervivencia. Perfecto para quienes disfrutaron con “Viven, la tragedia de Los Andes” y con “Hacia rutas salvajes”, de Jon Krakauer. Ideal para aquellos que aman los espacios abiertos y la naturaleza salvaje. Pero va mucho más allá, puesto que la base de la narración es la relación de Norman con su padre, un tipo que adora a su hijo pero que en demasiadas ocasiones le pone al límite de sus posibilidades. ¿Un inconsciente? ¿Un energúmeno? Sin duda. Pero también el hombre que le salvó la vida: sin las exigencias físicas y mentales a las que le sometió su padre, Norman jamás hubiera bajado vivo de la montaña.