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Cultura torera

En China, el español ha sido este año la carrera de lengua extranjera más solicitada. Lo cuentan en el Telediario de TVE. Pero cuidado porque en la universidad de Pekín, la mejor del gigante asiático, no solo enseñan el idioma de Lucía Etxebarría y de Melendi. En esta carrera, tan demandada como para que solo logre plaza uno de cada 20 aspirantes, además de lengua y literatura enseñan otras cosas. “Cultura de España”, dice la periodista responsable de la información en el momento en que un alumno chino abre un libro de texto y aparece la foto de un torero.

¿Toros? ¿Cultura? ¿Casualidad o mensaje subliminal? No estoy seguro de que si el alumno chino de castellano tuviese ocasión de ver el Toro de la Vega, que se celebra hoy mismo en Tordesillas, relacionase ese acto bárbaro con la “cultura”. Seguramente por su cabeza pasarían términos como “tortura”, “dolor”, “sadismo”, “violencia”, “sangre” o “asco”. Pero cultura…

En cualquier caso, jamás le pediría al alumno de castellano en China que asistiese al Toro de la Vega. No soy tan miserable. Simplemente le invitaría a ver un espectáculo de, mira por donde, el Chino Torero y los Enanitos Rejoneadores. Cultura ibérica en estado puro, con sus toros, sus chinos, sus enanitos y sus rejoneadores. Y por supuesto sus moscas, sus sol y sombra, sus niños en la grada, su humo de Farias… No se puede pedir más en lo que a cultura española se refiere.

Y es que aún quieren convencernos de que los toros son cultura. Cultura con mayúsculas, entendida como el conjunto de costumbres, actividades y comportamientos que se transmiten de una generación a otra. Los toros son algo profundamente español, nos dicen, y perder estas fiestas populares sería tanto como perder parte de nuestro carácter, de nuestras tradiciones, del patrimonio intelectual del país. Ya sabe, rituales ancestrales, folklore, valor, orgullo…

Mentira podrida. Acabar definitivamente con la llamada “fiesta nacional”, y con todas sus depravadas ramificaciones (recortadores, charlotadas, novilladas, encierros, rejoneos, capeas…) supondría  un signo de modernidad y progreso sin precedentes. Acabar con los ataques a animales indefensos, terminar de una vez por todas con la tortura concebida como espectáculo, con la casposa cultura torera, nos acercaría a la Europa más moderna y progresista. Y es que no se puede pretender estar entre las grandes potencias mundiales mientras cientos de personas persiguen a un toro por el campo, le acosan, le pinchan y le matan con lanzas, como hombres prehistóricos.

P.D.

En cualquier caso, no olvidemos que en España queda un largo camino por recorrer: cada tres minutos se abandona una mascota en nuestro país. Más de 300.000 al año según Fapam. Alrededor de 100.000 perros y unos 25.000 gatos. La mayoría de los cuales mueren atropellados o son sacrificados.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Canadá.

Autor: Richard Ford.

Editorial: Anagrama.

De tomas de decisiones, de segundas oportunidades y de redención. De eso habla el maravilloso nuevo libro del que quizá sea el más grande de los escritores norteamericanos vivos. Con permiso de Doctorow, por supuesto. Dell y su hermana gemela Barne tienen quince años, y viven en Montana con sus padres, una pareja muy diferente. Él un atractivo ex militar, alto, fuerte y divertido; ella una pequeña, introvertida y anodina muñeca que escribe poemas y un diario. Todo se desmorona cuando se convierten en delincuentes…

El comienzo de “Canadá” es simplemente perfecto: “Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en las sendas que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no se contase esto antes que nada”.

¿Quién se resiste a leer un libro que arranca con este primer párrafo demoledor? Pues el resto es igual de intenso, sorprendente y apasionante. Dell cuenta la historia que hace que sus padres entren en prisión, y que le separa de su hermana y le arrastra a Canadá. La frontera. Una nueva vida en un entorno salvaje. Y cuando parece que todo ha quedado atrás, que el pasado está prisionero en el Sur, los acontecimientos se precipitan de nuevo y ponen al protagonista por segunda vez contra las cuerdas. Pero para entonces todo es ya de otra manera…

“Mi idea es siempre cruzar una frontera”, asegura Ford en una entrevista. “La adaptación, el paso de una forma de vivir que no funciona a otra que sí funciona. También podría referirse a cruzar una línea y no poder volver jamás”. Y es que la vida es compleja, y se puede torcer en un solo segundo. “Conjuga dolor y oportunidad”, asegura el autor de este libro simplemente impresionante.