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El que hace idioteces

¿Tenía usted dudas sobre la calidad de la información deportiva que ofrecen los informativos televisivos? Pues despéjelas definitivamente viendo algunas de las piezas emitidas ayer martes por determinadas cadenas. Sí, esas en las que el jugador del Sporting de Gijón Pichu Cuellar llama “idiota” e “hijo de puta” a un periodista.

Vea las imágenes, pero hasta el final, por favor. Es decir, hasta que el portero asturiano se marcha de la sala de prensa. Es decir, hasta que explican lo sucedido. Y es que lo que la prensa vendió como “las miradas del jugador del Sporting desafiando a la afición del Deportivo al llegar a Riazor” en realidad eran las miradas del jugador del Sporting preocupado por un ataque epiléptico que sufrió un aficionado.

En varias cadenas hablaban del comportamiento intolerable del futbolista en rueda de prensa, que falta gravemente al respeto a los periodistas. Y emitían las imágenes del monumental cabreo. Después, solo después, al final, explicaban que “en realidad el futbolista estaba preocupado por el aficionado”. La mirada desafiante era en realidad mirada de preocupación.

“Así es el periodismo actual”, dice un Pichu que sin duda tiene que soportar mucha mediocridad, mucha mala intención y mucha necesidad de inventarse noticias en el mundo de la información deportiva. Y es que son muchos los indocumentados que tienen que rellenar cada día páginas y páginas de periódicos, y horas y horas de radio y televisión. Comprendo perfectamente su hastío. Y comparto su maravillosa frase, adaptación perfecta de “un tonto es el que hace tonterías” de Forrest Gump: “Eres un idiota. Y permíteme que te diga que esto no es ningún insulto, es un adjetivo calificativo”.

Un motivo para NO ver la televisión

Born to run.

Autor: Bruce Springsteen.

Editorial: Mondadori.

9788439731825

Me han sorprendido muchísimo las memorias de Springsteen. Esperaba un texto ligero y alegre, plagado de anécdotas musicales, músculo y testosterona, escrito para esos fans que abarrotan sus conciertos y disfrutan con cada detalle de sus canciones, de su sonido, de su banda. Un libro sobre una carrera musical ejemplar, sobre la exitosa obra de uno de los grandes. Y me encuentro con unas desgarradoras confesiones personales: la superestrella del rock desnuda sus miserias y confiesa sus pecados. Le duele el pasado, una infancia triste culpa de un padre que le ignora, y le tortura su incapacidad para amar, para formar una familia, para ser feliz cuando no está tocando, grabando, trabajando. Es un hombre con dos caras, la que ofrece sobre un escenario, todo fuerza y seguridad, y la que le acompaña el resto del tiempo, atormentado por las dudas y la depresión.

“Mi pozo de emociones ya no está siendo canalizado con seguridad hasta la superficie. Se ha producido un ´suceso` y mi depresión borbotea como un vertido de petróleo que contamina el hermoso lago de color verde turquesa que es mi cuidadosamente planeada y controlada existencia. Su lodo negruzco amenaza con ahogar cada última porción de vida que hay en mi. Jon me aconseja: Necesitas ayuda profesional”.

“Era mercancía en mal estado”, asegura Springsteen justo antes de reconocer que sufrió “una serie de ansiedad severa” que pudo superar con ayuda médica. “Intenté esconderlo lo mejor que pude, lo cual fue un error. También sufría delirios paranóicos (sombras de los de mi padre) que me asustaban”. Cuesta trabajo imaginar en semejante estado al tipo que, exultante, hace felices cada noche a decenas de miles de personas con la sola ayuda de un puñado de canciones. Pero cuando bajaba el telón se quedaba solo, cuestionaba su vida, sus éxitos, y creía que todo era un despropósito, “gran parte del hedonismo crudamente salvaje y hermoso del rock and roll, de su exultante materialismo”.

Los lectores interesados en la parte musical de Springsteen no se sentirán decepcionados. En las páginas de “Born to Run” encontrarán muchos de los secretos del boss. Desde el momento en que nace la E Street Band, la banda de rock and roll más grande de todos los tiempos, hasta detalles sobre su técnica para escribir canciones, su adicción enfermiza al estudio de grabación, o, simplemente, anécdotas sobre la vida en la carretera y las interminables giras. “Durante el concierto en Texas una plaga de langostas del tamaño de tu pulgar se abalanzó como cazas de la Segunda Guerra Mundial sobre nuestras cabezas… Poco después fuimos recibidos con nieve y temperaturas de cero grados en el concierto de Mile High Stadium de Denver, Colorado. Cortamos los dedos de nuestros guantes para poder tocar las guitarras e hicimos lo que pudimos para mantenernos calientes, pero pasamos un frío de cojones”.

Esa primera guitarra japonesa. Los conciertos en colegios, bares y sanatorios mentales. Las primeras bandas: Castiles, Earth, Still Mill… La primera audición en Atlantic Records con John Hammond. Los problemas y secretos de los estudios de grabación. El manager que le estafa. Los hermanos de sangre, desde Jon Landau y Clarence a esos mecánicos que le acompañan en moto. El primer premio gordo, “Born to Run”, y el éxito millonario, “Born in the USA”. La revolución pelirroja: Patti entra en su vida. La madurez, la memoria: “He luchado toda mi vida, he estudiado, tocado, trabajado, porque quería escuchar y conocer la historia completa, mi historia, nuestra historia, y comprenderla lo mejor posible… para librarme de sus influencias más dañinas, sus fuerzas malévolas, para celebrar y honrar su belleza, su poder, y ser capaz de contarla bien a mis amigos, a mi familia, a ti. No sé si lo he logrado…”.

Springsteen lo ha vuelto a hacer. Ha trasladado al papel esa perfecta mezcla de energía y sencillez pop, de emoción y carácter rocanrolero, de proximidad y autenticidad, que encontramos en canciones como “The River” o “Thunder Road”. Estamos ante las memorias de una leyenda del rock que huye de la frivolidad, husmea en su pasado más triste, reabre las heridas y confiesa sus debilidades. No solo es humano, sino que parece frágil. Una vez más el de Jersey establece conexión con su publico, sella el trato, firma el código de honor y da lo mejor de si mismo “para recordarte todo lo que tú tienes, lo mejor de ti”. Imprescindible.