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La burbuja de la televisión

Todos sospechábamos que el boom del ladrillo era en realidad una explosión económica descontrolada que dejaría grandes daños colaterales. Ahora sabemos que los números del fútbol no cuadran, y que en algún momento el negocio del balón saltará por los aires. ¿Y la burbuja de la televisión? Sí, ese enorme negocio audiovisual con dos cabezas: unas empresas privadas que se han enriquecido a lo largo de los últimos años, y unas empresas públicas que en el mismo periodo de tiempo se han arruinado.

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La burbuja de la tele. Un negocio para listos, no apto para pusilánimes o amigos del servicio público. Un negocio para la empresa privada, diseñado para beneficio de ese duopolio en que han convertido la televisión española: En 2013 Atresmedia (Antena 3, La Sexta, Onda Cero…) obtuvo un beneficio neto de 46,1 millones de euros, lo que supuso un incremento del 44,4% respecto al año anterior. Por su parte Mediaset (Telecinco, Cuatro, Canal +… ) consiguió en 2013 un resultado de explotación de 70 millones de euros, un 46% más que en 2012.

La tele pública, vaya por dios, corre peor suerte. No acaba de cumplir con el servicio público que se le supone, calidad y más calidad, y trata de competir con las privadas en audiencia y chabacanería. Tampoco es ejemplo de imparcialidad informativa y, además, está llena de sombras y agujeros económicos. Las cadenas autonómicas están al servicio del poder local. Y los ejemplos de mala gestión son constantes. El cierre hace cuatro meses de Canal 9, la radiotelevisión pública valenciana, ya le ha costado a la Generalitat 18 millones de euros: mientras se negocia la extinción definitiva de la cadena, el Gobierno autónomo está pagando la nomina de los empleados (4,5 millones de euros al mes), alquiler de equipos y demás gastos fijos. Una ruina. Para los valencianos, claro.

Por otro lado, ahora sabemos que el tribunal de cuentas investiga anomalías en algunos gastos importantes de RTVE durante la etapa presidida por Alberto Oliart (2010-2011). Minucias: Contratos injustificados a productoras privadas, pagos indebidos a directivos, indemnizaciones abusivas, gastos de difícil justificación en algunas corresponsalías…

¡Qué listos son los empresarios privados, que se forran con las cadenas concedidas por el Estado, y qué zoquetes los directivos públicos, empeñados en arruinar a los ciudadanos con televisiones ruinosas además de mediocres! Aunque no siempre es así. La puerta giratoria televisiva está perfectamente engrasada, y por ella los directivos van y vienen a toda velocidad. Pueden hacerse con un gran curriculo en la pública, por ejemplo, y luego ganar dinero de verdad en las productoras privadas a las que en su etapa anterior encargaron programas. Es solo un ejemplo: los tentáculos del dinero televisivo son incontables e insondables. Algún día la burbuja esplotará.

 

P.D.1

Mientras el ministro Montoro habla de la salida de la crisis, con una gran sonrisa en los labios, la sociedad se desmorona: La música en directo en España sufre un desplome del 28% a causa del IVA. En 2013 se destruyeron 1.200 empleos directos y cerraron unas 300 empresas.

Y no solo eso: Seis de cada diez pensionistas ayudan a sus familiares económicamente. Una ayuda que resulta imprescindible para vivir con dignidad en siete de cada diez casos.

Montoro, mientras, “participa del clima de mejora”.

 

P.D.2

Un espectador pide a Toñi Moreno que done una parte de los 1.400 euros que gana por programa. En TVE.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Nick Waterhouse.

Cd: Holly.

holly ok

Portada del último número de la revista Ruta 66, último reducto para el rock and roll en los quioscos ibéricos, Nick Waterhouse es una de esas agradables sorpresas que de cuando en cuando nos depara la música norteamericana. Californiano del 86, este joven talento del ritmo y el blues ha publicado un segundo disco que está revolucionando el género: fresco, elegante pero musculoso, con toques soul y una grabación de corte clásico, es un trabajo soleado y vitalista. Un sonido de otra época para un disco atemporal.