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Hacienda

En la primera jornada del juicio sobre el desvío de fondos públicos a las empresas de Iñaki Urdangarín, la abogada del Estado Dolores Ripoll quiso dejar las cosas claras: rechazó que se pudiera ejercer la acusación particular teniendo como base la expresión “Hacienda somos todos”. Dijo Ripoll que se trata de una frase creada para el ámbito publicitario, y que no puede aplicarse al derecho. Lo que pasa en la agencia de publicidad queda en la agencia de publicidad… y en las vallas callejeras y los anuncios de televisión.

“Hacienda somos todos” es un eslogan de 1977, consecuencia de los pactos de la Moncloa. Hasta entonces no existía un sistema fiscal como el que conocemos, solo impuestos dispersos. Se trataba de imponer principios de justicia fiscal, de manera que cada ciudadano contribuyera al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica. El sistema más ecuánime posible. Salvo excepciones…

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La publicidad estatal no es aplicable a la Casa Real, una institución que se guía por códigos propios y un lenguaje exclusivo. La justicia fiscal, tampoco es aplicable. Recuerde que cuando usted habla de “separación” o “divorcio”, por poner un ejemplo, la familia real utiliza la expresión “cese temporal de la convivencia”. Le pondré otros. Cuando usted se refiere a una “amante”, en palacio hablan de “amiga especial”. Y si nos referimos a un jugador de balonmano muy tocho, ellos lo describen como un “duque empalmado”. Y cuando nosotros citamos países democráticos, ellos piensan en sus “hermanos” de Marruecos y Arabia Saudí. Resumiendo: cuando usted habla de justicia en el juicio a la infanta, recuerde que Mariano Rajoy dijo estar “convencido de su inocencia: le irá bien”.

Hablamos idiomas diferentes, y así es muy difícil entenderse. En la sala de un juicio, en el Museo Reina Sofía o en un puti club de carretera. Y por eso pasa lo que pasa: que la frase “Hacienda somos todos” no puede aplicarse al derecho, pero sí a los derechos de un niño de cinco años al que la Agencia Tributaria reclama 15.000 euros tras el suicidio de su padre. La historia es estremecedora: una empresa familiar de Vigo se endeudó hasta la bancarrota. Luego llegó el desahucio, circunstancia que el padre no pudo soportar. Se quitó la vida. La deuda la heredan la madre, que ha perdido la posibilidad de cobrar las pensiones de viudedad y orfandad, y el hijo.

Si el juicio del caso Nóos resulta una pantomima, que podría ser, el Estado podría quedar muy desprestigiado. Lo cual sería una pena, porque el Estado, como Hacienda, somos todos. ¿Verdad?

Un motivo para NO ver la televisión

Fariña

Autor: Nacho Carretero.

Editorial: Libros del K.O.

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Escucho en la televisión detalles sobre la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, el capo más buscado. Televisa emite el tiroteo en exclusiva. Todo un culebrón, con el narco haciendo unas declaraciones maravillosas a Rolling Stone: “No quiero ser retratado como una monja. Suministro más heroína, metanfetamina, cocaína y marihuana que nadie en el mundo. Tengo flotas de submarinos, aviones, barcos y camiones…”.

Leo en El País un titular irresistible: “Toneladas de farlopa y billetes de 500 euros”. La noticia asegura que la policía ha intervenido en Galicia 3.000 kilos de cocaína, la mayor incautación en tierra desde 1999.

Termino “Fariña”, un ambicioso proyecto periodístico de Nacho Carretero. El pasado y el presente del narcotráfico en Galicia, tierra de contrabandistas (“la gente más honrada que hay”), nido de clanes, durante años la puerta hacía Europa de la cocaína. Una trabajo brillante desde todos los puntos de vista: un texto maravilloso, periodismo de primera categoría, información y literatura, editado con mimo hasta en sus últimos detalles. La portada es magnífica, y la faja que abraza “Fariña”, con gráficos sobre las planeadoras, las incautaciones y las rutas del perico resulta, sencillamente, brillante.

Carretero hace que un problema aparentemente local, el contrabando gallego, se convierta en una gran historia. Cuenta cómo comenzó todo, el Malboro y el Winston, habla de los amigos colombianos, y describe a las autoridades paralelas: Sito Miñanco, Laureano Oubiña, Marcial Dorado, los Charlines…  “`Hubo una época en la que Madrid tenía prohibido informar a Galicia´, dice un veterano agente de la Guardia Civil. Durante muchos años, las unidades centrales contra la droga de Policía Nacional y Guardia Civil, así como jueces y fiscales, sabían que no se podía compartir información con las autoridades gallegas”.

Pero no todo es hemeroteca, aventuras más o menos conocidas protagonizadas por personajes de leyenda. “Hoy ya no hay periodistas dedicados -a tiempo completo- al narcotráfico en Galicia. Los propios medios gallegos han dejado de prestar atención al asunto. La traducción en el ideario colectivo es que ya no hay nada. Que el narcotráfico en Galicia es pasado. Y no”, escribe Carretero en la recta final de este reportaje largo, denso, fascinante. Y dedica las últimas páginas a lo que sigue siendo una gran cantera de narcos, de transportistas y de pilotos de planeadoras. Con nombre, rutas, Guardia Civil: el 80% de los barcos con más de 2.000 kilos de cocaína que se apresaron desde el año 2.000 hasta hoy dirigiendo a Europa iban a Galicia.

“Fariña” descansa ya junto a otros clásicos del perico, como “CeroCeroCero” de Saviano, “Los reyes de la cocaína” de Guy Gugliotta y Jeff Leen, o “Polvo blanco” de Tim Madge. No desentona en absoluto. Carretero ha escrito un clásico del narco ibérico. Periodismo valiente y relevante con el ritmo trepidante del mejor thriller.