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el hundimiento

Dirigir una cadena de televisión es un reto de proporciones bíblicas. La responsabilidad es enorme, la presión, insoportable. Miles de personas, y sus familias, dependen de la sabiduría, de los conocimientos y de la intuición de una sola persona: el presidente. O el consejero delegado. O el que sea. Imaginen al legendario Valerio Lazarov decidiendo sobre la marcha, en un alarde de criterio e imaginación, el tamaño de los cubrepezones de las Mamachicho. O a su sucesor, Paolo Vasile, negociando con Belén Esteban los flecos de su   contrato. El de Belén. O al bueno de Alberto Oliart cerrando el Canal Cultural de TVE sólo unos meses después de haberse  inaugurado.

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La caída en desgracia de uno sólo de estos prohombres, no sólo referentes intelectuales y morales sino también líderes de opinión, supone una desgracia sin precedentes para una sociedad como la nuestra, necesitada de modelos a seguir. Por eso el cese de Melchor Miralles, hasta hace sólo unas horas director de Veo 7, es una noticia triste para todos los amantes de la telebasura . Y es que ante los pésimos resultados de audiencia de su cadena (apenas 0,7%), y como si de un equipo de fútbol (de tercera división) se tratase, la tele de Unidad Editorial cambia de entrenador. No es una decisión habitual en el panorama audiovisual español, pero en este caso está plenamente justificada: Veo 7 no sólo carece de audiencia, sino también de personalidad. Y de contenidos con un mínimo de calidad. Para su empresa ha dejado de ser una inversión de futuro para convertirse en un agujero negro.

Veo 7 carece de alma: es una fotocopia descolorida de Intereconomía, la cadena con quien Pedro J pretendía competir. Pero parece que el televidente español cubre sobradamente sus necesidades de bilis, rencor y conspiración con una sola cadena de ultraderecha. Veo 7 y su periodismo de investigación fullero, sus cámaras ocultas y sus debates manipulados, no tienen sentido en un panorama audiovisual que pretende ser moderno y, por qué no, rentable.

Añádanle a estas miserias un protagonismo excesivo de Miralles, muerto en el entierro y novio en la boda, y tendrán los motivos del cese. Un cese que demuestra que, para dirigir una cadena de televisión no sólo es necesario ser ambicioso y carecer de escrúpulos. También hace falta, aunque algunos no lo crean, saber mucho de televisión. Y por supuesto conocer el mercado, ser inteligente, conciliador, serio, agresivo, prudente, trabajador y, por supuesto,  tener algo de talento.

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Un motivo para NO ver la televisión

Stone River Boys.

Cd: Love On The Dial.

¿Recuerdan a Hacienda Brothers, la grandiosa banda del malogrado Chris Gaffney? Pues de las cenizas de aquel grupo surgen Stone River Boys. El líder es Dave González, miembro fundamental de los Hacienda (y de los Paladines), responsable máximo de un primer disco formidable: “Love On The Dial”. Los seguidores del country-soul podrán disfrutar de catorce canciones que, pese a un mayor peso de las guitarras eléctricas, respetan los cánones de diferentes géneros tradicionales fundamentales.

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escuela de presentadores

El otro día, en un reportaje de investigación de Veo 7 (la televisión de El Mundo), las prostitutas cobraban a sus clientes en pesetas. Hace unas semanas, en otro de los trabajos de esta cadena, analizaron la crisis actual emitiendo un reportaje sobre la miseria en España… ¡grabado en tiempos de Aznar! Dos pequeñas obras maestras de la manipulación que me obligan a reflexionar: “¡qué lección de periodismo nos ofrece cada día esta gente! ¡qué rabiosa actualidad tienen sus trabajos!  ¡qué vibrante manera de hacer información de calidad! ¿Por qué no compartirán su talento periodístico?”. Algo parecido pensé cuando vi a John Müller presentar el inolvidable “La vuelta al mundo”. Sensaciones que se repiten cuando abro el videoblog de Pedro J. O  cuando escucho a Melchor Miralles y Casimiro García Abadillo dando doctrina en las tertulias de televisión. Esa fuente de sabiduría y conocimiento, ese gracejo, esa integridad profesional, no debería morir con ellos. Debería ser, como sucede con las culturas indígenas y los trajes regionales, patrimonio de la humanidad. Tengo buenas noticias que darles…

Veo 7, la Universidad CEU San Pablo y Jesús Hermida han creado una escuela de presentadores de televisión. ¡Qué falta nos hacía! La televisión de El Mundo, la universidad del Opus y el hombre que descubrió a Nieves Herrero, unidos en una misión de carácter universal: sacar las perras a los pardillos que quieren ser como Pedro Piqueras. “Aquí no vamos a rechazar a nadie”, se ha apresurado a decir Hermida. “Siempre que paguen la inscripción y las mensualidades”, añadió el gerente santiguándose por lo bajini.

El primer Curso Superior de Presentadores de Televisión tendrá una duración de 10 meses, ahí es nada. Pero la cosa no será tan fácil como llegar, pagar y, nunca mejor dicho, besar el santo: los alumnos candidatos tendrán que presentar un vídeo en el que muestren sus habilidades en “la primera red de presentadores de televisión”. El comité de la Escuela seleccionará a los 25 mejores. Los triunfitos. He tenido acceso a algunas de las grabaciones de los aspirantes con mejor pinta…

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“Va a ser fascinante concentrar a tanto talento, con toda su creatividad, juntos en un mismo programa”, comenta Miralles. Y es que los elegidos tienen el éxito garantizado. Piensen que las prácticas las realizarán en un tele maratón creado para la ocasión: cinco horas de Veo Tv rellenadas por becarios de pago. Así es la TDT. No más calidad, pero cantidad a espuertas.

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P.D.

Dios visitó “Los desayunos de TVE”. Bueno, fue Felipe González, lo que viene a ser prácticamente lo mismo. No sé si fue cuestión de la iluminación del plató, o de la iluminación personal del ex presidente, pero lo cierto es que parecía bañado por un halo mágico. Como Gandalf. O como el espíritu santo. Con sus citas cultas (Kissinger, sin ir más lejos), sus gestos sabios, su discurso irrefutable, su sabiduría infinita, su karma, sus miradas por encima de las gafillas y de las personas… Con una  firmeza pétrea: ni un atisbo de duda, ni un síntoma de debilidad, ni una concesión al error (propio). Porque González parece saberlo todo, y tener las palabras adecuadas para contárnoslo a nosotros, pobres e ignorantes mortales.

Habló de Europa, la economía, el terrorismo, el cambio climático, las migraciones, los medios de comunicación, la piratería en la red, la continuidad de Zapatero… incluso de la serie “Cuéntame”. El conocimiento de González es enciclopédico, no tiene límites, lo que le permite hablar con la contundencia que sólo otorga la sabiduría infinita. Un Dios, efectivamente. Pero también un poeta. Dijo ser “optimista de la inteligencia”, en una frase de una belleza y profundidad que Zapatero, pobre, jamás alcanzará (recuerden su patético “la tierra le pertenece al viento”).

Fue tan impresionante el discurso de González, tan bello y trascendente, que en el Telediario de mediodía (La 1, TVE) hicieron un amplio y jugoso resumen del monólogo. E inmediatamente después hablaron de la actividad de Rodríguez Zapatero en la jornada. Pero esto último lo hicieron de pasada. Era tan insulsa que ni ofrecieron declaraciones, ni imágenes, ni nada de nada.

Una pena lo de los Gal. González era un líder inigualable, todopoderoso, eterno. Como el mismísimo Cid Campeador, pero más listo, más guapo y, encima, con un puestazo en Doñana.

La mirada del asesino

La portada de ABC del sábado 28 de noviembre de 2009 debería suponer un antes y un después en la historia del diario del grupo Vocento. Y del periodismo español. En esa portada se lee, sobre  una foto de Diego P.V., el siguiente texto: “La mirada del asesino de una niña de tres años. Tenerife llora la muerte de Aitana, que no superó las quemaduras y los golpes propinados por el novio de su madre”. Hoy, sólo dos días después, Diego P.V. está en libertad. La niña ni fue maltratada, ni violada, ni asesinada. Murió como consecuencia de un coágulo que le produjo un golpe en la cabeza con un columpio.

 


 

Con haber esperado dos días, solo dos días, el tiempo que ha tardado en practicarse la autopsia, hubiese sido suficiente. Pero para qué esperar dos días, cuando podían tener el mismo sábado en portada “la mirada del asesino”. En esta ocasión no estamos hablando de columnistas tendenciosos, de editoriales alarmistas o de miserias similares. Cada uno elige el periódico que lee. Hoy hablamos de no respetar el principio de presunción de inocencia. Y de condenar desde un periódico a un hombre inocente. Ahora está hundido, y su familia, deshecha. Diego P.V. ha tenido que cambiar de domicilio y está siendo protegido por la guardia civil. Miles de personas han escupido en su rostro de papel.

“Estoy avergonzado de mi profesión”, asegura Melchor Miralles, director de Veo 7, en “Los desayunos de TVE”. Seguro que Miralles ha tenido muchas oportunidades a lo largo de su extensa carrera para tener esa sensación, el 11M sin ir más lejos, pero ha sido ahora cuando ha entonado el mea culpa. Nunca es tarde. Miralles reparte las culpas, algo que no exime de responsabilidades, y reniega de “la costumbre que tenemos los medios de dar por buenas, sin hacer ningún tipo de comprobación, las informaciones oficiales”.

Pero volvamos a ABC, y su portada con “la mirada de un asesino”. El daño ya está hecho, evidentemente, pero se debería reflexionar sobre dos cuestiones importantes. Primero, preguntarnos si es posible que los medios implicados reparen de alguna manera a las víctimas de estas informaciones falsas. Segundo, recordar que el único que puede castigar realmente estas prácticas sensacionalistas es el lector.