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Justicia en prime time

El 3 de octubre de 1995, a las diez en punto de la mañana, el portavoz del jurado del caso O.J. Simpson pronunció las palabras mágicas: no culpable. Más de 150 millones de estadounidenses vieron la ceremonia por televisión y escucharon esas dos palabras, el veredicto del juicio más seguido por el público y los medios de comunicación. La “O. J. manía”, uno de los fenómenos mediáticos más sorprendentes de la historia, surgió de la unión entre televisión y justicia.

En España queda mucho camino por andar. Acaba de terminar el juicio por el asesinato de Nagore Laffage, la joven estrangulada durante los Sanfermines del pasado año por un psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra, y las audiencias televisivas han sido irrelevantes. Pequeños empujones a unos informativos y magazines matinales acostumbrados a lo macabro. Pero no se preocupen amantes de la crónica negra, porque acaba de arrancar el juicio por el crimen de Fago. Entre uno y otro suceso han podido disfrutar de litigios menores, como el crimen de la catana o el asesinato de Sandra Palo. Lo justo para quitarse el mono.

La suerte de Santiago Mainar la podemos seguir a la carta: en directo en CNN+, en diferido en el resto de informativos, o bien en reposados reportajes y tertulias vocingleras. Lamentablemente, el presunto autor de los disparos que acabaron con la vida del alcalde de Fago es guarda forestal, no jugador de la NFL. Huesca no es California, y Fago no está en Los Ángeles. Resultan enormes las diferencias entre ABC, CNN o Discovery y Telecinco, Antena 3 o TVE.  Esta última, sin ir más lejos, suspendió la reposición prevista para el pasado fin de semana de “Fago”, una mini serie espantosa. ¡Qué grave error, qué concesión a la razón, qué mojigatería televisiva! La justicia, para que pueda ser disfrutada en toda su grandeza, debe ser popular y ocupar el prime time.
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Así lo entendió Telecinco, que dedicó tres horas de su programación de tarde del domingo a Fago, con un reportaje y un especial, presentado por María Teresa Campos, que incluía la presencia en directo de la hermana de Mainar. “¡Que no se vayan de rositas!”, reclamaba en un alarde de profesionalidad la veterana presentadora ante la mirada atónita de Marcos García Montes, abogado de Mainar. García Montes, letrado de tantas y tantas inolvidables superproducciones, es uno de esos abogados televisivos que parecen aceptar los casos no tanto por la índole del delito, sino por su repercusión mediática. ¿Recuerdan a James Wood en “Shark”? Pues eso.

Nos gusta la ficción, pero preferimos la realidad. Buena prueba de ello es que court shows como “Tribunal popular” o “De buena ley” pasaron a la historia. Siempre habrá un buen crimen pasional, un robo con violencia, un asesinato con ensañamiento, que nos ayuden a recordar que los monstruos son otros. Lo inaudito es que se retransmitan procesos judiciales protagonizados por personajes anónimos. Seguro que ustedes permanecerían hipnotizados delante de sus pantallas viendo en el banquillo a Mario Conde, los Albertos, Roca, Julián Muñoz o cualquier político corrupto, de esos que se quejan cuando les graban saliendo esposados del ayuntamiento. El éxito de O.J. Simpson demostró que los espectadores exigen telerealidad de calidad, que es tanto como pedir acusados mediáticos. La “Mainar manía” es imposible. Por tanto, nada de delitos de barrio, asesinos sin nombre y chorizos de medio pelo. En el banquillo, galacticos.

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Eurodisney. En eso dicen en el PP que se convirtió el último mitin del PSOE, celebrado ayer en Madrid. Y lo dicen porque intentó revolucionar el concepto tradicional de acto político, convirtiéndolo en todo un show televisivo. ¿A la norteamericana? No sé si tanto… En el PSOE hablan de mitin interactivo. Hubo música en directo, presentadores-animadores, reporteros que entrevistaban a los protagonistas, grandes pantallas de vídeo, entradas triunfales de líderes y lideresas por una alfombra roja, cámaras persiguiendo a Zapatero y señora por los pasillos… ¿Eurodisney? Efectivamente. Igual de hortera.

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“La chistorra de aquí a veces es un poco pesada…”, dijo un comentarista de Canal + después de que un linier del partido Osasuna-Valencia, jugado en Pamplona, recibiese el impacto de un bocadillo en la cabeza.

 

Un motivo para NO ver la televisión.

El Veredicto.

Autor: Michael Connelly.

Editorial Roca.

El abogado Mickey Halley, protagonista de “El veredicto”, habla con el juez sobre lo que llaman “orden de casa”. Que no es otra cosa que aceptar una solicitud de la cadena Cortes TV para emitir en directo segmentos del juicio. Ni el fiscal ni él ponen reparos. “Al fin y al cabo es propaganda gratuita, en mi caso para conseguir nuevos clientes”, confiesa el abogado.

Michael Connelly reúne en su último libro, por primera vez, a Haller y Harry Bosch, los dos grandes protagonistas de sus novelas. El peso de la historia cae sobre el primero, que tras un periodo de mala fortuna a nivel profesional hereda todos los casos de un compañero asesinado. El caso estrella del lote, la defensa de un productor cinematográfico acusado del asesinato de su mujer, se complica de tal manera que requiere la colaboración de ambos personajes. Haller y Bosch, espíritus aparentemente antagónicos, están condenados a entenderse. Lo hacen en esta nueva joya negra de Connelly.