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Lorza yerma

No había pasado ni veinticuatro horas del striptease de Mercedes Milá en la gala de “Gran Hermano”. Muchos telespectadores aún trataban de controlar las arcadas, las consultas psiquiátricas estaban colapsadas, cientos de bebés se negaban a continuar con sus habituales hábitos de lactancia… Cuando llegó Paz Padilla y se levantó la blusa y enseñó el sujetador. También en Telecinco, por supuesto innecesariamente, y como no, en un programa de categoría: “Sálvame”.

En la misma cadena en que la supuesta humorista enseña sus ubres, cuentan las penurias de los  vecinos de Salou: dicen que su ciudad parece “el cagadero de Europa”. En la localidad de la Costa Dorada se celebra el llamado Salou Fest, y más de 10.000 jóvenes, la mayoría británicos, llegan al municipio para correrse la gran juega. Bailan, beben y se pasean por las calles semi desnudos haciendo pis en las esquinas. El beneficio que dejan en Salou ronda los cinco millones de euros.

Cinco millones de euros es no es moco de pavo: con las urgencias nocturnas que nos quería quitar Cospedal a los castellano-manchegos la Junta pretendía ahorrar precisamente eso, cinco millones de euros.

Con esto no quiero decir que los ingleses jaraneros tengan que venirse a orinar a Castilla La Mancha. Con esto lo que quiero decir es que los vecinos de Salou deberían ver Telecinco para comprobar dónde está el verdadero y auténtico “cagadero de Europa”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Karl y Anna

Autor: Leonhard Frank.

Editorial: Errata Naturae.

Karl y Richard sobreviven a duras penas en un campo de prisioneros siberiano. El primero escucha absorto cómo el segundo le habla de Anna, su mujer, que le espera en Alemania. Presta gran atención a los detalles sobre su carácter, su familia, su casa, su forma de hablar, sus tres lunares…Llega un momento en que los dos la añoran. Los dos están enamorados.

La pareja de trabajadores se deshace, y Karl inicia una larga caminata hasta Alemania para conocer a Anna. Bueno, para conocerla y algo más: se hace pasar por su marido. Los desajustes que provoca la guerra facilitan el enredo. Los protagonistas de este libro viven en un mundo habitado por individuos desencuadernados que en un momento dado se olvidan de pensar, se resisten a razonar, y se dejan llevar por las sensaciones, los sentimientos y las relaciones afectivas. Creen en aquello que sienten. Una forma tan lícita como cualquier otra de liberarse del miedo y la soledad.

En los días grises de la Primera Guerra Mundial el mundo estaba patas arriba en Europa. Tanto como para que fuese natural que mujeres que tenían a sus maridos en el frente viviesen con otros hombres. Para no estar solas, para sentirse protegidas, para poder comer…

Pero incluso en medio de la confusión, la miseria y las necesidades más atroces hay momentos para la belleza. Una chica se viste en la cama en las páginas 54 y 55, media docena de párrafos redondos. Hasta del caos es capaz de surgir el amor más inesperado y puro: “Lo que distinguía a aquellos dos seres de todos sus semejantes y los elevaba sobre ellos era que habían llegado a poseer la conciencia de su felicidad, y con ella el presente, el momento, la profundidad y la ternura interior, que puede revelarse en cualquier instante con una mirada”. Simplemente espléndido.