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1000 días sin Marta

En Telecinco no escarmientan, no rectifican, no se arrepienten: solo cambian de estrategia. Después del escándalo y la pérdida de anunciantes que supuso para la cadena entrevistar en “La Noria” a la madre de El Cuco, condenado a tres años por encubrimiento en el caso de la desaparición y muerte de Marta del Castillo, esta medianoche (miércoles) estrenan “1000 días sin Marta”, un nuevo especial sobre el mediático crimen. Anuncian que la pieza estrella del programa es otra entrevista, en este caso a la madre de la víctima. Para aumentar el interés, aseguran que Eva Casanueva, madre de la menor, leerá una carta para Miguel Carcaño, principal acusado de la muerte de su hija, en la que suplica: “¿dónde está mi niña?”.

“Gracias a Telecinco por dar oportunidad de expresarse a todas las partes”, asegura un mensaje recibido en la web de la cadena, que se exhibe junto a la información del programa. ¿Gracias a Telecinco? ¿Oportunidad de expresarse? La cadena dirigida por Paolo Vasile demuestra, una vez más, que carece de moral y de principios. Continúan alimentando la congoja de una familia desesperada, siguen lucrándose con la muerte de una niña, insisten en hacer del morbo la base de su negocio.

¿Poner freno a este tipo de televisión, capaz de utilizar el desconsuelo y la debilidad de las víctimas, sería un acto antidemocrático? ¿Atentaría contra la libertad de expresión controlar-limitar estos truculentos ejercicios televisivos? Como no será el Gobierno quien tome la decisión, la responsabilidad recae en anunciantes y telespectadores. No financiemos la telebasura, no veamos programas basados en la angustia y el desconsuelo de otros.

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Layla Zoe

Cd: Sleep Little Girl.

Una portada tan sosegada como ésta, con Layla sentada en el suelo, tomándose un vino rodeada de instrumentos y papeles, puede resultar tremendamente engañosa. “Sleep Little Girl” es una bomba de ritmo y blues, con una vocalista canadiense en estado de gracia desgranando un puñado de temas endiabladamente potentes. Layla, que se encuentra definitivamente a medio camino entre Janis Joplin y Bonnie Raitt, se desmadra definitivamente en este cuarto disco, y se muestra como la gran esperanza del blues femenino blanco. Impresionante.