Arturo Pérez Reverte, pedazo de académico, está que trina: ¡un político desalmado quería saber cuánto cobra el escritor! ¿La cifra del adelanto editorial por su nueva novela? No, eso queda entre Alfaguara y él. ¿Su sueldo como columnista de ABC? No, eso queda entre el director del periódico y él. El político curioso se llama Sebastián Terrada, y es concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Cádiz. Terrada quiso saber cuánto iba a cobrar Reverte en calidad de comisario de la exposición conmemorativa del bicentenario de la Constitución de 1812, y en qué iba a consistir el trabajo para el que había sido contratado por el Ayuntamiento de su ciudad. ¡Será impertinente el tal Terrada! Enfadado y digno como sólo un miembro de la Real Academia Española de la Lengua puede estarlo, Reverte ha dimitido: “me conozco un poco y sé que al final acabaré ciscándome públicamente en la puta madre de alguien, y la liaremos. Así que mejor me quito de en medio”, aseguró en un arrebato de genialidad lingüística.
La fusión entre la soberbia de un escritor de éxito y la opacidad de un ayuntamiento sólo podía terminar así. En una enorme y pestilente ciscada. Si le interesa el tema, no se pierda el magnífico post de Rafael Reig “Vuelve la superpotencia de Pérez”. A mí, a estas alturas y si tengo que serle sincero, la soberbia del escritor me la refanfinfla: seguramente no coincidiré con él en mi vida. Sin embargo la opacidad de los ayuntamientos me preocupa muchísimo. Al de Cádiz parece no interesarle que se sepa que pensaba pagar 174.000 euros a Reverte. Pero le recuerdo que no hay crímenes pequeños… El ayuntamiento de mi pueblo ni siquiera quiere que los vecinos asistan a los plenos: cuelgan la convocatoria en el bar con sólo unas horas de antelación. ¿Cuál es la razón de este secretismo? Varias y muy sucias. Les contaré una: en el penúltimo pleno, celebrado el pasado 4 de junio, se aprobaron las cuentas generales de los presupuestos de 2005, 2006, 2007 y 2008. Con dos cojones y varios años de retraso.
Los ayuntamientos están al servicio del pueblo. ¿Es tan difícil de comprender? Por si quedaban dudas, anoche entrevistaron a Julián Muñoz en “Enemigos íntimos”, una de las bazofias emitidas habitualmente por Telecinco. Muñoz representa lo peor de la política municipal: la corrupción. Debería ser un personaje marginal, al que su condición de estafador obligase a vivir en una cueva, alejado de la sociedad honrada y respetable. No es así. Cachuli se pasea por España como una estrella mediática, entre aplausos, con la soberbia de aquellos que se ciscan “públicamente en la puta madre de alguien”. O de todos.
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P.D.
Tres años después, Fernando Alonso volvió a pisar un programa de televisión. “El Hormiguero” (Cuatro), de Pablo Motos, fue quien tuvo la suerte de tener en exclusiva al campeón después de un fin de semana mágico en otra cadena (La sexta). Una buena gestión, qué duda cabe, acompañada incluso de publicidad del Banco de Santander. A Andreu Buenafuente, presentador y accionista de La Sexta, no le sentó nada bien la presencia del piloto de Ferrari en la competencia, como parece indicar su texto en twitter. Leer poniendo voz de Al Capone: “Mi opinión? No tiene mucha importancia. Sólo recordar que la SEXTA ha pagado una fortuna. Alonso verá. Me voy a tosr un café”. El error en la frase final, tosr por tomar, denota nervios. Y precipitación. Algunas de las trampas mortales de twitter.
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Un motivo para NO ver la televisión
The Runaways
Vi la película hace unos meses, en un avión, y me pereció entretenida. No es “El Padrino”, ni siquiera es “I´m Not There”, pero merece la pena sólo por dos cosas. El sorprendente parecido del actor Michael Shannon con el gran Kim Fowley. Y escuchar una vez más a Joan Jett y su gran “Crimson & Clover”…
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