En 1974 Jon Landau, crítico de la revista norteamericana Rolling Stone, escribió al salir de un concierto: “hoy he visto el futuro del rock and roll y su nombre es Bruce Springsteen”. 36 años después, este modesto bloguero sale del cuarto de baño, donde ha permanecido por espacio de catorce minutos leyendo una página del periódico, y escribe: “Hoy he visto el futuro del socialismo y su nombre es José Bono”.
El baño es el de mi casa, el periódico El País, y la página leída incluye una noticia firmada por José María Irujo titulada así: “Porcelanosa pagó obras de El Pocero en la Hípica de Bono”. Una información densa y jugosa, con tantos datos, cifras, empresas y giros de guión que exige varias lecturas. Tantas como para que, pese a tener los intestinos vacios, se me revuelvan las tripas. Les resumiré el caso: José Bono, socialista, presidente del Congreso de los Diputados y dueño de la rentable Hípica Almenara, es “el hombre que susurra al oído de los poceros”.
Bono es un socialista de derechas. En el PSOE das una patada a un bote y te salen 20 ó 30 socialistas de derechas. Felipe González, que es un visionario y un gurú de calado internacional, supo anticiparse a los tiempos actuales y nombró en 1982 a Miguel Boyer ministro de Economía. González cree tanto en el socialismo de derechas que hasta tiene cortijo: es el presidente del Consejo de Participación de Doñana. ¿Será rociero y “saltará la reja”? No todos los socialistas de derechas comulgan, como Bono, pero sí todos están de acuerdo en que el socialismo moderno consiste en igualar el nivel económico del pueblo “por arriba”. ¿Por qué conformarnos con un sueldo justo, una sanidad digna y una enseñanza de calidad? El nuevo socialismo mira mucho más allá que el austero Pablo Iglesias, puesto que ve con buenos ojos que un militante socialista sea propietario de una hípica como la de Bono, capaz de ganar en cuatro años 1.258.000 euros. O que, como Bono, sea capaz de reunir en diez años un patrimonio inmobiliario (nueve viviendas, un local comercial y tres parcelas) valorado en seis millones de euros.
Aprovechando las circunstancias, y en un desesperado intento por tapar el Gürtel con una cortina de humo, el Partido Popular ha organizado una campaña para desprestigiar a Bono. “Ya se desprestigia solo”, pensarán algunos de ustedes. Pero lo cierto es que entre los “amigos del alma” y el ex presidente de Castilla-La Mancha parece que hay diferencias, tantas como para que en el primer caso las juzgue un tribunal y en el segundo, los votantes de izquierdas que le queden al PSOE. Mientras no se demuestre lo contrario, Bono no un corrupto, sino un socialista de derechas. Que es algo muy diferente, ¿verdad?
Ser de izquierdas en las condiciones de Bono tiene que ser una pasada. Buenos restaurantes, caballos de raza, cochazos, chófer, vacaciones exclusivas en espacios protegidos, patrimonios millonarios, jubilación en empresas privadas… El futuro del socialismo. Otro socialista de derechas, Jaume Roures, productor de cine y televisión, dueño de un periódico y una cadena de televisión de pago y accionista de otra en abierto, regalaba el sábado con su diario “La crisis del capitalismo”, de Karl Marx. En la página 84 de este delicioso librito el pensador alemán define con gran precisión, en apenas una docena de palabras, el momento que vivimos. Y el socialismo de derechas: “Cuando los hombres producen para sí mismos, en efecto, no hay crisis”.
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Un motivo para VER la televisión
Discursos del Presidente José Bono. 1983-1995.
Autor: José Bono.
Editorial: Castilla-La Mancha.
Encuadernación primorosa, tapa dura, sobrecubierta con imagen de Cabañeros y elegante marca páginas de tela roja para un libro de formato recio y 1.630 gramos de peso. Se nota que el Servicio de Publicaciones de la Comunidad de Castilla-La Mancha no reparó en gastos a la hora de editar este clásico de la megalomanía humana. Todo un best seller que obligó a lanzar otros tres tomos, con los discursos de Bono en los años 1995-1997, 1997-2.000 y 2.000-2002.
A lo largo de las más de 500 páginas de este volumen, el lector ávido de lugares comunes, tópicos y frases huecas puede disfrutar como un energúmeno. Destacaría las imágenes, decenas de fotografías a todo color, en las que se puede ver a José Bono en solitario, posando con porte hidalgo, o acompañado de personalidades tan ilustres como los Reyes de España, el Cardenal Primado Don Marcelo González, Sara Montiel, José Luis Perales o Luis Cobos.
El lector masoquista, que lo hay (recuerde que se editan libros de Juan Manuel de Prada, Lucía Etxeberría y Ana Rosa Quintana) puede adquirir un ejemplar vintage de los discursos de Bono a través de Iberlibro al módico precio de 60 euros. Una ganga. Si lo abre por la página 227 sabrá que el 1 de julio de 1993, en Santander, José Bono dijo: “Me define una doble condición. Condición de socialista y condición de castellano-manchego. Como socialista, no tengo catecismo pero respeto a los clásicos. No me preocupa estar de parte de Pablo Iglesias sino, más bien, saber si él estaría hoy aquí de nuestra parte”.
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P.D.
El pasado sábado el diario Público salió al kiosko en clara inferioridad con respecto a sus rivales: no tenía ni anuncios de putas en el interior, ni fotografías de toreros medio muertos en su portada. La imagen de Julio Aparicio convertido en pincho moruno por obra y gracia de Opíparo, el toro que le atravesó la boca en Las Ventas, ocupó las portadas de todos los periódicos. Menos Público. En televisión, la cornada sigue ocupando espacio en los informativos de todas las cadenas cuarenta y ocho horas después, con las imágenes repetidas una y otra vez, y ralentizadas, para que el telespectador pueda ver con todo lujo de detalles cómo el pitón atraviesa la región submandibular, rompe la lengua, destroza el paladar y, finalmente, sale por el maxilar superior haciéndolo pedazos.
“Hubo una cornada en Las Ventas, y no podemos robar esa información al lector”, responderán ante la acusación de amarillismo los diarios “serios”, esos que incluyeron la foto en portada. La imagen es desagradable, de acuerdo, pero todo sea por estar bien informado ¿verdad? Esto quiere decir que los que leemos Público estamos mal informados, ¿no es así? Sin teléfonos de putas y sin ver la cornada a Aparicio no sé ni cómo nos atrevemos a salir a la calle, la verdad.
Dicho esto, reconozco que si yo fuese director de un periódico hubiese publicado la foto. Pero con ánimo de vender más periódicos, no de informar a nadie de nada. No me gustaría terminar como el legendario diario El Caso, que cerró por razones obvias: perdieron la exclusividad del crimen, del accidente mortal, de la sangre. Los periódicos “serios” comenzaron a incluir sucesos en sus páginas y el pobre Caso, huérfano de contenidos, se fue desangrando, qué ironía, hasta morir.