You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Iris Chang


Cebrián cambia de paradigma

Juan Luis Cebrián es un periodista y empresario que, en plena debacle económica de los medios de comunicación, es capaz de decir que “la crisis de la prensa no es una crisis, es un cambio de paradigma”. Ante un análisis tan lúcido y creativo, talento en estado puro, solo se puede estar de acuerdo. Por la brillantez de la reflexión y, para qué engañarnos, porque es un crack: el presidente de Prisa es un tipo capaz de subirse el sueldo un 9,7% en 2015, y cobrar 2,061 millones de euros el año en que la compañía ganó 5,3 millones de euros, después de perder 2.236 en 2014. Cojones con el paradigma…

Dicho esto, que Cebrián es un genio de las finanzas y las frases huecas, conviene recordar que tiene la piel muy fina. Pese a su saneada cuenta corriente y a sus brillantes análisis periodísticos, el hombre que comparte fundación altruista con Felipe González, otro genio atemporal y eterno, no admite de buen grado las críticas: cuando ha visto su nombre en algunos medios, al ladito mismo de la palabra “Panamá”, ha sacado toda su artillería mediática a la calle y ha comenzado a disparar. Ayer martes, pataleo en la portada de El País y en los informativos de la Cadena SER: “PRISA emprende acciones legales contra La Sexta, ElConfidencial.com y ElDiario.es”.

Captura de pantalla 2016-04-26 a la(s) 23.34.40

El País, diario de Cebrián, decía hace cuatro días en su editorial “Iglesias ataca a la prensa” cosas como, por ejemplo, que “el modelo de medios de comunicación de Pablo Iglesias es el de radio y televisiones bajo control público. Al estilo bolivariano”. La campaña de El País contra Pablo Iglesias ha sido dura, tanto desde las páginas de información como desde la opinión. Y no ha pasado nada. De hecho, cuando Iglesias se quejó de cómo le sacudían los medios de comunicación, El País creyó que estaba atentando contra la libertad de prensa: “Uno de los principios básicos de cualquier democracia es la defensa de la libertad de información”, decía el comienzo del editorial del diario de Cebrián el pasado día 22. Y sentenciaba: “la regla de juego básica de la prensa en una democracia es la veracidad, y que su labor fundamental es el control del poder para evitar abusos, corrupciones o agresiones gratuitas”.

Amén. Excepto, claro, cuando el protagonista de la noticia difundida por los medios de comunicación es Juan Luis Cebrián. Entonces no se trata de libertad de información o de controlar al poder para evitar abusos o corrupciones. Entonces se trata de difamación. Un cambio de paradigma, que diría Cebrián, al más puro estilo bolivariano.

1335273338_195782_1335273632_noticia_normal

Un motivo para NO ver la televisión

La violación de Nanking.

Autora: Iris Chang.

Editorial: Capitán Swing.

IrisChang_LaViolacionDeNanking

El ejército japonés conquistó Nanking, la capital de la China nacionalista, el 13 de diciembre de 1937. Una victoria que fue más allá de la política, y se convirtió en uno de los momentos más tristes y sangrientos de la historia de la humanidad, solo comparable al Holocausto nazi o al genocidio de Ruanda. En menos de dos meses los japoneses mataron, con extremada crueldad, a entre 250.000 y 350.000 hombres, mujeres y niños chinos. Más víctimas que en los bombardeos atómicos norteamericanos en Hiroshima (140.000) y Nagasaki (70.000). Incomprensiblemente, el suceso ha permanecido si no oculto, sí olvidado: “En su empeño por seguir eludiendo el juicio, los japoneses se han convertido en cabecillas de otra acción criminal. Tal y como el premio Nobel Elie Wiesel advirtió hace años, olvidar un holocausto es matar dos veces”.

La periodista norteamericana de origen chino Iris Chang no creía en el olvido, creía en el periodismo, y por eso contó en este texto doloroso, pero fascinante, todo lo que pasó en esas siete semanas de sangre y odio. “Mi mayor esperanza es que este libro inspire a otros autores e historiadores a investigar los relatos de los supervivientes de Nanking antes de que las últimas voces del pasado, que se van perdiendo cada año que pasa, callen para siempre. Y lo que quizá sea aún más importante: espero que agite la conciencia de Japón para que acepte la responsabilidad por este suceso”.

Memoria histórica, usted ya me entiende.

Entre 20.000 y 80.000 mujeres chinas fueron violadas, mutiladas, y destripadas en Nanking. Obligaron a los padres a violar a sus hijas, y a los hijos a sus madres. Y luego los castraron y desmembraron a todos. La tortura alcanzó momentos de insospechada sofisticación: colgaron a la gente de la lengua, les clavaron en las paredes, les enterraron vivos, les ofrecieron a perros hambrientos… Azuma Shiro, combatiente japonés que participó en la masacre, recuerda algunos momentos en unas cartas terribles que demuestran una ausencia absoluta de sentimiento de culpa: “Quizá, mientras la violábamos, la veíamos como a una mujer, pero cuando la matábamos solo pensábamos en ella como en un cerdo, o algo así”.

El historiador chino Wu Zhikeng asegura que si los muertos de Nanking se cogieran de la mano, unirían esa ciudad con otra situada a 200 millas de distancia. La sangre pesaría 1.200 toneladas y los cuerpos, que llenarían 2.500 vagones de tren, apilados unos sobre otros alcanzarían la altura de un edificio de 74 plantas.

“Un día el subteniente Ono nos dijo: “Aún no han matado a nadie, así que hoy vamos a hacer prácticas de matar. No deben considerar al chino como ser humano, sino como algo de bastante menos valor que un perro o un gato. ¡Sean valientes! Y ahora, aquellos que quieran presentarse voluntarios a las prácticas de matar, que den un paso adelante” (testimonio oral del recluta japonés Tajima).

“La violación de Nanking” es un libro duro, bien escrito y mejor documentado, que se lee con la boca abierta y los ojos como platos: husmea en algunas de las mayores miserias vividas por el ser humano. Un texto riguroso, atroz, bien enfocado y mejor resuelto, que no desentona en absoluto entre los clásicos del genocidio. Nazi, camboyano, armenio, ruandés, franquista… y japonés.