Hoy es un día que pasará a la historia de nuestro país: dentro de solo unas horas, a las 9 y media de la  noche, el estadio Santiago Bernabeu posiblemente se llene hasta la bandera para ver la final de la Copa del Rey, que disputarán el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Y estará abarrotado pese a que los precios de las entradas han alcanzado records históricos: el asiento más barato, ese desde el que los jugadores parecen hormigas, cuesta 50 euros, mientras que la localidad de tribuna alcanza los 275 euros.

Pagar 275 euros por asistir a un partido de fútbol podría parecer, en la España actual, un gesto obsceno. Cuando hablo de la España actual me refiero a la de los seis millones de parados, obviamente. La España de los desahucios, los comedores sociales, la fuga de cerebros, la miseria, el hambre, etc.

Pero no lo es: el fútbol es un lujo, y por tanto algo innecesario. Otra cosa sería que el balón estuviese relleno de gas butano… Le digo esto porque lo realmente obsceno es pagar 17,49 euros euros por una bombona de butano. Volvamos al comienzo del post…

Esta semana pasará a la historia de nuestro país, insisto. Según publicó el lunes el Boletín Oficial del Estado (BOE), el precio por cada kilogramo de butano (gas licuado de petróleo envasado) asciende a 1,142025 euros. Lo que supone que la bombona de butano clásica, naranja en su exterior y con 35 kilos de peso (12,5 kilos de gas), sube un 2,1 %, y pasa a costar 17,49 euros. 14,27 euros por su contenido, más el IVA (21%), más un nuevo impuesto aprobado por el Gobierno que fija en 15 euros por cada tonelada de butano. Una auténtica pasada. Bien es cierto que los días y las semanas para la historia de nuestro país han perdido mucho interés, puesto que se suceden a sorprendente velocidad: hace solo dos meses ya subió el precio de la bombona un 5%, con lo que desde enero habrá acumulado una subida del 7,2%. Pero una bombona siempre es una bombona…

Para más de ocho millones de usuarios se trata de un objeto de culto, un icono costumbrista, una fuente de energía cañí, e incluso un artefacto surrealista. Recuerde los personajes transporta-bombonas de las películas de Javier Fesser…La bombona de butano es mucho más que el tanque utilizado para distribuir gas licuado de petróleo, puesto que representa el hogar en paz, la comodidad de la familia, el bienestar de sus miembros. La funcional bombona aporta estabilidad y garantiza el futuro. Con la bombona nos hacemos la comida, templamos la habitación, calentamos el agua de la ducha. La bombona es la vida.

El resto son caprichos. Y dicho esto… ¡Forza Atleti!

Un motivo para NO ver la televisión

Greg ‘Stackhouse’ Prevost

Cd: Mississippi Murderer

Podría ser un New York Dolls, con sus mechas de colores, sus plataformas y su pinta de estrella glam. Un hermano perdido de Johnny Thunders. Pero es el líder de mi banda de garaje favorita, The Chesterfield Kings, y acaba de grabar un delicioso disco de blues clásico en solitario. Así es Greg ‘Stackhouse’ Prevost, una caja de sorpresas…

Los Chesterfield Kings, uno de los grupos apadrinados por Steve Van Zant, recuperan el espíritu de los primeros Stones. Nacidos en Rochester, Nueva York, a comienzos de los 80, han grabado media docena de discos, algunos de ellos memorables. El primero, “Here Are The Chesterfield Kings” y el segundo, “Stop!”, no deberían faltar en la discoteca de ningún aficionado al ritmo y el blues de los 60.

Tras más de 30 años juntos, los Kings necesitaban un periodo de reposo. “Mississippi Murderer” es el primer disco en solitario de Greg ‘Stackhouse’ Prevost. Doce temas de R&B y blues primitivo, con algo de garaje pero muchas más raíces del Delta. Están los Kinks y los Yardbirds, pero reinan Muddy Waters y Son House. Un disco áspero, auténtico, salvaje, primitivo…