You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Gil Scott-Heron


El Intermedio o el caos

Lo de El Intermedio se debe considerar, desde hace tiempo, una bendición. Tras tres programas majestuosos, el lunes con una Manuela Carmena inmensa que confiaba en la reinserción de Aguirre, el martes con Cifuentes y Carmona, y anoche con el psicoanálisis de la desquiciada lideresa, podemos decir que se ha convertido en un espacio tan necesario para el ciudadano como los ambulatorios, las panaderías o los bares. El Intermedio o el caos, que diría Mariano. Un español puede pasar perfectamente sin ver los informativos de televisión, tanto de cadenas públicas como de privadas: son un amasijo de noticias de medio pelo manipuladas con mayor o menor descaro. Pero si quiere estar informado no puede dejar de ver El Intermedio, “ahora les contaremos la verdad”, televisión inteligente para un público crítico que lucha por mantener activas sus constantes intelectuales. Sin El Intermedio muchos no terminaríamos de entender qué está pasando ahí fuera. Sin El Intermedio seríamos más tristes, menos libres.

El estado de forma de El Intermedio es tal que se le pueden perdonar incluso las entrevistas promocionales, tan largas y poco interesantes como la que realizaron el martes, un día caliente con Aguirre on fire, a un José Antonio Zarzalejos que presentaba su nuevo libro. Adivine usted la editorial. ¡Bingo! Planeta. Una entrevista que no desprestigia el programa, pero que lo intenta: Zarzalejos no solo se niega a responder a las preguntas interesantes, el patrimonio del rey Juan Carlos, sino que arremete contra el estado del periodismo y de unos medios de comunicación a los que no considera libres. Sí, unos medios con hipotecas, como por ejemplo esas televisiones obligadas a entrevistar a periodistas que editan libros en la editorial propietaria de la cadena.

Zarzalejos es la única mancha de El Intermedio en una semana en la que roza la perfección. El telespectador lo sabe: record absoluto el pasado lunes, con 3.291.000 espectadores y un 17,4%. Lo sabe incluso el presidente de RTVE, un José Antonio Sánchez rabioso que llamó “televisión de segunda” a la que solo es la segunda cadena de Atresmedia. Tras el fracaso obtenido con el estreno de “Así de claro”, el mugriento debate presentado por Buruaga (6.5% y 976.000), Sánchez enloquece y critica el excelente programa de La Sexta en la pasada noche electoral: “TVE no lo hubiera hecho así, estamos más en el mundo de las cadenas normales como Antena 3”. Pobre Sánchez, cerebro de mosquito y alma del PP, obligado a hundir la televisión pública a cambio de unas monedas.

El Intermedio se ha convertido en el único programa imprescindible de la televisión actual. Diga lo que diga José Antonio Sánchez, un presidente de segunda al que, espero, le quedan cuatro días.

Un motivo para NO ver la televisión

El buitre.

Autor: Gil Scott-Heron.

Editorial: Hoja de Lata.

Cubierta_Elbuitre

Gil Scott-Heron fue un poeta, un músico y un activista afroamericano que pasará a la historia por la canción recitada “La revolución no será televisada”: “La revolución no ocurrirá inmediatamente después de una noticia / Sobre un tornado blanco, un relámpago blanco o un hombre blanco… No podrás perderte en la heroína ni evadirte / Ni ir por una cerveza durante los comerciales… La revolución no se postulará otra vez / La revolución será en vivo”.

Escrito a finales de los años 60, “El buitre” es la primera novela de Gil Scott-Heron. Cuando el libro cayó en mis manos no podía creerlo: ¡Por fin traducida al castellano esta leyenda de la literatura underground USA! Desde las primeras páginas el texto está a la altura de las expectativas: “En los ojos de los yonquis se pueden leer muchas cosas. Y todas ellas hablan de la extinción en vida de hombres y mujeres. Era como si la muerte pasara a hacer la visita de rigor y se fuera sin estampar en la frente de la víctima el típico aviso. Como si se llevara el alma y el corazón, pero desechara el cuerpo lacio del superviviente por no tener valor”.

Pero cuidado, porque “El buitre” no es una novela entregada al poder destructor de las drogas. No estamos ante una melodía de Lou Reed, ni ante una dosis de Jim Carroll. Ni siquiera ante un thriller ambientado en el lado oscuro del gueto negro de Chelsea, en Nueva York. Gil Scott-Heron escribió una novela sobre la semilla de la revolución, y sobre la dureza de sus comienzos, las frustraciones del camino y el desengaño de la derrota. La semilla del black power, mezclada con el humo de la María, el sudor de los camellos, la sangre de los drogatas y un espíritu combativo que impregna cada página.

“Fue entonces cuando me convencí de que los negros de los Estados Unidos no se iban a unir nunca con la determinación suficiente para provocar una revolución a gran escala. La forma en que concebían la naturaleza de la revuelta era vaga y nebulosa. No sabían si la libertad significaba trabajar junto al hombre blanco con el mismo sueldo y, por tanto, necesitar una formación “blanca” o si iban a querer un estado independiente para el pueblo negro, como Texas o Misisipi. No sabía si querían integración o separación política, guerra o paz, vida o muerte. No sabían si querían cargarse a todos los blanquitos o salvar a unos pocos. Ni siquiera tenían una idea clara de lo que era ser progresistas. Malcolm decía que los progresistas no existían…”.

“El buitre” es una novela prodigiosa, con varios narradores y una estructura original, escrita por un visionario. Un Gil Scott-Heron que con apenas veinte años parece haber disfrutado de veinte vidas. “Aquello que llamábamos blackness, la negritud, un túnel de fantasía para la imaginación”, escribe en esta búsqueda de materiales con que construir la revolución.