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Sal gordita

En primer lugar, gracias a todos. Por mantener vivo el blog durante estos días de pasión y gloria. Y por hacerlo no con banalidades, sino con comentarios inteligentes, enlaces interesantes y toneladas de ironía y buen humor. Hacer un blog con lectores como los que tiene El Descodificador es muy sencillo. Y es un placer. Dicho esto, volvemos a la normalidad…

Durante estas jornadas de convalecencia apenas he visto televisión. Salvo partidos de fútbol, en todos sus formatos: directo, diferido, resúmenes, “Fiebre Maldini”… El fútbol puede convertirse, para los que no creemos en dios, en el sustituto natural tanto del analgésico como de la religión. La iglesia de la pelota redonda, que diría John Carlin. Entretiene, adormece, aletarga, aleja de la realidad y sus problemas. Los que confiamos nuestra fe en deidades terrenales, como Arda Turán, Maradona o Sócrates, encontramos en el fútbol un paraíso en la tierra. En tres semanas de baja apenas he visto un par de películas y media docena de informativos, el último de ellos tan surrealista como para tratar de justificar la huida motorizada de Esperanza Aguirre. Hace ya mucho de eso…

Husmeo en webs de televisión y diarios digitales para encontrar la noticia televisiva de las últimas semanas, aquella con la que retomar el blog. Y me doy de bruces con una que resulta fantástica en su patetismo: el periodista Alfonso Rojo llamó “gordita” a Ada Colau, portavoz de la PAH de Barcelona, en el debate La Sexta Noche, de la cadena progresista de Lara. “Está usted muy gordita para el hambre que se pasa en este país”, dijo. Indignado, el presentador del espacio de reflexión y análisis expulsó del plató al afamado reportero. “Lo siento, tío, con todo el dolor de mi corazón”. ¿Expulsado para siempre, entre abucheos y lanzamiento de hortalizas, de La Sexta? No, tampoco es para tanto. Gordita. Cinco minutos después el mismo presentador, recuperado de tamaña insolencia, admitió a Rojo con los brazos abiertos. Acabada la pantomima, el espectáculo debe continuar…

Liderados por Ferreras, los presentadores de La Sexta se han propuesto convertirse en el no va más de la progresía, el compromiso y la coherencia. Lástima de estos pequeños detalles chuscos. ¿La Secta? De ninguna manera: esto no es cuestión de ideas o creencias. Esto tiene que ver con la pasta y el poder, con  las influencias y las audiencias, con la rentabilidad y los beneficios. ¿Sesgados políticamente? Alguien tiene que hacerse con los beneficios que generan los abandonados telespectadores de izquierdas.

Beneficios que, por cierto, se reparten sin problemas entre periodistas progresistas y tertulianos facciosos. “Yo NUNCA cobro por ir a televisión. Los mercenarios q insultan y difaman, sí lo hacen”, dijo Colau en su cuenta de Twitter. “La siguen 126.000 piojos”, afirmó Rojo sobre los seguidores de Colau en la red social. No olvidemos que el “gordita” de Rojo, su forma de hacer periodismo, están financiados por La Sexta, cadena que lejos de evitar ese tipo de tertulianos impresentables los ha convertido en la sal y pimienta de sus espacios de debate.

Las tertulias de La Sexta ganan audiencia sin parar, con lo que eso supone económicamente. La razón de su éxito es muy sencilla: cada día se parecen más a “El gato al agua” e incluso, si me apura, a “Sálvame”. Sal gorda, gordita. Es lo fácil. Es lo rentable. Es periodismo amarillo. Tu haces el trabajo sucio y la insultas, yo me pongo digno y te expulso cinco minutos, lo petamos y repartimos. Tío.

P.D.

Telecinco…

Telecinco

 

Un motivo para NO ver la televisión.

De París a Monastir.
Autor: Gaziel.
Editorial: Libros del Asteroide.

De parís...

Del periodismo de chichi nabo, ese que convierte el insulto y la descalificación en su razón de ser, al viejo periodismo ilustrado, ese en el que los reporteros, fíjese lo que le voy a decir, viajaban realmente al lugar de la noticia. Porque Gaziel, seudónimo de Agustí Calvet, estuvo realmente en los lugares que tan brillantemente describe en este libro, un clásico del reporterismo español.

“¿Qué nos está reservado para el día de hoy? En estos viajes de aventuras cada despertar es un sobresalto. Todos los días, al abrir los ojos, hay que preguntarse dónde estamos, qué sucesos nos aguardan, qué gentes nos rodean y qué lengua es preciso improvisar o balbucir para seguir adelante…”, escribe Gaziel en un libro que es, al tiempo, de viajes, de periodismo y de aventura. Gaziel fue uno de los grandes periodistas españoles del primer tercio del siglo XX, y recuperar sus textos siempre es motivo de alegría. Escribió artículos brillantes sobre la Gran Guerra, describió con maestría tanto las ciudades como el ambiente de las mismas y a sus habitantes, y analizó con precisión cada momento político, cada circunstancia social. Fue un reportero reposado y sereno que describió con precisión, filosofía y elegancia el mundo que le rodeaba.

En “De París a Monastir” Gaziel narra el viaje que le lleva de la capital de Francia a la ciudad serbia, en lo que es una larga e intensa crónica del caliente momento que atraviesa el sur de Europa en 1915. Cada capítulo es una pequeña novela, tanto por la brillante técnica literaria utilizada como por los episodios narrados, reales pero fantásticos. Un clásico del periodismo español felizmente recuperado.

Periodismo paralelo

Julio Somoano, director de informativos de Televisión Española, ha contratado a cinco periodistas ajenos a la cadena pública. Y lo ha hecho pese a que en TVE se están produciendo recortes de personal, tienen lugar grandes restricciones económicas y se firman convenios a la baja. ¿Para qué quiere Somoano cinco periodistas externos cuando tiene una redacción magnífica? Pues todo parece indicar que para sentirse arropado por gente con la que ya ha trabajado, profesionales cercanos en los que poder confiar. Quién sabe si ex compañeros de Telemadrid, esa cadena modélica en la que Somoano dirigió y presentó el informativo de las nueve de la noche.

Autor de la tesis de máster “Estrategia de comunicación para el triunfo del Partido Popular en las próximas elecciones generales”, Somoano no termina de confiar en el rigor de los profesiones de TVE a la hora cubrir esas informaciones delicadas que tanto preocupan a los ciudadanos. Ya sabe, desde el caso Gürtel a los papeles de Bárcenas, pasando por los pelotazos en Ceuta y Melilla, los recortes en Sanidad y Educación, el problema catalán o Urdangarín y la trama Nóos. Es posible que busque el rigor fuera, quizá en alguno de los medios donde trabajó con anterioridad.

Somoano ha hundido los informativos de TVE, como están hundidos los informativos de sus colegas de Telemadrid. Hundidos en cuanto a credibilidad, y también en audiencia. No importa. La misión para que fue contratado Somoano no es para hacer unos grandes informativos, periodismo de verdad financiado por unos españoles que necesitan el rigor de una televisión pública de calidad. Somoano fue fichado para telemadrileñizar TVE. Es decir, para poner los informativos de TVE en manos del Gobierno de Mariano Rajoy, como están los de Telemadrid en las de Ignacio González.

Es decir, que Somoano no quiere que en los telediarios se cuenten las cosas como son, sino como le viene bien a Rajoy que sean. Y para eso, en estos momentos tan delicados, tanto para un Gobierno corrupto como para una población atropellada, necesita ayuda externa.

Y es que Somoano en realidad no es un periodista, es un político propagandista disfrazado de informador. Fue nombrado jefe de informativos de TVE para que repitiese en la televisión pública española el trabajo de distorsión de la realidad realizado en la televisión pública madrileña. Su descaro es tal que los trabajadores de TVE han denunciado en asamblea la creación de una “redacción paralela”, circunstancia por la que han mostrado “una enorme preocupación”.

Duplicidad de redacciones. Periodismos paralelos en TVE y Telemadrid. Dos cadenas públicas al servicio del PP.

El Roto

Un motivo para NO ver la televisión

De París a Monastir.
Autor: Gaziel.
Editorial: Libros del Asteroide.

De paris...

Gaziel es el seudónimo de Agustí Calvet, periodista catalán que escribió a comienzos del siglo XX algunos reportajes memorables. Director de La Vanguardia entre 1920 y 1936, Gaziel firmó análisis políticos, crónicas de guerra, memorias personales y, por supuesto, libros de viajes. Este “De París a Monastir” reúne pinceladas de lo mejor de su obra en un texto imprescindible tanto para periodistas consagrados como para aspirantes a narradores de la realidad.

El estilo de Gaziel en este libro es claramente periodístico: Gaziel cuenta lo que ve. Y lo hace endiabladamente bien. El viaje comienza en 1915, cuando el protagonista, un tipo tremendamente curioso, ansioso por aprender, sale de París dispuesto a ver, comprender y narrar cómo arranca la Primera Guerra Mundial. Para ello elige la región de los Balcanes. Grecia y Serbia son los lugares donde se centra una historia que tiene algo de viaje iniciático, periodísticamente hablando, los laterales de un conflicto que Gaziel analiza desde la proximidad.

“Un prosista eficaz, elegante, con un sobrio equilibrio entre lo dramático y lo irónico”, escribió de él Félix de Azúa. Y así queda claro en este “De París a Monastir”, la crónica elegante y perfectamente equilibrada entre información y opinión que, pese a estar publicada en 1917, se lee como si hubiese sido escrita hace solo unas semanas. Un clásico del periodismo atemporal y de la literatura viajera.