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Roures mete miedo

No me malinterpreten… El capo del imperio Mediapro-Imagina quizá no se ajuste a los cánones que actualmente definen la  metrosexualidad, ese sumum de la belleza masculina, pero en este blog procuramos no juzgar a las personas por su aspecto físico. Me temo que no estamos para tirar cohetes… Digo que Jaume Roures mete miedo porque ha elegido ese sistema, amedrentar, para intentar silenciar al maestro Ferran Monegal, seguramente el mejor crítico de televisión de este país. Roures y Monegal se vieron ayer las caras, metafóricamente hablando, en el juzgado de Primera Instancia número 4 de Barcelona: el primero acusa al segundo de “graves manifestaciones” y de “falsedad”, le insta a que se “retracte” por lo mucho que está sufriendo su “dignidad” y su “honor”. Y en caso de no retractarse, le amenaza con interponerle una querella “por delitos de injurias y calumnias”. Lean, lean…

No me digan que no da pavor… Todo un empresario de izquierdas, con su propio periódico, su propia productora de cine, su propia televisión en abierto y su propia televisión de pago, entre otras muchas posesiones, demandando a un pobre plumilla pajarero. ¿Dónde se ha visto semejante metedura… de miedo?

Y todo por un comentario de Monegal sobre una entrevista a Roures en el programa de “Buenafuente” (En La Sexta, ya saben, la cadena de Roures). No habló Monegal de mamporrerismo ni de felaciones en directo, ni nada por el estilo, dios le libre. Simplemente recordó, ante el comentario de Roures sobre la entrada de capital de fondo estadounidense Liberty en Prisa, que nadie está libre de trafullos: “se ha publicado que las empresas de matrices de Mediapro están radicadas en Holanda. Quizá incluso en las Antillas holandesas”. Acabáramos…

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Roures quiere que Monegal rectifique. Dice que su dignidad y su honor están sufriendo. Cómo debe estar padeciendo este pobre marxista rico…

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P.D.

“Algo pasa con Marta” (La Sexta) comienza, qué sorpresa, con un monólogo. Y un chascarrillo fabuloso: “Ligo menos que Bob Esponja”. El despliegue de imaginación y talento no acaba ahí, puesto que la presentadora hace pasar a un chico que habla por teléfono con Diego, su novio, y le pide que se case con él. Todo muy emocionante, imagínese. Inmediatamente después el invitado es Oscar, un chaval que busca el amor y conoce, vía web-chat televisivo, a Jessica, Gema y a otra Gema… Una cuadra de chavalas que le ha preparado La Sexta para que elija yegua. Escoge a Gema de Barcelona…“Si estáis buscando pareja, o un rollito, llamadnos y haremos lo posible para que encontréis a esa persona”, dice la buena de Marta.

Tal y como está de agresivo y peleón el panorama audiovisual, un talk show para adolescentes como “Algo pasa con Marta” no parece tener mucho futuro. Están a tiempo de dar un giro ganador: sustituyan a la presentadora actual, la actriz de El Internado, por alguna atleta famosa en paro, escriban un guión agresivo con camellos, drogatas y sustancias estupefacientes, y añadan un apellido al título. Ahí tienen el nuevo éxito de La Sexta: “Algo pasa con Marta… Domínguez”.

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Un motivo para NO ver la televisión

No voy a salir de aquí.

Autor: Micah P. Hinson.

Editorial: Alpha Decay.

Micah P. Hinson es un músico norteamericano que escribe. “No voy a salir de aquí” es un librito breve, muy breve, intenso en algunos momentos, en general apasionante, que se lee de una sentada. El autor disfruta contando historias, y eso se nota. El autor es un tipo melancólico, ya lo sabíamos por su música, que tiene una especial sensibilidad para describir situaciones tristes, personajes en proceso de hundimiento y sonidos desgarrados.

“No voy a salir de aquí” es un libro, pero también podría ser un disco a la vieja usanza. Un elepé doble de vinilo con 27 canciones, otros tantos capítulos, que describen un mundo que no siempre va sobre ruedas. Ya sabíamos que Micah P. Hinson parecía capaz de grabar algún día un gran disco. Ahora también sabemos que es muy posible que algún día escriba un gran libro.

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el progreso y los libros

“Los avanzados son los más cavernícolas”. Llorenç Villalonga.

Hace años yo tenía un librero. Cada vez que podía me escapaba del trabajo y me pasaba por su librería, en la madrileña calle San Bernardo, para hojear las novedades, escuchar sus recomendaciones y comprar un par de dosis de felicidad. Ese librero, que conocía su trabajo y jamás me vendió un libro malo, me obligó a comprar los primeros títulos editados en España de dos escritores entonces completamente desconocidos: Corman McCarthy y J.M. Coetzee. Sólo por eso le estaré siempre agradecido.


Pero un buen día la librería cerró. El progreso: un solar como ese en el centro de Madrid merecía mucho más que papel y polvo. Construirían apartamentos, y los libros se mudarían a otro local más moderno de la misma calle. Han pasado los años, han cambiado los libreros, y en mi vieja librería ya nadie me descubre a los nuevos McCarthy o Coetzee. Eso sí, me preguntan si quiero el capuchino con leche entera o desnatada: la que fue mi librería ahora es un bistró literario. Ya saben, un lugar de encuentro entre el arte y la cultura. Aunque yo preferiría que cuando les pregunto por el nuevo libro de Thomas Pynchon no tuviese que deletrearles el nombre…

Las pequeñas librerías mueren en nombre del progreso y de las grandes superficies multiculturales. ¿Multiculturales? Nada tan triste como hacer una consulta a los dependientes, que no libreros, de la FNAC, absolutamente inútiles si no cuentan con la ayuda del ordenador. “¿Pichón con p de París? A ver, a ver… Un momento que se ha bloqueado el ordenado. A ver… Debería haber algún libro en la cuarta balda del segundo pasillo”.

Los resultados de este imparable progreso no se hacen esperar. Cuenta Ruíz Mantilla en El País que “la crisis llena de libros devueltos los almacenes”. Las ventas han caído hasta en un 34%. Dicen que la culpa es de la piratería y de la ausencia de best sellers, pero yo creo que eso es buscar a los culpables en montañas muy lejanas. ¿Y si la responsabilidad fuese de las grandes editoriales, de su ausencia de criterio y del desprecio por las canteras de lectores, por las pequeñas librerías?

Tras la debacle del mercado del disco, las editoriales deberían haber tomado nota y haber puesto sus barbas a remojar. No lo han hecho. Ahora sólo les queda llorar sus miserias mientras se toman un capuchino con leche descremada y sacarina en algún bistró literario multicultural.

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P.D.1

Jorge Javier Vázquez, el mayor generador de excrementos de la televisión española (con permiso de Jordi González), la ha tomado con Ferrán Monegal, el crítico de televisión por excelencia. Desde su púlpito en Telecinco, el final de la cadena digestiva, y ante el regocijo de sus palmeros, el flamante premio Ondas se cachondeó de Monegal con el gracejo y la ironía que sólo un triunfador audiovisual podría lucir: “hay tres opciones: que sea gilipollas, que actúe con mala leche o que sea un desinformado… a lo mejor es una mezcla de las tres”.

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Ferrán Monegal dormido reúne más actividad neuronal que toda la cuadrilla de Jorge Javier Vázquez durante la realización de un programa. Y no lo digo por la condición de pajarero del crítico, que nos une, sino por sus más de 16 años escribiendo acertadas crónicas sobre un medio de comunicación en descomposición. ¿Imaginan al negro de Ana Rosa Quintana diciendo que Dostoievski era gilipollas? Pues eso es lo que ha hecho Vázquez con Monegal: confirmar su ignorancia supina, su desbordada soberbia, su apuesta por el embrutecimiento y la telebasura.

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P.D.2

¡Atención, noticia bomba! El ser vivo con los testículos más grandes no es Sánchez Dragó, el eyaculador interior más famoso del planeta. Ni tampoco Pérez Reverte. El bicho más huevón del mundo no es humano, se llama Platycleis affinis y es un saltamontes costero que, eso sí, los tiene como melones: sus criadillas constituyen aproximadamente el 14% de su peso corporal. “La función de sus grandes testículos es aparearse con muchas hembras”, asegura la crónica de El Mundo.

Me quedo un poco más

Un servidor está lejos, pero no aislado, y se entera de las cosas que pasan en España. Y nada más enterarse, llama a la compañía aérea con la que tiene billete de vuelta y pregunta por las posibilidades de retrasar el regreso. ¿Para cuándo, señor? Quizá de manera indefinida: soy español. Pero ¿Qué me dice? su selección ha ganado la Copa del Mundo de fútbol, ¡enhorabuena! Sí, pero en la fiesta para recibir a los jugadores han cantado Bisbal y Manolo Escobar, este último su “¡Qué viva España!”. Vaya, señor, lo siento mucho, no sé qué decirle, cambiar su billete es complicado… Y es que, además, el maestro Ferrán Monegal asegura que Blas Piñar, el prototipo de facha, es el máximo candidato a nuevo tertuliano en Intereconomía. ¿Cuántos meses quiere retrasar su regreso, señor?


Espere, espere, que también me he enterado de que la Cope, la radio de la Conferencia Episcopal, piensa sacar cada año del cestillo 9,5 millones de euros para pagar los fichajes de media sección de deportes de la cadena SER. Y de que Zapatero, el presidente de nuestro Gobierno, recibe hoy en Moncloa al sanguinario presidente de Ruanda Paul Kagame, responsable de la muerte de miles de hutus y acusado de genocidio por la Audiencia Nacional. Y… No me diga más, señor, ¿Le viene bien 2030? Para entonces puedo ofrecerle pasillo y ventanilla…

Espere, espere, que la cosa no acaba aquí… Acabo de enterarme de que Astrid Vargas, la directora del Plan de Cría en Cautividad del Lince Ibérico, abandona el proyecto. La mujer que en siete años ha conseguido lo que decenas de hombres no lograron en décadas, ofrecer una oportunidad de supervivencia al felino más amenazado del mundo, se marcha. No he podido hablar con ella, pero todo parece indicar que regresan los viejos fantasmas: “El Ministerio no le ha facilitado una posición laboral estable ni le ha prestado el apoyo que merecía”, asegura Fernando Hiraldo, director de la Estación Biológica de Doñana.

La falta de respeto por la naturaleza que existe en España sólo se puede comparar con la devoción por la naturaleza que existe en el norte de América. Me parece que me voy a quedar por aquí un poco más…