Castilla-La Mancha se hunde. El pueblo se encuentra  al límite de sus fuerzas. La gente está desmoralizada. El desorden y la anarquía amenazan con destruir la sociedad del bienestar en  esta Comunidad. La revuelta social está a la vuelta de la esquina. Casi puedo ver a los constructores huyendo a Suiza y oler los cajeros automáticos en llamas. Como responsable padre de familia solo pienso en conseguir armas y munición, acaparar comida, atrancar puertas y ventanas, y recuperar oraciones olvidadas. El caos es solo cuestión de días: sin fútbol, con las farmacias en huelga y los abrevaderos cerrando (3.221 bares han chapado en España el último año) no existe el futuro. Sin drogas legales, más temprano que tarde la heroína, la cocaína y el crack entrarán en unos hogares, los nuestros, que antes cubrían sus necesidades emocionales con un Osasuna-Valencia, un par de gelocalites y media docena de gin tonics. Alguien, completamente desesperado, podría incluso pararse a pensar. El apocalipsis llama a la puerta de la comunidad de Almodóvar, el atascaburras y el aeropuerto sin aviones. ¡Socorro!

Sin fútbol, ni farmacias, ni bares, me temo que al castellano manchego no le merezca la pena vivir. Por eso solo puedo alabar la brillante reacción de María Dolores de Cospedal, nuestra gloriosa presidenta, que ante la gravedad de la situación ha tomado una medida urgente: declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la fiesta de los toros. ¡Una gran decisión! Las corridas se convertirán en el último refugio de nuestra población. La metadona de Castilla-La Mancha.

¡Atención! ¡Última hora! Justo cuando escribo estas líneas la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) han llegado a un acuerdo: habrá Liga este fin de semana. Repito: ¡Habrá Liga este fin de semana! Dios aprieta, pero no ahoga…¡Castilla La Mancha se ha salvado!