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La coronilla

Telecinco estrenó anoche una miniserie sobre la figura del rey Juan Carlos. ¿Dónde está la noticia?, se preguntará el lector de un blog como éste, crítico con una monarquía amojamada que intenta salvar el cuello con un proceso de modernización tan apresurado como irrelevante. Pues muy sencillo: la noticia es que el papel estelar, el del cazador arrepentido que no lo volverá a hacer más, NO lo interpreta Juanjo Puigcorbé, el actor que mejor ha sabido reflejar la mediocridad de una figura incapaz de aguantar el discurrir de la historia.

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El nuevo rey está interpretado por tres actores, tantos como etapas de la vida del monarca muestra Telecinco en prime time: niñez, adolescencia y madurez. Y en ninguna de ellas está Puigcorbé, maldita sea. Lástima, porque igual que no hay una juerga de verdad sin una canción de los Stones, no hay un biopic sobre el rey Juan Carlos sin Puigcorbé haciendo el papel de bobo de baba (no se pierda la mirada de lechuguino de la imagen superior). Y es que el actor catalán es un clásico de la interpretación monárquica, tras ofrecer una memorable versión de Juan Carlos, en la serie “Felipe y Letizia”, y darlo todo como don Juan de Borbón en “Sofía”.

Solo Iñaki Urdangarín ha hecho tanto como Telecinco y sus miniseries por el fin de la Monarquía y la llegada de la República. Y es que cuando el ciudadano está hasta la coronilla, nunca mejor dicho, de todo lo que rodea a este sistema hereditario de poder, llegan los chicos de Vasile y ponen en antena una mini-serie sobre el jefe del clan… del elefante cavernario.

“El rey” comienza en 1948, cuando el protagonista cumple diez años y llega a España para formarse a la imagen y semejanza de Francisco Franco, que se dice pronto. El primer capítulo de “El rey” acaba en 1960, y el último en 1993, con la muerte de Juan de Borbón, padre del protagonista. ¡Se dejan fuera toda la chicha! Corinna, el caso Urdangarín, la cadera rota en la cacería de elefantes…

Así las cosas, la serie se me queda pequeña. El cuerpo me pedía carnaza, escándalos y corrupción a cascoporro, y Telecinco me ofreció historia. Una historia con minúsculas, evidentemente: ese acento andaluz de Cármen Polo… El resto, pura baba, auténtica adulación, un burdo intento por diferenciar al dictador de su discípulo. “¿Pretende que mi hijo vaya al desfile de la victoria, un acto franquista?”, se queja desde el exilio en Estoril un don Juan todo digno. Y es que Franco era muy, muy, malo, y los borbones tan, tan buenos… Excepto cuando tenían un arma en las manos: la escena en la que cubren el cuerpo de Alfonso, el hermano muerto, con una bandera de España, resulta especialmente patética en su dramatismo. “No me mires así, papa, por favor”, suplica un Juan Carlos tan increíble en la ficción como en la realidad.

Actores irregulares, decorados dignos, ritmo perezoso, saltos en la narración, tradiciones dinámicas, muchos fachas, tópicos monárquicos, un Juan Carlos guapo, listo, valiente, honrado, corajudo, enamoradizo… “El Rey de Telecinco es como el Juego de Tronos español”, ha dicho uno de los actores de la serie, a modo de resumen. No se crean ni una palabra. De nada.

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Un motivo para NO ver la televisión

Eric Sardinas & Big Motor.

Cd: Boomerang.

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Descubrí a Sardinas, un bluesman montaraz nacido en Florida, allá por 1999, cuando publicó un sorprendente disco de debut llamado “Treath Me Right”. Sorprendente por varias razones: Eric tocaba un dobro, la guitarra con el cuerpo metálico, arrastrando el slide y utilizando afinaciones abiertas, y sonaba absolutamente asilvestrado y salvaje. Era blues en esencia acústico a bordo de un tren de mercancías a punto de descarrilar. Un disco especial.

Eric Sardinas editó más discos, e incluso visitó España en diferentes ocasiones. Ya no sorprende como entonces, pero sigue siendo igual de creíble y de brutal. Blues-rock pesado, boogie, heavy blues… Interpretado todo ello con la energía de un caballo desbocado, pero de forma increíble sin olvidar a los clásicos, esos bluesman acústicos con los que Sardinas aprendió a dominar el instrumento. Imprescindible para superar la pérdida del gran Johnny Winter.