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Un país de luto

La vida se va a negro. Con doña Cayetana en el hoyo y la Pantoja en penumbra se nos hace de noche. Con la duquesa en el agujero y la folclórica en la puerta del trullo, todo un país, España, se queda a oscuras. Las tinieblas. ¿Qué ha sido del sol de Andalucía, de la copla y el baile, de las alegrías y las bulerías, del rebujito y el olor de los galanes de noche, de la devoción a dios todopoderoso? Las hermandades de Sevilla están de luto, como lo están los toreros artistas, los fabricantes de trajes de flamenca, los cortadores de jamón Joselito y hasta los gitanos buenos (los que cantan en las fiestas de los ricos, no los que recogen chatarra). Huérfanos, así nos quedamos los españoles sin la duquesa y sin la cachulina. Sin la mujer tropecientas veces Grande de España y sin la viuda de Paquirri. Qué digo de Paquirri… ¡De ESPAÑA! Sin terrateniente y sin defraudadora. El quebranto. En sus atalayas, las vírgenes de escayola lloran lágrimas de Betadine. No nos queda nada, salvo Cayetano y Paquirrín, jockey y disc jockey, dignos herederos del talento materno.

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La capilla de la Hermandad de los Gitanos de Sevilla y la cárcel de Alcalá de Guadaira, donde reposarán en breve los restos del orgullo sureño, se convertirán en el epicentro de un país consumido por el dolor. Kilómetro cero del sentir de todo un rebaño. Un día de luto en Sevilla, dos años sin luz en Cantora. Los ciudadanos salen a la calle (3,7 millones de españoles no podrán calentar sus casas adecuadamente en invierno) para llorar su pena mora, y se golpean el pecho con saña, y se abrazan tembloros, y se secan los ojos y, si les invitan al velatorio, se beben unas copitas de anís: ¡“Siempre se van los mejores, maldita sea nuestra estampa!”, gimen lacayos y corderos.

“La nobleza de la sencillez”, dice monseñor Amigo Vallejo, refugio espiritual de la duquesa. “La justicia no es igual para todos”, maldice la presidenta del Club de Fans de Isabel Pantoja. Los medios de comunicación no dan abasto. Las televisiones recogen en directo la llegada de una corona del presidente del Gobierno Mariano Rajoy. ¿A Alcalá de Guadaira? No, al Palacio de Dueñas. Incluso la socialista obrera Susana Díaz se deshace en elogios hacia la mujer que deja un patrimonio valorado en 2.800 millones de euros. Un patrimonio que, según técnicos del Ministerio de Hacienda, está exento del pago de impuestos en un 90%.

“Sé de muy buenas fuentes que la duquesa de Alba ha dado más de un millón de euros a los necesitados”, dice la reportera de Antena 3 desplazada a la casa de la fallecida. Defiende a la aristócrata de esa manera tan documentada, más de un millón de euros a los necesitados, de las insidias de un tertuliano que habla de excesos, de terratenientes, de rentistas, de vivir sin dar golpe. Castillos en Galicia, palacios en Castilla, latifundios en Andalucía… ¡Maldito antisistema! ¡Despreciable comunista! Si no has vibrado con las canciones de la Pantoja, si no las has pasado canutas tratando de entender a la duquesa, no mereces pertenecer a este país, el orgullo de una Europa que envidia nuestro sol, nuestras moscas, nuestras leyes de transparencia, nuestras famosas corruptas, nuestras oligarcas campechanas.

Un motivo para NO ver la televisión

Paco de Lucía: la búsqueda.

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Emocionante documental sobre Paco de Lucía, guitarrista genial y hombre humilde, dirigido por Curro García, hijo del músico. Rodada durante tres años en Madrid, Algeciras, Las Vegas y Nueva York, la cinta arranca en la casa del artista en Mallorca. Las guitarras en sus fundas, barba de cuatro días, cigarrillo en la boca. Francisco Sánchez Gómez, Paco el de la Lucía, el de la portuguesa, sale de gira. Imágenes de conciertos recientes dan paso a una biografía visual y sonora de uno de los grandes talentos de este país. Está su hermano Pepe y Camarón, pero también Sabicas y, por supuesto, Carlos Santana, John McLaughlin, Estrella Morente, Chick Corea, Rubén Blades, Carles Benavent y Jorge Pardo. Grandes músicos que se rinden a un genio tímido, modesto, prudente y divertido.

Unos días antes de finalizar el rodaje la muerte sorprendió a Paco en una playa de México, lugar de buceo y reposo. Algo que no afecta en absoluto a un documental sincero, que describe la vida de un hombre cuya influencia va mucho más allá del flamenco. Sombrío en ocasiones, introvertido siempre, la estrella aparece cansada y llena de dudas. Un volcán en el escenario, un hombre fatigado, sencillo y afable sin la guitarra en la mano. Imprescindible.

 

La zorra y el pajarraco

Se han casado Cayetana Fitz-James Stuart y Alfonso Díez Carabantes. El amor ha conseguido en un pis pas lo que la lucha social, las revoluciones obreras y la democracia no han logrado en siglos: que dos clases sociales antagónicas, los grandes de España y sus empleados, la aristocracia y el funcionariado, se reúnan en torno a una mesa nupcial y coman langostinos, todos, hasta reventar. ¡Qué alegría, qué alboroto! Ayer la feliz pareja, que suma 143 años de experiencia vital, pasó por el altar. Y gracias a dios pudieron consumar el sagrado matrimonio, en una noche de bodas que sin duda rezumó pasión, lujuria y fluidos corporales a cascoporro. Desde el enlace entre Felipe y Leticia, otro emocionante ejemplo de emulsión de sangres inmiscibles, no asistíamos a un show amoroso de semejante calaña.

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