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Más de lo mismo

Noche caliente para la ficción española con el estreno, a la misma hora y en las dos grandes cadenas privadas, de dos nuevas series: “Velvet” (Antena 3) y “B&B” (Telecinco). Podría decir que los posos de crítico de televisión que aún conservo se pusieron de inmediato en ebullición, ante semejante enfrentamiento en la cumbre de la cadena trófica audiovisual, pero mentiría: hace falta algo más que versiones de “Tiempo entre costuras” y “Periodistas”, vendidas eso sí como grandes novedades, para despertar el interés de quien piensa que la ficción española comercial ya ha dado de sí todo lo que podía dar. Se trata de una industria que, visto lo visto anoche, se limita a sobrevivir, a rentabilizar prestigios pasados, a repetirse.

Son las diez y media pasadas, y tengo el mando de la tele en la mano, un ojo en Antena 3 y otro en Telecinco. Esto no es vida. Las cadenas, que mantienen criterios y estrategias difíciles de comprender, no respetan a nadie. Y al telespectador, menos: al colocar estos dos nuevos productos en la noche del lunes, desplazan a “La que se avecina” y “El corazón del océano”. ¿Y los seguidores de estos dos programas? Que se jodan…

velvet

Decía que esto no es vida. Y lo es aún menos cuando aparece Miguel Ángel Silvestre como protagonista de “Velvet”, según Antena 3 “un drama romántico con un elenco de matrícula de honor”. Una nueva serie nostálgica, con ese tono neblinoso, como de purgatorio, con que pretenden crear ambiente vintage. Lo dicho: más de lo mismo.

“B&B” es, aseguran en Telecinco, “una comedia de enredo y sentimientos para todos los públicos ambientada en la redacción de una revista de actualidad y tendencias”. ¿Le suena eso de “revista de actualidad y tendencias”? Sí, hombre, como Vanity pero en más cutre, más popular, más cerca del “Diez Minutos”. La eterna historia de una redacción, de cartón piedra, con sus líos, sus miserias y sus amoríos, para consumo masivo de familias sin excesivo criterio.

B&B

El mando echa chispas, tengo que reconocerlo. Pero no por “Velvet” y “B&B”, qué va. Es lo mismo que hemos visto mil y una veces. Más lujo el primero, más populachero el segundo. El mando está más caliente que el asfalto de Georgia porque, a la misma hora en que las dos cadenas líderes han programado sus nuevas series, el Málaga y la Real Sociedad están jugando en Cuatro, partidazo, y en La Dos (TVE) ponen una gran película: “Animal kingdom”. Elijo una de las dos últimas opciones y arranco las pilas del mando.

P.D.

¿Quiere leer usted una noticia realmente interesante sobre la ficción española? Aquí la tiene: “TVE exigió a la productora de ‘Cuéntame’ cambiar los guiones para no ensalzar la victoria de Felipe González en el 82”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El árbol del ahorcado.

Autor: Dorothy M. Johnson.

Editorial: Valdemar / Frontera.

El arbol

Hace ya un par de años comentábamos en esta sección “Indian Contry”, un libro de la misma autora que el que presentamos hoy lanzado por la misma editorial. Era el título que inauguraba la colección Frontera, dedicada por entero a la narrativa western. Pues ahora retoman a la autora de aquellas vibrantes narraciones, la gran Dorothy M. Johnson, para ofrecer una nueva colección, en este caso de diez historias sin desperdicio alguno.

Una edición como siempre impecable, y una gran traducción, para relatos editados en la década de los cincuenta en revistas como Saturday Evening Post, Argosy, Collier’s o Cosmopolitan. Relatos que mantienen la temática habitual en los textos de Dorothy M. Johnson, pero relegando a los indios a un segundo plano. Aquí están todos los habitantes humanos del salvaje Oeste, desde los buscadores de oro a los tramperos, desde los predicadores de pacotilla a los tahúres de saloon.

“Y otros relatos de la frontera”, reza el subtítulo de este libro intenso, vibrante, maravilloso, en el que destaca el relato que le da nombre. Imprescindible.

Entregar las películas y disolverse

Doctor ¿es posible que me guste el cine y me importen un pimiento actores y directores? Se lo pregunto porque disfruto viendo “No habrá paz para los malvados” o “Un cuento chino”, pero no me interesa absolutamente nada ni lo que pueda contarme Antonio Banderas ni el vestido que se ponga María León. Es decir, que la ceremonia de los premios Goya, la llamada de manera un tanto prosaica “fiesta del cine español”, me parece un coñazo insufrible. ¿Será que carezco de sensibilidad? ¿Soy un ignorante antistema? ¿El glamour y yo somos inmiscibles?

En los Goya se supone que hay glamour a cascoporro. Yo escribo con unas décimas de fiebre, viendo la tele desde la mesa camilla, con el brasero en marcha, una mantita sobre las rodillas y una taza de manzanilla con anís entre las manos. Quizá por eso cuando enfocan a Almodóvar solo veo a un manchego con un erizo en la cabeza. Y cuando aparece el ministro Wert me encuentro con toda la mediocridad del Gobierno. Y cuando escucho el discurso González Macho, “internet no forma parte aún de nuestra economía”, me parece que retrocedemos en el tiempo. Doctor ¿Por qué todas las galas de los Goya me parecen la misma pero con un presentador diferente?

El presentador… Comentario aparte merece Eva Hache, la anfitriona de esta última edición, mujer que sin duda tiene un elevadísimo concepto de sí misma. Durante la promo del Telediario dio a entender que ella era el centro de la fiesta. Lo que parecía una broma sin gracia se trataba, en realidad, de un adelanto del contenido de esta 26 edición de los Goya. Hache comenzó cantando y bailando, con el Duque y Belén Rueda como comparsas, jadeándose con frases como “¡Esta es mi noche!” o “¡El público me adora!”. Diez minutos agotadores. El principio del fin.

Superado el primer baile y la primera tanda de chistes, Hache inicia un monólogo pesadísimo que da paso a las primeras nominaciones. ¿Los Goya? No, los Hache. Tras los primeros galardones, la mujer se cambia una y otra vez de traje y regresa para seguir acaparando protagonismo: da paso a unos vídeo-montajes sobre las películas favoritas en los que aparecía Coronado con… Eva Hache, las protagonistas de “La voz dormida” con… Eva Hache, Eduardo Noriega y Sam Shepard con… Eva Hache. “Por favor, fíjense en Eva Hache en los próximos minutos”, suplicaba la voz en off.

Como cada año, prometieron sorpresas, humor, música…y algo de cine. Pero como de costumbre ofrecieron una ceremonia larga y soporífera… con ausencia de talento, lamentable guión (dos chistes sobre la mirada de Trueba, “Coñac Goya, tan bueno que se te va la olla”), un hip hop patético, mucha palabrería y demasiada Eva Hache. ¿Lo mejor? El monólogo de Santigo Segura, una Coixet que recuerda la figura del juez garzón, y un Kike Maíllo, Goya a la mejor dirección jóven por “Eva”, que aprovechó su discurso para reivindicar la educación pública.

“Los directores y actores españoles deberían entregar sus películas y disolverse”, sugería anoche Twitter.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Indian Country

Autor: Dorothy M. Johnson.

Editorial: Valdemar.

Con “Indian Country”, una recopilación de once grandiosos relatos de la escritora de Iowa Dorothy M. Johnson, editorial Valdemar inaugura la colección Frontera, dedicada a la narrativa western de calidad. Este género no tenía demasiada fama en un país, el nuestro, que relacionaba las historias del Oeste con la novelillas de Marcial Lafuente Estefanía que se leían en las guardias de la mili. La propuesta de Valdemar se aleja de esas obras minúsculas y repetitivas: no se puede arrancar mejor una colección “country” que con títulos como “Un hombre llamado caballo”, “La camisa de guerra” o “El hombre que mató a Liberty Valance”.

Historias que hablan de los pioneros, de espacios abiertos y nevadas eternas, de manadas de búfalos y cabelleras cortadas, de resignación, violencia y redención. El viejo y legendario far west.

Dorothy M. Johnson alcanza la intensidad emocional de Cormac McCarthy, describe el espíritu de un país con la calidad literaria de Oakley Hall, puede resultar tan ruda y conmovedora como Charles Portis, y tan sutil, aventurera y costumbrista como Willa Cather. En los cuentos de Dorothy M. Johnson está, no lo dude, lo mejor de la literatura western.