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Escándalo

Hay gente que se escandaliza por nada. En las redes sociales comentan ruborizados que, en el estreno del nuevo programa de cocina de Telecinco, el presentador David de Jorge dice llegar “con los calzoncillos limpios y una ilusión del copón”, además de  “ponerse cachondo” cuando se le agarra la comida en la cazuela: “Que alguien le explique que existe una cosa llamada horario protegido”, gruñe un telespectador. “Como sea tan soez en otros programas como el de hoy… le auguro poco tiempo en televisión. Hoy ha sido soez, grosero y faltón”, refunfuña otro.

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David de Jorge es un crack. Y me pone cachondo. ¿Soy por ello un tipo soez, grosero y faltón? No creo. Soez, grosero y faltón es Juan Morillo, alcalde del PP de La Guardia (Jaén), cuando responde a un socialista diciendo que “las faldas están para quitarlas, que es lo que hacen los hombres”. Soez, grosero y faltón sería en todo caso Joaquín Leguina, el socialista sabihondo, cuando en su blog dice que “El culo femenino representa la más bella y profunda llamada de la Naturaleza”. Soeces, groseros y faltones son, sin salir de Telecinco, los concursantes de Gran Hermano, cuando juegan a doblar películas porno, fingen orgasmos y gastan bromas con condones.

David de Jorge es un crack, así de sencillo. Y si alguien piensa que este cocinero es soez, grosero y faltón es que no ha escuchado los chistes de Arguiñano. No perdamos ni un minuto más con esta memez y hablemos de “Robin Food: atracón a mano armada”, el nuevo programa de cocina de Telecinco (14:30 horas)…

Robin Food es un espacio redondo: como una rodaja de merluza o una tortilla de patatas. Como los programas que hemos disfrutados durante años en ETB, pero con más presupuesto. Robin Food hace salivar, afila el colmillo y pone en marcha los jugos gástricos. Despierta el hambre. Y proporciona felicidad. Es un homenaje diario al buen zampar, a los pequeños placeres de la mesa, a la cocina sencilla, sin gilipolleces, sin concesiones. Robin Food es un espectáculo televisivo y gastronómico, es televisión jugosa y sabrosa, es servicio público. ¿No me cree? Eso es que no ha visto cómo preparan un arroz con bogavante, con truco para el socarrat, una receta eterna puesta al día por un tipo con dos grandes virtudes: transmite entusiasmo por los fogones y… tiene los calzoncillos limpios. Algo que no todos los cocineros pueden decir.

Robin Food es un escándalo. De programa. Porque, como dice Jorge, el que sabe cocinar es el puto amo del universo.

 

Un motivo para NO ver la televisión

999 recetas sin bobadas.

Editorial: Debate.

Autores: David de Jorge y Martín Berasategui.

la foto

David de Jorge no solo es un gran comunicador televisivo. También ha escrito, en ocasiones en solitario y a veces acompañado, algunos de los libros de cocina más útiles, y divertidos, que cualquier amante de las sartenes pueda imaginar. Los más recientes los firma junto a Martín Berasategui: “Más de 999 recetas sin bobadas” y “Más de 100 recetas adelgazantes pero sabrosas” (Debate).

El primero de ellos es un recetario magnífico, digna continuación del imprescindible “A cocinar (Las mil y una recetas para la cocina de casa)” (Lur), seguramente el libro más utilizado de la biblioteca gastronómica de mi casa. “Con la cocina no se juega” (Debate) es un homenaje al sentido común gastronómico, y una “pura exaltación de la gula y el jovial disparate”. Es el David de Jorge anecdótico, que se pasea por “el valle de los reyes” (perfiles de los grandes chefs) justo antes de analizar las entrañas de la tortilla o de fusionar a Joselito con Dom Pèrignon. Simplemente delicioso.

“Porca memoria” (RBA) es uno de mis favoritos. Por la gorrina portada y por el contenido, “la recreación literaria de los recuerdos gastronómicos vividos” por dos zampones. “Ironía, autobiografía, sarcasmo, prosa humorística…” y amor, mucho amor por la comida.