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Política pequeña (pero muy podrida)

El arquitecto encargado de las obras de reforma de la sede del PP ingresó en cajas de seguridad el dinero en b, unos 880.000 euros, con que le pagó el entonces tesorero popular Luis Bárcenas. Lo dice un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la policía remitido al juez Pablo Ruz. Hacienda no tiene dudas.

No sé si usted me ha entendido bien. Se lo voy a repetir: El arquitecto encargado de las obras de reforma de la sede del PP ingresó en cajas de seguridad el dinero en b, unos 880.000 euros, con que le pagó el entonces tesorero popular Luis Bárcenas. Lo dice un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la policía remitido al juez Pablo Ruz. Hacienda no tiene dudas.

Es decir, que el partido que gobierna este país pagó la reforma de su sede con dinero negro. Sí, el Partido Popular, en el que entonces militaban los actuales líderes de este país, de Rajoy a Cospedal pasando por Santamaría, Aguirre, Botella o González Pons. El partido que habla de la unidad de España, del respeto a las instituciones, de tolerancia cero con la corrupción, de la sagrada Constitución, de la fuerza de la religión y las tradiciones, de la grandeza de la bandera, de leyes de transparencia. El partido que llama frikis a sus rivales políticos. El partido que pacta con el PSOE acelerar el relevo en la Monarquía. El partido que dice perseguir a defraudadores y corruptos.

¿Qué más necesitamos saber de un Gobierno? A partir de aquí, si usted quiere podemos seguir hablando. De lo que le venga bien. Por ejemplo de la crisis de la política o del desprestigio de los políticos y las instituciones. O del referéndum sobre la Monarquía. O de la independencia de Cataluña. O de la crisis económica. O de los coletas proetarras. O del fichaje de Diego Costa por el Chelsea. De lo que usted quiera, porque ya todo da igual.

Si el partido político que gobierna este país ha utilizado dinero negro para pagar las reformas millonarias de su sede, y no pasa absolutamente nada, todo aquello que hablemos está de más. No perdamos el tiempo: El sistema está absolutamente podrido. “No es el momento de la política pequeña”, se atreve a decir Mariano Rajoy, presidente de aquel PP y del actual Gobierno. El hombre que ha conseguido que la  política de este país, no ya pequeña, sino diminuta, apeste.

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 P.D.1

El príncipe Felipe está “muy preparado”. ¿Para qué cosas?

1.- Para leer los discursos que le escriben sus asesores.

2.- ………………………………………………………………………. (Rellene usted, querido lector).

P.D.2

¿Autocensura en El Jueves? La portada que nunca se publicó.

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Un motivo para NO ver la televisión

Yo, René Tardi prisionero de guerra en Stalag II B.

Autor: Tardi.

Editorial: Norma.

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Jacques Tardi es uno de los grandes del cómic mundial. Pocos como él han sabido capturar en sus dibujos los crepusculares  ambientes policíacos: recordemos sus brillantes adaptaciones de las novelas de Léo Malet, desde “Niebla en el puente de Tolbiac” hasta “Calle de la estación, 120”. Pero hoy está aquí porque quizá nadie haya plasmado en una historieta la crueldad y la sinrazón de la guerra como él. Tardi nació en Valence (Francia) en el 46. Hasta el 28 de junio se puede ver una exposición con sus originales, Putain de Guerre, en París.

Tardi domina las narraciones largas, los diferentes tonos de gris, el análisis minucioso de los personajes. Y se muestra riguroso con la historia, respetuoso con los perdedores y hasta generoso con los violentos. Es el dibujante de la atrocidad bélica, del horror de las trincheras, de la investigación y el detalle, de la Gran Guerra y la pequeña escaramuza.

“Yo, René Tardi prisionero de guerra en Stalag II B” es un tomo grande y pesado, de 188 páginas repletas de viñetas ordenadas, tres por página, que se lee como las grandes novelas: pausadamente, disfrutando cada uno de los largos textos, de los intensos dibujos. No es un cómic para consumir en una hora. Es una densa y memorable narración sobre las penurias de su padre, militar francés y prisionero de guerra de los alemanes durante la II Guerra Mundial. “Es la misma guerra que ha continuado”, asegura. “Por eso, si queremos comprender el mundo en el que vivimos, hay que entender la I Guerra Mundial”.

En 2013 Jacques Tardi rechazó la Legión de Honor francesa, la máxima distinción de la vecina república, por razones de peso: “No quiero recibir nada, ni del poder actual ni de ningún otro poder político cualquiera que este sea”.

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Basureros y políticos

Hace solo unos días la clase de mi hija visitó el Congreso de los Diputados. En la entrada les obligaron a dejar los objetos metálicos, y los chavales preguntaron si podían quedarse con los teléfonos para hacerse unas fotos. “No os preocupéis que os las hacemos nosotros”, les dijeron. Ayer les llegaron las fotografías por correo electrónico, pero no se ven bien porque tienen el nombre del autor superpuesto con grandes letras: © M.POVEDANO. Para recibir la foto sin esa marca, en tamaño 20X25, tienen que pagar 7 euros por cada copia.

Unos días después de visitar el Congreso mi hija comentó con algunos de sus compañeros cuáles eran los trabajos que les parecían peores, menos apetecibles. Basureros y políticos, dijeron. Intrigante reflexión…

El roto

¿Basureros? ¿Por qué razón no queréis ser basureros? Les preguntaría cualquier persona con dos dedos de frente. Basurero es una profesión tan digna y honrada como cualquier otra. Si hablamos de los políticos la cosa cambia: El 95% de los españoles cree que la corrupción está generalizada. Y los políticos son cómplices necesarios, imprescindibles diría yo, en este estado de las cosas. Si no me cree ahí tiene los planes de transparencia del Gobierno de Rajoy, que básicamente consisten en negar lo innegable y en borrar los discos duros comprometidos de sus ordenadores. Si sigue sin creerme, ahí tiene a Álvarez Cáscos, el que fuera secretario general del PP entre 1989 y 1999 y, posteriormente, ministro de Fomento. Según la policía fue “el mayor perceptor de dinero” de los negocios entre Gürtel y PP entre 2003 y 2004. “Sobornos”, dice El País.

Corrupción en el Gobierno, en los partidos políticos, en los sindicatos y, por supuesto, en la monarquía. Hasta los niños lo saben. Solo la basura puede resultar tan sucia y repugnante como la política.

 

Un motivo para NO ver la televisión

The Fleshtones

CD: Wheel of Talent.

The Fleshtones

Los Fleshtones son una de esas bandas que podríamos considerar eternas, puesto que  desaparecen durante largas temporadas, años, para regresar con buena cara, grandes discos y vibrantes giras. ¿Inmortales? Podría ser: el rock musculoso y festivo de los Fleshtones, entre el garaje y el punk, repleto de órganos Farfisa y voces explosivas, nos acompaña desde el 82, cuando editaron aquel maravilloso “Roman Gods”.

Los neoyorkinos han grabado un disco, el número 22 de su larga y prolífica carrera, francamente potente: trece canciones entre las que destaca “Veo la luz”, interpretada en un castellano un tanto macarrónico. Peter Zaremba y Keith Streng, el alma de la banda, tienen una intensa relación con España, país en el que han dado grandes conciertos e incluso han grabado discos en vivo. En resumen, grandes noticias: los Fleshtones siguen vivos y en plena forma.

A todo se acostumbra uno

¿Recuerda usted los buenos tiempos de Lionel Messi? Sí, allá por 2010, cuando metió ocho goles en una sola semana, dos tripletes incluidos. Autor de todos los tantos de su equipo en el 4-1 al Arsenal en partido de Champion, el argentino parecía imparable. Se movía por la cancha liviano como una bailarina, discreto, entre líneas, y golpeaba con la contundencia y la precisión de un peso pesado. Verle jugar era un placer infinito. Se dijo que era mejor que Maradona, que definía mejor que Ronaldo (el gordo), que era más decisivo que Pelé. Acabó la Liga con 34 goles, fue jugador del año, Pichichi, Bota de Oro…Pero a todo se hace uno: con el tiempo, sus slaloms interminables, sus toques sutiles y precisos, sus pases imposibles y sus goles estratosféricos comenzaron a parecernos algo asiduo, repetitivo, casi vulgar y anodino. De tan habitual, lo espectacular comenzó a dejarnos indiferentes. Consideramos su talento algo normal. Nos acostumbramos a lo que debería ser excepción.

Algo así está pasando con la corrupción. Galáctica sin duda, pero tan habitual y repetitiva como para resultar rutinaria, monótona y hasta aburrida. Y es que en la misma página de El País del lunes, la 12, se podían leer tres noticias diferentes pero absolutamente iguales: “Ruz imputa por estafa procesal a Bárcenas y su mujer por la mentira de los cuadros”, “Floriano admite que se alquiló el piso donde vive Pons para usos del partido” y “El PP respalda que García-Escudero no declarara un préstamo que le concedió”.

A todo se acostumbra uno, dicen en mi pueblo. Nosotros nos estamos acostumbrando a vivir con la corrupción. Una pena: es admitir que la sociedad está muerta, que la democracia no existe, que no hay futuro. Y cuidado porque el delincuente también se acostumbra a la impunidad. Un día de la pasada semana, creo recordar que fue el miércoles, el diario El País incluía trece páginas, trece, dedicadas a temas relacionados con la corrupción. Y ese día lectores y ciudadanos no nos reunimos en las sedes de los partidos, y en las centrales de los bancos, para pegarles fuego. Estamos acabados, doblegados por la desidia de la putrefacción diaria, constante, tenaz, inmisericorde.

El Roto, como siempre y para no salir de El País, resumió la situación con cuatro trazos perfectos…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Como amigo.

Autor: Forrest Gander.

Editorial: Sexto Piso.

Gander nació en el desierto de Mojave, creció en Virginia y es profesor en la Universidad de Brown. Muy bien podría ser ornitólogo: los pájaros sobrevuelan por las páginas de este “Como amigo”, un libro inquietante que escarba en las entrañas de un puñado de perdedores sureños.

Todo comienza con la descripción, larga y detallada, por momentos dolorosa y excesiva, de un parto complicado. Los primeros supervivientes. Y un macho alfa, Les, que vive acorde a sus propias leyes. Tiene una mujer, una amante fija, un sinfín de amantes ocasionales, y un amigo que quiere ocupar su lugar al frente de la manada.

De esa amalgama de amor, derrota, envidia, celos e insatisfacción están fabricadas estas páginas. En algunas ocasiones siguen el ritmo de una novela. En otras son simples ideas, reunidas como un rosario de pensamientos o frases. “Está levantando el final de las frases al cantar. No es un zorzalito rojizo. Apostaría la vida a que es un tordo de mejillas grises, pero no se dejará ver” (página 89). “Llevo dentro el insoportable peso de las últimas palabras que te dije” (página 119).

Hiriente y resultón como un tatuaje, “Como amigo” es una tragedia rural, una canción country escrita por Leonard Cohen, una hermosa manera de ver las relaciones entre seres deshechos, el rastro de una serpiente de cascabel.