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La portavoza

No se habla de otra cosa. La portavoza. ¿Será posible semejante despimporre, tamaña ignorancia, tan brutal muestra de ausencia de estudios? Todos los intelectuales del país, las élites culturales y sociales, se descojonan de la diputada (que por cierto, un día fue “la diputado”) capaz de semejante torpeza. “Hay que mejorar el sistema educativo”, se mofa el ministro de Educación y Cultura. Una zoquete, sin duda. Pobrecilla, y pretende dirigir junto a su banda de desarrapados sin preparación una democracia consolidada como la nuestra, un gran país como es ESPAÑA!

Mientras tanto, se celebra el sexto aniversario de la reforma laboral. La tasa de paro ha pasado del 26,02% en 2012 al 16,55% en 2017, dicen en el Gobierno de M punto Rajoy. Los aguafiestas, esos que odian España, hablan de un 26% de temporalidad y un 32% de asalariados cobrando el salario mínimo. Temporalidad, precariedad, fraude y abuso empresarial.

Minucias. No me diga que no es de coña lo de la portavoza

Un motivo para NO ver la televisión

Grandville Fuerza Mayor.

Autor: Bryan Talbot.

Editorial: Astiberri.

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Termino de leer “Grandville Fuerza Mayor” y, todavía sobresaltado por las andanzas del inspector LeBrock, recuerdo unas palabras de Alex de la Iglesia: “¿Cuál es el Santo Grial, la impávida y redonda Verdad, aquello que no puede ser negado ni desmentido? Amigos, no es otra cosa que la Emoción, el torbellino imparable de ilusión que te envuelve cuando lees un tebeo y te lo crees”.

Me lo creo. El inspector LeBrock es un tejón, su enemigo mortal un lagarto con aspecto de T.Rex, sus colegas de comisaría ratas y perros, su maestro un águila… Con todo este zoológico el bueno de Bryan Talbot monta una historieta policíaca digna del mismísimo Conan Doyle. “Thriller científico-romántico”, dice la editorial. Monumental aventura de buenos y malos, con todos los ingredientes del género negro clásico: policías y bandas mafiosas, matones y prostitutas, redadas y tugurios de mala muerte, trafico de drogas y de carne, traiciones y heroicidades. Y todo protagonizado por animales.

Quizá le suene a John Blacksad, el genial gato detective de Canales. “Los relatos con personajes antropomorfos no tienen nada de nuevo”, asegura Talbot en el texto de despedida. Hay una evidente relación entre ambos: se trata de dos mamíferos carnívoros de tamaño medio dedicados a la investigación policial. Pero las historias del tejón LeBrock son bien diferentes, tanto por la extensión como por el dibujo y, sobre todo, por la complejidad del guión. “Blacksad” es un espectáculo visual. “Grandville” es un homenaje a las tramas complejas, a los enredos inteligentes, a los desenlaces sorprendentes.

Lamentablemente, este cuarto volumen es el último de la serie. Se trata, asegura el autor, de un trabajo agotador: entre tres y cuatro jornadas de diez horas cada página, sin contar el guión. Y estamos hablando de un cómic de 166 paginas. La buena noticia es que una gran productora acaba de adquirir los derechos televisivos y cinematográficos de la obra. Hasta entonces, no lo dude y sumérjase en los callejones portuarios de esta maravillosa historia de tejones justicieros, lagartos sicópatas y delincuentes emplumados, escamados o de cuatro patas. Se lo creerá y, como dijo Alex de la Iglesia, vivirá el torbellino imparable de ilusión que te envuelve cuando lees un buen tebeo.

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