Un motivo para NO ver la televisión
Érase un río
Autora: Bonnie Jo Campbell.
Editorial: Dirty Works.
Se han escrito grandes libros sobre ríos, lugares que invitan a la reflexión y al aprendizaje quizá porque tienen su orden y su dirección, su sonido y su olor, su fluir a la vida. Viene siendo así mucho antes incluso de que Mark Twain escribiera las aventuras de Huck Finn. Dos de mis libros favoritos siguen el curso del agua libre: “El río”, de Wade Davis, y “El río de la vida”, de Norman Maclean. Y una novedad que reseñaré en breve, “El río”, de Rick Bass, una espléndida defensa de lo salvaje. Quizá por eso me sentí como pez en el agua leyendo las correrías de Margo Crane (tambien conocida como Duende, Niña Lobo e incluso Ninfa del Río), una niña de dieciséis años que, tras la muerte de su padre, recorre el cauce del Stark en busca de su madre.
“Aquel año el río no se desbordó. Las lluvias del final de la primavera fueron regulares pero suaves. Hasta junio no llegaron por primeros días de veinte grados, acompañados de un viento del sur. El segundo día de calor, Brian volvió del bar con cortes en los dedos otra vez. Según él, un hombre le había quitado el abrigo.
- Si dejas que alguien te quite el abrigo, se piensa que es tu dueño. A partir de ahí, es imposible saber de lo que será capaz. Lo siguiente es que se tira a tu mujer.
Margi lo miró, sorprendida.
- Tú ya sabes cómo es vengarse. Se que lo entiendes. Se que algún días te vengarás de tu primo.
Margo asintió. Sabía de la inutilidad de la venganza, pero era incapaz de renunciar al deseo de vengarse. No le dijo a Brian otra cosa que también entendía perfectamente: no siempre era posible la venganza y, al intentar vengarte, corrías el riesgo de perderlo todo”.
Margo tiene a Annie Oakley, la tiradora que participaba en el show de Buffalo Bill, como modelo a seguir. Y a una escopeta Marlin, con una ardilla dibujada en la culata, como fiel compañera. La muerte violenta del padre la deja sola, con la dirección de su madre en una hoja y rodeada de ratas de río. Ratas de cuatro y de dos patas que la obligan a moverse, a dormir a la intemperie con un ojo abierto, a crecer de manera precipitada. El resultado es una historia de iniciación acelerada, de violencia no siempre contenida, de valentía y pureza, que cae sobre el lector como una catarata de agua helada.
“Inspiró varias veces, absorbió el movimiento del río a través de los pies y las piernas. Los peces, las tortugas y las aves acuáticas eran su familia, pensó, no los humanos; pese a apreciar algunas comodidades y lujos, como la comida fácil y las camas, las duchas calientes y hacer el amor. Hasta cuando vivían en la casa de su padre, cada mañana de verano e invierno, el río le había hablado con mayor claridad que él”.
Bonnie Jo Campbell, a quien ya conocíamos gracias a los excelentes relatos incluidos en “Desguace americano” (Dirty Works), ha escrito un libro sobre la soledad y las malas compañías. Una hermosa historia sobre una chica fuerte rodeada de perdedores, una superviviente que disfruta disparando con precisión, acariciando perros ajenos y aprendiendo a desollar conejos. Unas correrías fascinantes, protagonizadas por unos personajes auténticos que bien merecen una película. ¿River Movie?
“-¿Los servicios sociales?- Margo le quitó a Junior el carné de su padre. Había oído que los niños de los que se ocupan los servicios sociales acaban viviendo en centros de acogida, con desconocidos que les hacían cosas raras. Y estaba segura de que eso supondría vivir lejos del río”.