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Capillitas

Vivimos en una sociedad que se pone patas arriba al descubrir que un espectáculo de títeres puede resultar irreverente. El 39,2% de los niños españoles está en riesgo de pobreza o exclusión, pero los diarios y los informativos abren con la noticia de un padrenuestro en versión libre y sexualizada: “Madre nuestra que estás en el celo, sea santificado vuestro coño, la epidural, la comadrona…”, recitó la poetisa durante la fiesta de entrega de los premios Ciudad de Barcelona.

“¿Pero de qué pudridero ideológico sacan a estas tías? ¿De qué estercolero?”, decía Carlos Herrera en la COPE, la radio de la Conferencia Episcopal. “Con los católicos se atreven a todo, pero seguro que su libertad no la ejercen igual mofándose del Islam o los musulmanes”, aseguró Jorge Fernández Díaz, el ministro que tiene un ángel de la guarda, Marcelo, que le ayuda a aparcar el coche. En Antena 3, la cadena conservadora de Atresmedia, la periodista Cristina López Schlichting dijo que madrenuestra es un acto de mal gusto”, y que hay otras cosas peores: “Lo de Rita es una agresión pública que debe ser castigada según la ley”.

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“Lo de Rita” es la protesta realizada por la portavoz municipal del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, en una capilla universitaria en 2011. Hace mucho tiempo y entonces solo tenía 21 años, de acuerdo, pero ahora forma parte del equipo de Manuela Carmena. Enemigo público número uno, por tanto, pese a que incluso el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha disculpado a Maestre : “Todos hemos tenido esa edad. No sé lo que habrán hecho otros, pero si se lo que he podido hacer yo”, ha reconocido el arzobispo.

El obispo perdona. Pero los capillitas se ponen como hidras. Normal: son periodistas que han elegido un bando, la derecha mediática, como referencia ideológica, laboral y administrativa. Lo suyo es una forma de vida como otra cualquiera. Podrían haber sido taxistas, notarios o funcionarios de prisiones, pero han elegido informar desde una ideología concreta. Algunos salen de la redacción y se van a misa, pero la mayoría se pega una comilona, se toma un par de gin tonics y busca contactos solventes para ampliar con seguridad sus inversiones. Ahí tiene a la ex ministra Isabel Tocino, carne de OPUS, sí, pero también de buenos negocios con la venta de viviendas protegidas.

P.D.

¿Humor? ¿Apología del franquismo? ¿Ficción? ¿Títeres humanos?

Un motivo para NO ver la televisión

CD: God Don’t Never Change. The Songs of Blind Willie Johnson.

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Todo el mundo conoce a Robert Johnson, su leyenda, sus influyentes blues primitivos, su guitarra endemoniada. El mundo de los doce compases está lleno de visionarios que rompieron moldes, marcaron senderos y se perdieron en el camino. Quizá les falto tener una historia detrás tan buena como la de Johnson. Ahí están, esperando ser descubiertos por el gran público, Charlie Patton, Tampa Red, Big Bill Broozy, Blind Lemon Jefferson, Lonnie Johnson… y por supuesto Blind Willie Johnson. Cantante y guitarrista tejano de gospel y blues, Blind Willie Johnson nació en 1897 y comenzó a tocar una cigar box a los cinco años. Murió ciego, con solo 48, dejando treinta grandes canciones que se pueden encontrar en un disco doble imprescindible que editó en 1993 Sony dentro de su colección Legacy: The Complete Blind Willie Johnson.

El disco que ahora nos ocupa es un homenaje al mejor cantante y guitarrista de gospel de todos los tiempos. Un trabajo formidable, que va mucho más allá de lo que habitualmente consiguen estos engendros comerciales. Lea la lista de músicos participantes y comprenderá la dimensión del proyecto: Tom Waits, Lucinda Williams, Rickie Lee Jones, Luther Dickinson, The Blind Boys of Alabama, Maria Mckee, Derek Trucks y Susan Tedeschi, Sinead O´Connor y los Cowboys Junkies.

Once temas memorables en versiones personales, intensas, originales, modernas. Una auténtica gozada.

Sutilezas robadas

No puedo ver series como “Niños robados”, estrenada la noche del miércoles en Telecinco con gran éxito de crítica y público: 22.6% y 2.818.000 espectadores (22.3% y 4.079.000 en el debate posterior). Y no es por la repugnancia que me producen los hechos, la presencia de diabólicos curas y monjas, o el asco que siento ante la negativa del Gobierno a desenmascarar las heridas mal curadas del franquismo y la transición. No. No puedo ver series como esta porque dudan de la inteligencia del telespectador, de su capacidad para analizar, comprender e incluso recrearse en los laberintos de la personalidad humana. En “Niños robados” no encuentro espacio para las sutilezas, para los recovecos y los grises, para las sorpresas o las sombras. Desde el comienzo todo es muy blanco o muy negro. Los buenos son buenísimos y los malos, malísimos. Esa monja con cara de sicópata, esa señora repugnante de la alta sociedad cuyo rostro se refleja en el cristal de un cuadro con la foto de Franco. Y esas jóvenes embarazadas angelicales. Todo es demasiado fácil.

Como espectador, me considero capacitado para comprender e incluso disfrutar de personajes más complejos, más ricos, menos planos. Por esas cosas de la vida conozco a alguno de los protagonistas, de los protagonistas verdaderos, de esta espantosa historia de los niños robados. Y le aseguro que su comportamiento no tenía nada que ver con el que muestra la mini serie de Telecinco. El mal tiene diferentes caras, va más allá del pecado original, puede ser fruto de una mala elección, de un destino que elegimos. El mal no trabaja a tiempo total, puede ser sibilino, fullero y hasta socarrón, se agazapa tras la normalidad. Incluso los nazis más perversos adoraban a sus hijos y a sus perros, y se emocionaban hasta las lágrimas con las óperas de Wagner. Animalitos.

Dicho esto, sería injusto no reconocer que “Niños robados” puede considerarse, salvo por detalles insignificantes, técnicamente aceptable. Para el nivel de la ficción en España, me refiero. No chirría en ningún momento, se sostiene en un guión aceptable, incluye interpretaciones dignas y está dirigida con solvencia. No es una mala serie, para el nivel nacional, salvo por esa simplificación excesiva, pueril y aburrida de los personajes.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Blind Willie Johnson

Cd: The Complete Blind Willie Johnson.

Hace solo unos días Sir Charles, uno de los lectores-comentaristas imprescindibles de este blog, hablaba de la gestación de un disco con versiones de canciones de Blind Willie Johnson, una leyenda de la música tejana. Artistas como Lucinda Williams, Tom Waits, Rickie Lee Jones, Cowboy Junkies, Derek Trucks, Susan Tedeschi, Blind Boys of Alabama o Luther Dickinson interpretan clásicos del guitarrista y cantante de góspel y blues de los años 20. Un proyecto que aún no está cerrado, y para el que buscan financiación.

Blind Willie Johnson grabó solo 30 canciones. Grandes temas interpretados con guitarra de doce cuerdas, con cuellos de botella, púa y slide, acompañado en algunos casos por una mujer. Se trata de un master de góspel y de blues tradicionales, pleno de intensidad, de técnica y de feeling. Una colección de temas absolutamente memorable que ha influido en decenas de músicos de rock, desde Bob Dylan a The White Stripes, y que se editó en 1993 en el disco que hoy nos ocupa.

Un doble álbum publicado en España por Sony que se puede encontrar a precio módico, y que incluye un folleto de 30 páginas repleto de interesante información. Blind Willie Johnson murió con solo 48 años, quince después de grabar esas obras maestras,  cuando se encontraba en la más absoluta miseria, durmiendo en las ruinas de su casa incendiada y  tocando en las calles de Beaumont a cambio de unas monedas.