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Don Faustino

En el programa “Espejo público” de Antena 3 están convirtiendo en una estrella a don Faustino, un anciano solitario y cascarrabias que busca una familia que le adopte. No quiere vivir solo, busca algo de cariño. Dicho así, podría parecer una buena obra de la cadena de Lara, un ejemplo de solidaridad y servicio público. Nada más lejos de la realidad. Se están aprovechando de don Faustino, utilizando sus surrealistas ideas, sus miserias y su lenguaje montaraz para dar un toque humorístico al programa, y desengrasar entre crimen y crimen. Se burlan de los desvaríos del octogenario, le provocan para que diga barbaridades, le dicen que no sabe sonreír, que así nadie le va a querer. Si don Faustino fuese familia mía, diría que son unos auténticos hijos de perra.

Pero no lo es. En cualquier caso, estoy seguro de que a los presentadores de “Espejo público” no les gustaría que una cadena de televisión tratase a su padre, por muy borde y malencarado que fuese, con el cachondeo y el desprecio con que ellos tratan a don Faustino. Ya sé que es un vejete muy borde, irascible y maniático, pero nadie se merece que le humillen de esa manera, ante millones de espectadores. Sobre todo porque don Faustino, de 80 años, no parece estar en sus cabales: “Soy el inventor del amor y la felicidad, autentico y real”, dice, para regocijo de la jauría de cronistas de sucesos que dirige el cotarro.

“Con este ser a mi lado, no dejamos de recibir llamadas”, asegura uno de los presentadores señalando al anciano, el ser. Y es que por fin, tras varios días con conexiones en directo, don Faustino fue invitado al plató de Antena 3. Un buen lugar para tirarle de la lengua: “Yo solucionaría el problema del paro, y de los maricas y los travestis”, dice don Faustino. “¡No siga usted por ese camino!”, le interrumpe toda digna Susanna Griso. Primero invita al deteriorado anciano a su programa, y cuando dice la barbaridad para la que le han traído, se hace la digna. Periodismo del bueno, enorme humanidad.

“Usted, lo más que ha durado con una familia de acogida es una noche”, asegura el presentador, que da paso a una grabación que muestra al último matrimonio que acogió a Faustino. Llevan semanas con esta pantomima, paseando al pobre anciano por casas necesitadas, contando intimidades y tristezas: que si no le gusta que fumen, que si la cama es muy baja, que tiene que buscarse otra casa…

Veo maltrato psicológico en el caso de don Faustino, un anciano desamparado que es utilizado por una cadena de televisión. Abusan de su debilidad intelectual, se ríen de sus desvaríos, ironizan sobre sus obsesiones, se aprovechan de su indefensión… Son una banda de hienas arrancando las tripas a un hombre acabado. Es la televisión que reina en las mañanas.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Tres noches

Autor: Austin Wright.

Editorial: Salamandra.

Dicen que es “la mejor novela perdida de la narrativa americana”. Y yo, aún aturdido por la lectura obsesiva de este inquietante thriller psicológico, me lo creo: “Tres noches” es uno de esos libros capaz de noquearte varias veces, sin dejar que recuperes el aliento, con una sucesión de golpes diferentes, sorprendentes, terribles.

Editado hace treinta años, “Tres noches” comienza cuando Susan recibe un manuscrito de su ex marido, Edward, al que no ve desde hace quince años. El libro se titula “Animales nocturnos”, y cuenta la terrible historia de una familia que sufre un asalto en una carretera. El padre, Tony, atenazado por el miedo, no es capaz de defender a su mujer y a su hija. Todo se complica y se tiñe de sangre. Susan se obsesiona con la lectura de un texto que, además de inquietarla profundamente, la obliga a analizar su pasado y su presente, a cuestionarse sus relaciones, a replantearse su vida.

Austin Wright, profesor de literatura, juega con los dos libros que forman “Tres noches”. Y cruza de forma magistral las tramas, el crimen espantoso y los recuerdos de Susan, en una novela absolutamente sublime.