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Los Manolos y el bombo

Los Manolos, Lama y Carreño, son unos cachondos. Ya saben, gritones, chuletas, zafios, machistas, gañanes, algo guarretes, bastante tendenciosos, muy tabernarios… La alegría de Prisa, para que ustedes me entiendan. Porque los Manolos son, por si aún no se han dado cuenta, una pareja de periodistas deportivos que tiene un bombo: Cuatro. Hasta hace poco los Manolos tocaban ese bombo con descomunal alegría  y salero, convirtiendo los informativos de esa cadena en una ensordecedora tamborrada. Eran buenos tiempos: la audiencia les correspondía y todos en la empresa reían sus toscas gracias. Pero un buen día entrevistaron en directo a Florentino Pérez, y al todopoderoso presidente del Real Madrid le pareció que los Manolos desafinaban. ¡Qué inconveniente, qué desatino! Los divertidos Manolos se convirtieron de inmediato en los faltones y chulescos Manolos.

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Vertele.com y El Confidencial Digital informan de que personas cercanas a Daniel Gavela, director general de Cuatro, aseguran que “ese tono faltón y chulesco no es propio de esta casa”. Vaya por Dios. La parejita de moda, el dúo dinámico de la cadena, el sostén de los informativos en cuestión de audiencia, ahora resulta que no tiene el tono “propio de la casa”. Lo ha tenido durante días, semanas e incluso meses. Pero lo ha perdido de golpe y porrazo.

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Los pobres Manolos no midieron. Acosaron e incomodaron a Florentino. Todo parecía indicar que  trataban de saldar cuentas pendientes con el presidente madridista, y que creían tener impunidad para hacerlo. En Cuatro no pondrían pegas, dada la complicidad del presidente madridista con una cadena de la competencia (La Sexta). Infravaloraron a Florentino. Y ha estado a punto de rompérseles el bombo: en Cuatro no descartan sancionar a los Manolos, o incluso retirarles durante un tiempo de pantalla. Ya saben, desde que entrevistaron a Florentino, su tono “faltón y chulesco no es propio” de Cuatro.

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Pero yo sé que no será así. Los Manolos seguirán tocando su bombo. Tienen cuerda para rato: la entrevista-acoso a Florentino fue el programa más visto de Cuatro, alcanzando picos del 14% de share. Casi el triple que el informativo de Iñaki Gabilondo.

 

P.D.

Francisco Camps está mutando. Antes daba asco, ahora, miedo. En la tribuna de oradores de las Cortes Valencians ha dicho, de forma melodramática y dirigiéndose al portavoz socialista: “A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta”. Pero ahí no acaba el macabro esperpento. Su grupo, el Partido Popular, en lugar de abuchear a Camps, primero, y ponerle una camisa de fuerza, después, le ovacionó con energía. El presidente valenciano es un enfermo, como ya suponíamos. Ahora también sabemos que su partido, podrido, agoniza.

No conozco al portavoz socialista, pero estoy seguro  de que, lejos de ver a Camps boca abajo en una cuneta,  se conformaría con echar un ojo a las facturas de sus trajes.

Camps y

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Burlando a la parca.

Autor: Josh Bazell. Editorial: Anagrama.

Parca

Estamos ante una novela negra sorprendente, por lo original de la trama, la violencia que empapa cada párrafo y el surrealismo de situaciones, personajes y diálogos. Un libro fácil de leer, difícil de clasificar e imposible de olvidar. Auténtica dinamita.

El protagonista es un médico sicópata experto en artes marciales, Pietro Brnwa, incluido en el programa de protección de testigos del FBI por su turbulento pasado: asesino a sueldo arrepentido de sus crímenes. Su paciente más importante en el hospital (el más mugriento centro médico de Nueva York) es un enfermo terminal, el mafioso Nicholas LoBrutto, que tras reconocer al doctor le ofrece un pacto: o le mantiene vivo, o sus socios le delatan.

No intenten imaginar el resto. No podrán. La violencia y el sexo resultan tan explícitos como las descripciones hospitalarias, francamente espeluznantes.

Leer un fragmento del libro.