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La mano en el fuego

“No pondría la mano en el fuego ni por mí mismo”, aseguró Ignacio González, Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, en “Los desayunos de TVE”. Poco tengo que añadir a unas palabras que, pese a venir de González, parecen profundamente sinceras. Tan sinceras como inquietantes, puesto que se convierten en una declaración de principios que deja a este político de la cuerda de Esperanza Aguirre con los pantalones a la altura de los tobillos.

Qué obsesión. En televisión, los tertulianos comienzan hablando del velo islámico en los colegios y acaban pidiendo que no permitan que los alumnos lleven los pantalones caídos. “Se les ven los calzoncillos ¿Dónde vamos a llegar?”, gruñen. No entiendo la polémica. Un constructor, un notario o un concejal de urbanismo pueden enseñar su banderita de España pegada al Rolex, su pelo engominado o su jersey Lacoste rosa sobre los hombros. Y un estudiante de biología ¿no puede enseñar los gayumbos asomando por los Levi´s?

La derechona y su doble moral. Con los pantalones caídos, utiles cuando se trata de burlarte de un poeta de izquierdas. Y si no vean la fotografía de José Emilio Pacheco, flamante premio Cervantes, que eligieron en La Razón para su portada del pasado sábado. Hay que ser miserable para publicar esa imagen en portada, ¿verdad? Pues ahí la tienen.

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Y sobre los pañuelos en las escuelas, pues más de lo mismo. De la doble moral, digo. ¿Hay crucifijos en las escuelas? ¿Sí? Pues entonces no entiendo por qué no puede haber símbolos de otras religiones. Lo que sí entiendo es la decisión del CSIC sobre el cierre definitivo de Altamira. Las cavernas, mejor chapadas.

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P.D.1.

Programar un concurso con niños a las diez de la noche de un martes es de imbéciles o de pederastas. Como se estrenó anoche en Telecinco, una cadena privada concedida por el Estado, tendremos que pensar que se trata de la primera alternativa. Y que  “Cántame una canción”, concurso en la línea de “Operación Triunfo” o “Mira quien baila”, es la clásica memez protagonizada por 29 chavales de entre 6 y 13 años que buscan la fama.

Dicen que es un “talent-show”, pero en realidad se trata de la burda explotación de niños cantantes en horario nocturno. Los pequeños podrían estar fabricando zapatillas de deporte, arrancando diamantes en una mina o limpiando cristales en un semáforo, pero están cantando “Pena, penita pena” en televisión a las doce de la noche. Y para un público adulto, puesto que los telespectadores infantiles lógicamente estarán a esas horas en la cama.

Sardá iba a presentar el engendro, pero a última hora debió arrepentirse y le pasó el marrón a Pilar Rubio, la mujer comodín. Poco más se puede decir de “Cántame una canción”, enésimo ejemplo de la mediocridad de la televisión y de la impunidad de las cadenas a la hora de aprovecharse de los más indefensos.

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P.D.2

Han enterrado a Antonio Izquierdo, el autor de la matanza de Puerto Hurraco, sin que nadie haya reclamado su cuerpo. ¡Qué oportunidad de oro ha perdido Ana Rosa Quintana para hacerse con un cadáver ilustre y ponerse al día! Me temo que la escritora-presentadora está perdiendo nervio periodístico: ha tardado dos semanas en llevar a su programa a Francisco, el padre de Cristina, la niña encontrada muerta en Seseña. Susanna Griso, su rival matutina, tuvo al padre en su programa de Antena 3 el pasado día 12. En un desesperado intento por compensar su falta de tensión cadavérica, Ana Rosa invitó también al hermano de la víctima. Pero todo llegaba tarde: ya nos habíamos avergonzado de nosotros mismos hace días en el programa de Griso. ¡Pobre Ana Rosa, que ya no barrunta la muerte como antaño! Hace años hubiese sido la primera en llegar al cadáver, en meter el dedo en las heridas de los familiares, en enseñar las fotografías de la niña, en hacer llorar a los padres. ¿Está perdiendo Ana Rosa sus propiedades carroñeras? ¿Se está haciendo vieja viejísima? El botox de calidad regenera los pellejos, camufla las grietas, pero me temo que no tiene ningún efecto rejuvenecedor sobre las neuronas.

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Un motivo para NO ver la televisión.

Hoodoo Gurus.

Cd: Purity Of Essence.

Recuerdo los primeros y grandes grupos del rock and roll australiano. Era el tiempo de los Easybeats y Radio Birdman, primero, y de The Sunny Boys, The Saints, The Church o The Lime Spiders, después. Los Hoodoo Gurus son gloriosos supervivientes de esos días de creatividad desbordada, excelentes canciones y guitarras distorsionadas.

“Nuestra meta no es sonar como los grupos de los sesenta; somos el rock and roll de los ochenta”, dijo Dave Faulkner, líder de los Hoodo, hace dos décadas. Hoy esas palabras siguen siendo válidas, puesto que el sonido de esta banda de Sidney es absolutamente atemporal, eterno. “Purity Of Essence”, su noveno disco, es una demoledora colección de canciones (16) que se convierte en su mejor trabajo desde el legendario “Mars Needs Guitars” de 1985. El rock del 2010.

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Haití es noticia

“Ma-to. Yo por estar en Haití ma-to”, piensan en estos momentos cientos de periodistas, en una adaptación libre de una de las reflexiones más jugosas de Belén Esteban. Hoy, Haití es cool. Si eres periodista y no estás en Haití, no eres nadie. El epicentro de un terremoto ha convertido a un olvidado país caribeño en el epicentro del universo, informativa y solidariamente hablando. Es difícil el acceso al corazón de la catástrofe, pero no imposible: han salido de España seis vuelos oficiales con ayuda humanitaria… y con cámaras y periodistas de televisiones privadas. Los primeros en llegar tendrán a la muerte en exclusiva.

Haití antes del terremoto. Fotografía: Alice Smeets.

Pedro Piqueras, todo un director de informativos de Telecinco, ha salido para allá con la ilusión de un becario. Dicen que en Haití el olor de la muerte lo impregna todo: el paraíso del sensacionalismo, la meca para una estrella de la información amarilla. Hasta entonces, es tiempo de tertulianos, esos sabelotodo que unos minutos antes de entrar en directo han tecleado en Google la palabra “Haití”. “El tiempo corre en contra”, es todo lo que acierta a decir uno de los sesudos colaboradores del programa de Concha García Campoy (Cuatro). Colecciones de tópicos. Banalidades. Palabras cargadas de teatralidad y melodrama. Y ya saben que en esto de la televisión el que da primero, da dos veces: Antena 3 ha organizado para hoy mismo un telemaratón solidario.

“La comunidad internacional se está volcando con este pequeño país”, dice Gabilondo en su informativo de Cuatro. “América está a vuestro lado. El mundo está a vuestro lado”, asegura Obama. Un poco tarde ¿no? Haití siempre ha necesitado ayuda. Nadie ha estado nunca a su lado. Es uno de esos “estados fallidos” a los que se refieren, con repugnante distancia, los expertos en política internacional. Un país más allá del alcance del derecho nacional o internacional. Un país de mierda.

Para miles de haitianos la ayuda humanitaria europea, la solidaridad de Antena 3, los directos de Piqueras, el apoyo de Obama, llegan demasiado tarde. Están muertos. Sus casas eran de una fragilidad miserable, no tenían hospitales, carecían de alimentos, de infraestructuras. ¿Quieren ustedes ser solidarios, como piden las televisiones? Diferencien una tragedia puntual, de carácter natural  y mediático, del olvido, la tragedia diaria de carácter político. Recuerden que, por poner un ejemplo, dentro de unos meses comienzan los monzones, y miles de personas morirán y perderán sus casas y cosechas en India, Bangladesh, Nepal…Y que luego llegarán las  hambrunas en Chad o Níger. Y las matanzas en Sierra Leona. Si esas miserias no son desproporcionadas, si a ellas no llegan las cámaras de televisión, si no sirven para abrir un telediario, no serán noticia. No existirán.

Además, dentro de unas horas otro suceso de rabiosa actualidad eclipsará el terremoto de Haití. Y entonces Obama, Piqueras y Antena 3 dejarán de estar a su lado. Los periodistas y cámaras regresarán. Y allí todo volverá a ser como antes.

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P.D.1

Las urgencias de los periodistas por emitir imágenes de tragedias son enormes. Tanto que les impiden la práctica del periodismo. Incluso en “el mejor telediario del mundo”. Los informativos de TVE han  emitido en las últimas horas dos vídeos falsos. Es decir, imágenes extraídas de You Tube que, vaya por Dios, no se correspondían con los hechos que se estaban narrando.

Para TVE es el terremoto de Haití, pero en realidad se trataba de una tormenta desatada durante un festival de rock en 2007 en Venecia.

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Para TVE es una riada de hace dos semanas que tuvo lugar en Ciudad Real, pero lo cierto es que se trataba de un suceso ocurrido hace dos años en la localidad de Freeport, en Maine (EE.UU.), grabada por un fotógrafo del canal News 8.

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P.D.2

Cinco años y un día (el aniversario de Ana Rosa)

Tragedia en Haití. ¿Podría Estados Unidos coordinar la ayuda internacional? “Obama es heredero de esclavos negros. Imagino que tendrá una sensibilidad especial”, asegura Ana Rosa Quintana, que sabe mucho de negros. Es el resumen perfecto de “El programa  de Ana Rosa” (Telecinco). Un esperpento. Moral y estético. La ausencia de escrúpulos, la audiencia por encima de todo. Y viene siendo así desde hace cinco años. Tiempo suficiente para convertir a la escritora en líder de las mañanas televisivas.

Botox por dentro, hipocresía por fuera. En el programa de Ana Rosa coinciden los bastardos de “Gran Hermano” y un calendario solidario para un colegio en Nicaragua. Las tertulias facciosas y los niños con enfermedades espantosas. Los sucesos macabros y las entrevistas a las familias de las víctimas. Los vividores del corazón y los reportajillos de investigación. “Antes que periodistas somos personas”, dice Ana Rosa. Y no miente: antes que periodistas son cualquier cosa. Asustaviejas, trileros, exibicionistas, chupasangres, plagiadores… “Somos obreros de la comunicación”, insiste la reina del photo shop en un alarde de cinismo.

“Ana Rosa cambia constantemente de vestuario, pero cada día sale con la misma sonrisa y el mismo brillo en los ojos”, reza una voz en off. “Cinco años de exclusivas”, asegura Ana Rosa. Y arranca un vídeo para confirmar sus palabras: el hombre lobo mejicano, la mujer más pequeña del mundo, prendió fuego a su mujer, entrevista a los padres de la muerta, charla con la familia de Madeleine, el crimen de Fago, las víctimas del avión de Spanair, las escaleras donde murió Mari Luz, los padres de Marta del Castillo, Antonio Puerta escribe al programa… “Hay que ver lo que hemos llorado… pero también lo que nos hemos reído. Antes, unos bonitos anuncios”, sentencia la presentadora.

“El programa de Ana Rosa”, sin duda la mayor basura que se emite en televisión matinal, funciona: un 21,9% de audiencia media y 1004 días siendo líderes. “Un programa consolidado como el principal referente informativo de las mañanas”, resume la autopromoción del programa.

Lo peor. Eso es el programa de Ana Rosa.

Losantos versus Esponja

Lucha de gigantes / Convierte el aire en gas natural / Un duelo salvaje advierte / Lo cerca que ando de entrar / En un mundo descomunal” (Antonio Vega).

No hay mejor ring que la televisión. Con millones de posibles espectadores, la pantalla se ha convertido en un inmejorable campo de batalla para duelos fratricidas. Vean cómo Ana Rosa Quintana y Susanna Griso se tiran de los pelos en directo cada día. O cómo Pepa Bueno y Matías Prats luchan para que sus informativos sean líder. ¿Y qué me dicen de Buenafuente y Wyoming, enzarzados en un combate de sumo dentro de su propia cadena? Pero la lucha más equilibrada, y por lo tanto más despiadada y cruel, tiene lugar en las cadenas temáticas de TDT por la mañana temprano. Es la franja despertador, ese momento en que usted entra en la ducha, pone la cafetera o, perezoso, se quita las legañas. Y es que en ese instante inicial de la jornada, con los primeros rayos del sol, se enfrentan, como en los duelos crepusculares de John Ford, Jiménez Losantos y Bob Esponja.

Algún bromista pensará que Losantos ha elegido el horario infantil para enfrentarse a rivales de su talla. No tiene gracia. Bob Esponja es un dibujo animado para niños. Losantos es un señor bajito. Bob Espoja es un personaje de ficción. Yo diría que un repugnante personaje de ficción, con ojos de cocainómano, discurso anfetamínico y un color amarillo que sólo sienta bien a los Simpsons. Losantos es… un personaje real. Les contaría muchas cosas, pero lo mejor es que ustedes le escuchen. Ayer mismo dijo lo siguiente: “Una noticia escalofriante: Moratinos podría acabar de ministro de Exteriores europeo. De ahí a los almorávides hay nada, diez minutos. La morisma con ánimo de gresca ve a Moratinos y dice, a por él. Y nada, otros ochos siglos aquí luchando contra la media luna. Nosotros estaríamos a favor de la media luna. Zapatero no, pero otros sí”.

Las audiencias, por desgracia para todos aquellos que necesitan droga dura por las mañanas, no están con Losantos. Bob Esponja le da un buen repaso: un 7,97% de share del invertebrado acuático frente a un rácano 1,2% del vertebrado radiofónico. “Es la mañana” (Veo7), la tertulia radiofónica de Losantos, se arrastra por la banda despertador muy por detrás de Esponja (Clan TVE), “Hotel, dulce hotel: Las aventuras de Zack…” (Disney Channel), “Zoey 101 / Príncipe de Bel Air” (Neox),  “Ben 10” (Factoría de Ficción)…Pero Losantos no debería desmoralizarse. La franja matinal de la TDT es su hábitat, la liga que le corresponde. Recuerden que, como dijo Rilke,  “la verdadera patria del hombre es la infancia”.

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Los Lobos cantan a Disney.

Sí, Los Lobos, el grupo de David Hidalgo y César Rosas. La banda más grande del norte del Río Grande. El orgullo de la frontera. Los Lobos lanzan un disco con canciones de películas de Disney en versiones… digamos que muy especiales.

Los Lobos en Barrio Sésamo

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Los Lobos y su versión de “Heigh Ho” de Blancanieves

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Periodismo y ética

Escucho a Alfonso Rojo en Intereconomía, una de esas televisiones marginales de carácter radical que nos ha regalado la TDT: “después de esto, hay que bombardear y dejar como una era Somalia”. Cuando el periodista de belicosos instintos utiliza el pronombre demostrativo, imagino que lo hace para referirse al secuestro de pescadores españoles por piratas africanos. Todavía aturdido por el comentario, abro El País de manera rutinaria. Es decir, por la página de comunicación. Y me encuentro con la despedida de Enric González: “La dirección de este periódico considera que conviene aprovechar al máximo el espacio de papel, cada vez más escaso, y que estas líneas serán de mayor provecho si se dedican a la televisión en lugar de a peroratas más o menos excéntricas”.

Enric 2

Alfonso Rojo y Enric González son periodistas. Lo son en la misma medida en que Marco Materrazzi y Leo Messi son futbolistas. O Bisbal y Van Morrison cantantes. O Ana Rosa Quintana y Philip Roth  escritores. Formulismos, etiquetas, formalidades, llámenlo ustedes como quieran. El caso es que los dos, Rojo y González, ofrecen su opinión en medios de comunicación. Bueno, ya no. Porque Enric deja su columna diaria sobre televisión (y aledaños) para marcharse a Jerusalén como corresponsal. Un cambio de ubicación que parece debilitar a El País: es su columnista de moda, la estrella. Y puede hacer pensar a los lectores en un escarmiento por el famoso texto jamás publicado en el que Enric comentaba en tono irónico las aficiones de los propietarios del periódico: “No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños”.

Poca cosa parece para castigar a tu columnista estrella, ¿verdad? No se fíen: todo está muy  revuelto en el mundo del periodismo. Dice Enric, con el sentido común que le caracteriza, que “no hay que preocuparse si desaparece del periódico alguna opinión, porque cada uno tiene ya la suya”. Y tiene razón, al menos en parte. En momentos de confusión como los que vivimos, lo que abundan son las opiniones sumisas, interesadas, extremistas, irracionales. Bombardear Somalia. Y lo que se echa de menos, las opiniones independientes, reflexivas, y si no ecuánimes al menos honestas. Cuestión de ética, entendida como guía y faro para construir un periodismo digno y creíble.

No se hagan ilusiones. La tendencia es convertir  Somalia en una era. El británico David Randall escribió, en su imprescindible “El periodista universal” (Siglo XXI), que “para el no iniciado, la mezcla de periodismo y ética constituye la mayor incongruencia concebible. Incluso el empleo de ambos términos en la misma frase plantea el riesgo de que el lector prorrumpa en incontenibles carcajadas”.

 

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P.D.

Luis Fernández, presidente de RTVE, ha convocado  para el próximo viernes al Consejo de Administración de la Corporación con la intención de presentar su renuncia. Miguel Ángel Sacaluga, candidato del PSOE, ya está en la línea de salida. Analizaremos el tema, pero hasta entonces me remito al primer post de esta última época: Tocata y fuga.

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El dato

Real Madrid 1; Alcorcón 4. Resultado final de la eliminatoria (dieciseisavos de final de la Copa del Rey).