El mundo de la televisión está conmocionado. En los últimos días se han producido dos grandes noticias que han revolucionado el sector, creando en el telespectador un mundo de nuevas y excitantes expectativas. ¿Alguien dijo que la tele es aburrida, que se repite, que todas las cadenas son igual de cutres? Pues deberá rectificar de inmediato.

La primera de esas grandes nuevas es el retorno de una leyenda: el padre Apeles. Justo cuando el peligroso extremista de izquierdas Alfredo Pérez Rubalcaba propone revisar los acuerdos con la Santa Sede, el cura más grimoso de la pantalla resucita y amenaza con incorporarse a la nueva edición de “Supervivientes” (Telecinco).

La segunda puede parecer menos impactante, pero tiene una carga humana y emocional absolutamente acojonante:  La novia de Matías Prats, que no es otra que Ruth Izcue, la editora del informativo matinal de Antena 3, ha roto su silencio para hacer una confesión francamente estremecedora: “Le quiero, es mi confidente”. Ponga voz de Matías Prats y repita esta frase: “Vaya, vaya, vaya, que callado se lo tenía el confidente…”.

Si la competencia entre ambas cadenas líderes, Telecinco y Antena 3, no fuese tan feroz, tan a degüello, podrían hacer un pacto de no agresión, unir fuerzas y remar en la misma dirección, en busca de la perfección, de la televisión total, del delirio. El regreso de Apeles es una bomba de Telecinco, y el noviazgo de Prats con una compañera es un cañonazo de Antena 3. Reuniendo ambos acontecimiento mediáticos rozarían el cielo: ¿Imagina usted el noviazgo de Prats con Apeles?

Los telespectadores, como los yonquis, cada vez queremos más. Drogas más duras, más puras, más potentes. Apeles y Prats en tanga, en la isla de Supervivientes, viviendo una historia de sexo chusco para regocijo de los adictos a las dos grandes cadenas de nuestro país.  Dos cadenas unidas vía rectal en un reality que pasaría a la historia como la cumbre de la moderna telebasura. Lara y Berlusoni, dos grandes empresarios de la comunicación, por fin hermanados, en lo que sería una grandiosa fiesta bunga bunga, tanto a nivel audiovisual como económico. La televisión total, el acabose.