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Órbita Laika

He visto en televisión un programa que no esta mal. Nada mal. Hablo en serio. De verdad, se lo aseguro. Le diré más: He visto en televisión un programa con el que no me sonrojé, que no me invitó a renegar de mi condición humana, que se puede contemplar con la familia. Sí, y lo he visto en TVE, la misma televisión pública que manipula con insoportable descaro la realidad para favorecer al Gobierno. Un programa que entretiene y educa, que divierte y despierta la curiosidad. Servicio público, hablo en serio, ¡en la televisión pública española!

El programa se llama “Órbita Laika” (La 2), y es un espacio de divulgación científica. Olvide a Eduard Punset balbuceando con la boca llena de pan Bimbo. “Órbita Laika” arrancá a ritmo de comedia, talk show si lo prefiere, con un monólogo del presentador, que no es otro que el Ángel Martín de “Sé lo que hicisteis…”. Quizá el momento más flojo: Martín presume de ser “el payaso tonto” del programa, hace cuatro chistes y canta una cancioncilla chorra. Mejorará cuando el nivel del humor, del monólogo, crezcan.

El monólogo y la cancioncilla dan paso a la primera invitada, la televisiva Ana Morgade. Se confirma el flojo principio. “No sé entrevistar”, reconoce un Ángel Martín que debe abandonar cuanto antes el papel de ignorante y superar la coletilla “¿Vale?”. Promoción de los proyectos teatrales de Morgade. ¿Y la ciencia? De momento nada. Han pasado diez minutos decepcionantes. A Ana Morgade, una persona “muy curiosa”, le gusta “encontrar respuestas”. Por eso el presentador le pregunta si hay gravedad en el espacio. Morgades da su respuesta, la solución al final del programa.

En el minuto trece entra en plató América Valenzuela, periodista y divulgadora científica. El nivel crece ligeramente. Y se habla por vez primera de ciencia. De ciencia “no sesuda”, asegura, antes de comentar algunos vídeos curiosos: objetos perdidos en la luna, baños en la isla de los cerdos… Y de relleno, el clásico video callejero con una pregunta: ¿Qué es la evolución? Las respuestas del populacho, absurdas, dan paso a un vídeo interesante que explica de manera sencilla la selección natural.

Morgade sigue en plató, y sigue sin aportar nada. La comparsa graciosilla de un presentador que insiste, de manera patética, en su ignorancia. Llega Antonio Martínez Ron, divulgador científico, y dedica su sección a la visión humana, los colores, la inexistencia del rosa. El espectro visible. Ciencia y divulgación, interesante y divertido. La esencia del programa, algo tarde: estamos en el minuto treinta. A partir de aquí no hay tregua. Sale Martínez Ron y, tras una sección de cocina científica euskalduna tan corta como interesante, entra José Cervera. El programa coge ritmo. Cervera es un maestro de la comunicación, y siempre es un placer escucharle. Sobre todo cuando habla de… el placer. Aunque sea del placer de los monos. Biólogo y periodista, Cervera, como Martínez Ron, sabe de qué habla, y sabe cómo contarlo. Son la columna vertebral de un programa que debería apostar más por los comunicadores, por la ciencia, y menos por el humor de medio pelo.

Al primer programa de “Órbita Laika” sin duda le sobra gente sentada intentando ser graciosa. Y seguramente le falta acción científica. Espectáculo. Puede que de manera no tan frívola y acelerada como en “El Hormiguero”, pero en esa línea. Buenos comunicadores, que ya los tiene, y espectáculo a lo grande. Que Clara Grima, la matemática que comenta vídeos, arranque su sección con un viejo fake de móviles y palomitas resulta un poco pobre. ¡Menos vídeos y más acción en plató!

“Órbita Laika” tiene que ajustar su escaleta, afinar tiempos y ritmos, encontrar el tono y buscar invitados de nivel para convertirse en todo un show científico. Es decir, para pasar a ser aquello que apunta: aire puro, vitaminado, soleado y energético para un mundo televisivo desolador. “Órbita Laika” es un programa muy digno condenado a mejorar. “Órbita Laika” es justo lo que se espera de una televisión pública. Y por eso quizá debería cambiar de hora: las once de la noche de los domingos elimina al público más jóven, y es una verdadera pena.

Un motivo para NO ver la televisión

Los Lobos.

Cd: Sí se puede!

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Se reedita este clásico de la canción de combate, grabado allá por 1976, con una remasterización brillante. Y llega a esta sección porque los tiempos reclaman rebeldía, y justicia, canciones contra los abusos del poder. Es el primer disco de Los Lobos, la legendaria banda de Los Angeles, todo un homenaje a los trabajadores agrícolas, a sus penurias y sacrificios, un ejemplo de solidaridad y compromiso. Tocan Hidalgo y sus colegas con la compañía de amigos como Carmen Moreno, Diana Cruz, Steve Salas o el coro de niños de la escuela Santa Isabel. Juntos interpretan una selección de canciones de lucha obrera que arranca con “De colores” y acaba con “No nos moverán”. Y es que este “Sí se puede!” está más vivo, y es más necesario, que nunca.