¿Quién dijo que la televisión no es un medio de comunicación en constante evolución? Regresan los dos rombos. Sí, ese viejo código de regulación de contenidos que tenía dos niveles: un cuadrilátero paralelogramo con los cuatro lados de igual longitud, programa para mayores de catorce años. Dos cuadriláteros de las mismas características, para mayores de dieciocho. Los rombos, si no recuerdo mal, aparecían en la parte derecha de la pantalla justo en el momento en que comenzaba el programa.

TVE puso en marcha este original sistema de control de contenidos allá por 1962. Mucho ha llovido desde entonces. Es decir, que mucho ha aumentado la telebasura, los programas zafios, los contenidos impresentables. Quizá por eso el Gobierno del Partido Popular está trabajando actualmente, junto al Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, para homogeneizar los sistemas de calificación por edades de las obras audiovisuales en los diferentes canales de exhibición, bien sea cine, televisión o Internet. El proyecto consiste en “desarrollar un sistema de pictogramas o imágenes identificativos que acompañen a las obras audiovisuales y que permitan al público identificar a priori contenidos específicos de las obras audiovisuales”. Una moderna versión de los rombos, para que usted me entienda…

Recuerdo que de pequeño (años setenta) mis padres no me dejaron ver “La mujer pantera”, una película de Jacques Tourneur rodada en los cuarenta, porque tenía dos rombos. También recuerdo haberle contado hace solo unos meses un episodio de “Navy: Investigación criminal” (La Sexta) emitido en plena Semana Santa, horario infantil, en el que una chica esnifa cocaína de los intestinos del cuerpo de su hermano, abierto en canal en un depósito de cadáveres. ¿Dos rombos? ¿Treinta rombos?

El 86% de los programas emitidos en horario protegido incumplen la ley, según un estudio de los Telespectadores Asociados de Cataluña (TAC). ¿De qué coño de rombos, o sistema de pictogramas o imágenes identificativos, nos están hablando?

A las televisiones no les basta con las leyes de los mortales. Como les sucede a los políticos, que al parecer necesitan una Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno para no cometer fechorías, ahora las cadenas van a necesitar leyes, códigos, rombos y pictogramas para avisar de que emiten mierda. Porque dejar de emitir mierda ni se lo plantean: es la sal de la vida, el alma de la programación.

Un motivo para NO ver la televisión

Marshall Lawrence

Cd: House Call.

Marshall Lawrence es un veterano guitarrista canadiense de country blues tradicional. Le llaman el doctor del blues, y es un tipo elegante haciendo música primitiva y sucia. En esta ocasión, porque Lawrence ha firmado tres discos previos de blues elegantes, perfectos. En “House Call” se le puede ver refugiado en el porche de una casa de madera, rodeada de maleza, mirando al infinito abrazando un dobro. Como un Son House blanco fotografiado a todo color…

“House Call” suena a gloria. Dicen que es neo blues del Delta, y puede que sea cierto. Carece de la profundidad de los clásicos, esos músicos que pasaron hambre y se arrastraron tocando de plantación en plantación. Pero a cambio disfruta de una técnica perfecta, de una grabación exquisita. No es un disco de los editados por Fat Possum, a ver si me entiende, pero contiene blues del bueno.