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El hueco de las estrellas

Un motivo para NO ver la televisión

El hueco de las estrellas

Autor: Joe Wilkins.

Editorial: Errata Naturae.

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Errata Naturae ha conseguido con su colección de narrativa Libros Salvajes lo que viene logrando con el resto de su catálogo: que el lector se entregue a sus títulos de manera ciega, sin reparar en autores, con la fe del integrista, creyendo de manera absoluta en su criterio editorial. Son de fiar. No publican textos mediocres. Buena prueba de ello es “El hueco de las estrellas”, del norteamericano Joe Willkins, un libro que reivindica de nuevo los grandes espacios, la fauna libre y la capacidad del ser humano para lo mejor y lo peor, para amar y odiar, para engancharse a la tierra con raíces indestructibles, para entender la libertad como principio y final de las cosas. Un libro con aires de clásico.

“¿Algún oso de las Rocosas recuerda que andaba por estas colinas y llanuras y suspiraba por ellas? Yo diría que sí. Todo forma parte de ellas. Como yo. Como tú hijo. Como tu abuelo mi padre y los abuelos que vendrán. Esta tierra somos nosotros. Lo sabemos desde hace mucho. Como una mano que ya no tuviéramos pero que siguiésemos sintiendo.

O quizá sea al revés. Quizá solo seamos un órgano de la tierra. Quizá nosotros seamos lo perdido y cuando la tierra ya no nos tiene nos llora. ¿Es así? ¿Llora la tierra por mi abuelo? ¿Por los osos grizzly desaparecidos? ¿O por ambos?”.

“El hueco de las estrellas” cuenta la historia de Wendell y Rowdy, dos seres abandonados por la suerte condenados a entenderse. Los lazos que les atan los dibuja una trabajadora social, que descubre que a Rowdy, un niño de siete años con rasgos autistas y la madre en prisión, solo le queda en el mundo Wendell, familia lejana, joven agricultor instalado en una caravana, condenado a pagar las deudas de las tierras de su padre y el tratamiento médico de su madre, fallecida. Juntos huyen de la vida real, se sumergen en las montañas y escuchan la redención en el aullar de los lobos. Wendel Protege a Rowdy, y las Bull Mountains se convierten en su último refugio.

Una novela que huele a musgo húmedo, a restos de alce devorado por un oso, a nubes de nieve y gasoil de camioneta. Y a miedo, amor y redención. Una propuesta de libertad, un canto a la naturaleza salvaje y a aquellos que luchan por romper con su destino. Un libro inolvidable sobre aquellos que sobreviven entre valles infinitos, disparos de escopeta y sensación de abandono. Estremecedor.

“Si esto es el final hijo que sepas que te quiero. Te lo debería haber dicho cuando vivía contigo. Díselo a tu madre también. Puede que esté enfadada conmigo por lo que ha pasado y por lo que he hecho pero díselo de todos modos. Siento todo esto pero hay una forma correcta de vivir y una forma incorrecta, y nunca coincidirán. Nunca. Grábatelo en tu corazón de muchacho y que se ilumine radiante como la luz de esta luna.

Voy a levantarme e irme de aquí. La noche. Las montañas”.