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El pollón de Revilla

“Primero mi polla, luego mi polla, y al final y para terminar, mi polla”. Escuchado en un burdel de carretera.

“Este país merece la pena” (Telecinco) es un nuevo programa presentado por el ex presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla en el que Miguel Ángel Revilla demuestra que, para hacer televisión en España, solo es necesario estar bien dotado. Para la comunicación, digo. Estar bien dotado, mediáticamente hablando, es algo que te abre puertas, te hace famoso, te da alas, te permite montar el pollo. Qué digo el pollo, el pollón. El pollón de Revilla.

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En el programa que tengo la suerte de ver Revilla habla con Pascual Margall, Revilla se rodea de niños repipis en el Palacio Real, Revilla hace un posado ante el edificio, Revilla se convierte en una caricatura que ilustra el programa, Revilla cuenta anécdotas patéticas sobre su pasado, Revilla dice que comió mal en una boda real, Revilla ofrece soluciones a problemas de política nacional y de política internacional, Revilla recuerda que cuando “estaba arriba” la gente era muy pelota, Revilla presume de austeridad porque tiene un teléfono muy viejo, Revilla llama a la abuela de un niño para demostrar que es un tío normal, Revilla anuncia una entrevista con un cocinero que se mató dos días después de hacer la entrevista, Revilla presenta a una familia que ha acogido a 54 niños, Revilla muestra la diferencia entre el gen solidario de esta familia y el gen egoísta de Urdangarín, Revilla nos recuerda que al que tiene mucho igual le jode más morirse, Revilla se sienta en medio de la pareja que adopta como si fuese él el adoptado y habla de ejemplaridad, Revilla sonríe con gran simpatía al taxista que le traslada y le responde a preguntas sobre corrupción, Revilla dice estar encantado de que la gente le conozca y le pare por la calle, Revilla pone imágenes del fervor popular que despierta Revilla y asegura estar encantado de que la gente le quiera, “Revilla presidente” grita la gente cuando pasa Revilla, Revilla se marea de tanta popularidad y se tiene que sentar, Revilla viaja a Valencia a ver el ninot de Revilla, Revilla se pregunta por el fenómeno Revilla y lo considera motivo digno de “hacer un estudio”, Revilla cree que su presencia en Valencia será “una contraprestación” a la corrupción, Revilla llama chorizos a los chorizos con dos cojones, Revilla pone la entrevista con el cocinero que se mató unos días antes de entrevistarse con Revilla, Revilla habla con otro cocinero y le hace decir que este país merece la pena, Revilla se despide del programa con una selección de fotografías en las que aparece Revilla junto a las personas que han tenido la suerte de estar en el programa de Revilla con el mismísimo Revilla.

Aparece mucha más gente en “Este país merece la pena”, alguna incluso famosa e inteligente e interesante, pero quedan eclipsadas hasta la invisibilidad por la sabiduría, el gracejo, la campechanía, la honradez, el desparpajo, la grandeza humana y, por qué no decirlo, la humildad, del tal Revilla, uno de esos hombres que ya no quedan. Un pollón, enorme, con piernas.

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P.D.

Podemos es ETA. Lo dice Telemadrid, la cadena pública que pagan los madrileños…

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Un motivo para NO ver la televisión

La casa azul.

Autor: Tyto Alba.

Editorial: Astiberri.

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Chavela Vargas salió de su Costa Rica natal visiblemente cabreada: “¡Espero que algún día en cada casa de este pueblo haya una puta, una lesbiana y un maricón!”. Lo cuenta, no podía ser de otra manera, desde la barra de un bar. Una barra sembrada de tequilas. Una barra en la que le acompaña un viajero que pregunta por el museo de Frida Kahlo en su vieja casa azul de Coyoacán. Es su día de suerte: la cantante le cuenta la vida de su amiga, de su amada, de su buena Frida. Y del mundo en que vivían entonces, rodeados de artistas y políticos, un mundo mágico con el gran sapo de Diego Rivera al frente.

Un cómic oscuro y colorista, como la vida de Frida, que va de las fiestas más divertidas a los accidentes más espantosos con la facilidad con que se pasa de página. Se lee en un suspiro, deja un magnífico sabor de boca (ese reposado que gustaba a Chavela) y se guarda junto a todo el material de la pintora mexicana, mujer de leyenda, espíritu irreductible, protagonista de infinitas historias bellas.

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