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Esa cosa libre y gratuita

“Hay una cosa muy libre en este país que se llama mando a distancia, que es absolutamente libre y gratuito”, dice Ana Rosa Quintana. ¿Qué quiere decir con esta frase tan compleja la popular presentadora y escritora? ¿Acaso que el mando está incluido en el precio de la televisión? No, que el ciudadano tiene derecho a ver cualquier cosa que decidan emitir las cadenas de televisión. “Lo más importante en la vida es la libertad de expresión y no se pueden acallar voces”, asegura la reina de la telebasura en una emocionante defensa de “Sálvame”, uno de los programas más infectos en la historia de la televisión.

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“Sálvame” se emite en Telecinco por las tardes, de 16.00 a 20.00 horas, horario de protección reforzada infantil según la Ley de Comunicación Audiovisual. Cansados de ver freaks y escuchar sandeces, en la Comisión Nacional del Mercado de Competencia han dado a Mediaset un plazo de diez días para que adapte los contenidos de su programa al horario en el que se emite. En caso contrario se enfrenta a un procedimiento sancionador por una infracción de carácter grave que le podría acarrear una multa de entre 100.000 y los 500.000 euros.

Parece razonable, ¿verdad? “Sálvame” es el programa que se utilizaría como ejemplo para hablar de telebasura. Hace dos años, trescientos responsables de marketing y publicidad de las empresas y agencias de medios españolas lo eligieron como el peor programa de la televisión, según un estudio sobre la calidad de la televisión realizado por el Grupo Consultores.

Pues para Ana Rosa Quintana la orden de Competencia, modificar sus zafios contenidos de cara al horario infantil, es un ataque a la libertad de expresión. Yo creo que en realidad es un ataque a su libertad para forrarse, aún más, desde una cadena que, no lo olvide usted nunca, es una concesión del Estado. Por eso cuando Jorge Javier Vázquez, presentador del engendro, dice que “Asociaciones ultraconservadoras con intereses ocultos nos acusan de cosas sórdidas”, solo es posible troncharse de risa. Tanto de esa frase como del melodramático monólogo que soltó en pantalla: “Después de cinco años y medio pasando la tarde juntos, cinco años y medio, vosotros desde casa y nosotros aquí, después de cinco años y medio de puro entretenimiento, de risas y grandes emociones con la única vocación de haceros compañía, os vengo a contar que hoy han amenazado seriamente la continuidad de ‘Sálvame’ y que quieren destruir nuestra gran familia”.

¿Gran familia? ¿Risas y grandes emociones? Me descojono. “Sálvame” es lo peor de la televisión, entretenimiento de ínfima calidad, un esperpento diseñado para hacer rentable el cotilleo, el escándalo, la maledicencia y la zafiedad. “Sálvame” es el programa de Telecinco que intenta que los telespectadores sean peores personas. Y pretenden emitirlo en horario de protección infantil aludiendo a la sagrada libertad de expresión. Al mando a distancia, “esa cosa libre y gratuita” que, afortunadamente, tiene un botón rojo.

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¿Sobra información?

Tras pasar toda la semana viendo basura, el crítico de televisión necesita el fin de semana para desintoxicarse. Por eso apaga el electrodoméstico, sale a disfrutar de las calles y busca un quiosco donde comprar un periódico. El mejor periódico. El País, ¿no? Es domingo, y son 2,50 euros, una cifra importante. Pero hay que olvidarse de la tele y disfrutar de información de calidad. El crítico arrincona el suplemento dominical, un catálogo de publicidad, y arranca la lectura como en los viejos tiempos: por detrás.

Mierda. En la contraportada de El País del domingo Juan Cruz entrevista a Jorge Javier Vázquez, el presentador de “Sálvame”, el carroñero estrella de Telecinco. Esta cadena forma parte de Mediaset, empresa socia de PRISA, la editora de El País. Como Juan Cruz es sobre todas las cosas un hombre de empresa, me temo lo peor. Arranca la entrevista…

– ¿Cómo está?

– Decir feliz me parece prepotente o vanidoso…

Y así se desarrolla la entrevista estrella, la contra, del país del domingo. De manera ligera, superficial, babosilla. “Dicen que soy muy soberbio y vanidoso; creo que es timidez, instinto de protección… Me gustaría decirte que luego me pongo hasta arriba de dry martinis; pero me vuelvo a casa, tienes que descansar, es que si no lo resistes…”. Jorge Javier Vázquez parece no tener nada que decir, quizá porque Cruz no tiene nada que preguntar. Un precioso espacio perdido, papel para tapar el arroz mientras reposa. No es lo que yo busco en la prensa del fin de semana…

Podríamos pensar que la televisión contamina. Que mancha lo que toca. Que es imposible hacer nada digno partiendo de un aparato tan ultrajado, tan maltratado, tan denostado, tan torticeramente utilizado. Pero puede que no sea suya toda la culpa, y que los diarios hayan dejado de ser referencia informativa. ¿Acaso quedan referencias informativas? Tal vez la cantidad, toneladas de noticias, entrevistas y opiniones de medio pelo discurriendo a saco por las redes, hayan sustituido a la información de calidad. Puede que a nadie le interese ya la información. Que prefieran estar simplemente entretenidos. Jorge Javier Vázquez fue entrevistado en El País en 2011. Y también en 2012. Y su último libro fue reseñado en Babelia en 2103. En la foto, el presentador durante su trabajo en Telecinco…

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Maurizio Carlotti, vicepresidente del Grupo Atresmedia, ha sugerido que los informativos de televisión de la noche sobran. Durante su participación en los Cursos de Verano de El Escorial ha dicho que esos telediarios nocturnos “no introducen novedad”. “Es invitar a cenar a uno que ya ha cenado, uno que pica algo por cortesía”, asegura Carlotti.

¿Sobra información?

 

Un motivo para NO ver la televisión

Johnny Winter

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Ha muerto el más feroz de los grandes bluesman blancos. Nació en el 44 en Texas, tocaba la guitarra de una forma tan salvaje como Hendrix, era tan técnico como Stevie Ray Vaughan, tenía el feeling de Albert Lee… jamás hizo una concesión comercial, nunca abandonó la carretera, siempre amó el blues sobre todas las cosas. Era un prodigio, un titán escondido en el cuerpo frágil de un niño tatuado. Y grabó algunos discos mágicos que nos quedan para siempre. ¿El mejor? Entre sus cuatro primeros y magníficos álbumes quizá destaca el que significó su debut en estudio, allá por el 69. Se llama “Second Winter”, y en su versión Legacy Edition incluye un directo en el Royal Albert Hall en 1970. Una memorable descarga eléctrica.

Cinco años de telebasura

Dice Jorge Javier Vázquez que “con Sálvame se han enseñado las tripas de la televisión”. Y tiene más razón que un santo. Es más, no solo han mostrado el buche y los intestinos gruesos y delgados, repletos de gases y heces, sino también el páncreas, el bazo, los higadillos y hasta la vesícula biliar. Las asaduras al completo. “Sálvame” ha abierto en canal la televisión, y nos ha enseñado toda la casquería que es capaz de contener, esos órganos tumefactos y pestilentes que no servirían ni para dar de comer a los buitres. “Sálvame es el mayor show de entretenimiento de este país, el que más horas de televisión hace en España; también en Europa; tal vez en el mundo -eso no me ha dado tiempo a comprobarlo-“, afirma Óscar Cornejo, uno de los creadores del formato. Y es que esta fábrica de mierda debe tomar los mismos yogures que Coronado: funciona como un reloj.

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“Sálvame” cumple cinco años en pantalla. Me ha parecido oportuno dedicarle el post de hoy porque posiblemente estemos celebrando el aniversario del peor programa en la historia de la televisión en España. Cutre, sórdido, violento, chabacano, macarra, ruin, hortera, tremendamente mezquino… Con presentadores verbeneros y colaboradores de saldo: Lydia Lozano, Kiko Hernández, Belén Esteban, Kiko Matamoros… A lo largo de estos cinco años “Sálvame” se ha convertido en la meca de la telebasura nacional. “Si queréis me insemino en directo, porque ya sólo queda que caguemos delante de las cámaras”, dijo Mila Ximénez en una frase que puede resumir el espíritu del programa.

“Sálvame, no se de qué manera, va a ser recordado. Estamos durante cuatro horas y veinte minutos durante cinco años; no hay vacaciones, ni los días de fiesta nacional. Algo tendrá”, asegura Jorge Javier Vázqueza. Yo se lo que tiene. Y la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) también: “Sálvame se caracteriza por los continuos enfrentamientos, a veces incluso físicos, entre los colaboradores del programa y con los invitados, por el empleo continuado de lenguaje soez, insultos graves y descalificaciones; por las referencias continuas y explícitas a diferentes prácticas sexuales, con mostración en pantalla de diferentes objetos empleados al efecto, o por la recreación en la emisión de imágenes violentas y/o procaces”.

Cinco velas sobre un enorme excremento de elefante. Esta podía ser la tarta de cumpleaños de “Sálvame”, el programa de Telecinco que intenta que los telespectadores sean peores personas.

El cuerpo

Hace años, en los setenta, cuando en la televisión hablaban de “el cuerpo” era un motivo de alegría: se referían a Rachel Welch, la actriz y modelo que se convirtió en sex symbol tras aparecer en la película “Hace un millón de años” con un ajustado bikini prehistórico. Piel sobre piel.

Un día, el cuerpo fue Rachel Welch. Ya no. Actualmente, cuando en la tele alguien habla de “el cuerpo” se refieren a Marta del Castillo. “Yo tengo el convencimiento personal de que el cuerpo está en esta finca de aquí detrás”, dice Nacho Abad en directo en “Espejo público” (Antena 3). Y abraza al abuelo de la niña asesinada, el cuerpo, en un momento de intimidad que de tan teatral resulta profundamente obsceno. “Es ese abuelo que todos querríamos tener”, sentencia una Susanna Griso que  tratan de ofrecer “una mirada limpia sobre el caso” más hediondo de los últimos años.

¿Hemos superado realmente los traumas sexuales de la vieja España? Quizá solo los hayamos sustituido por otras taras aún más lamentables. Bien es verdad que actualmente las suecas se pasean por nuestras calles con total libertad, sin ser acosadas por hordas de machos ibéricos rebosantes de testosterona. También es cierto que hoy día tres activistas de Femen pueden exhibir sus pechos en el Congreso de los Diputados escandalizando solo a Gallardón y a un par de meapilas más. Pero todo es mucho más complejo…

Durante décadas hemos construido nuestra sociedad en base a complejos y represiones. El cuerpo de Raquel. Ahora la televisión nos invita a congregarnos alrededor de miedos atávicos. El cuerpo de Marta. Una teoría dice que la cultura se construye mediante la represión de los instintos. Es decir, que la clave está en la relación entre los procesos naturales y los culturales: una sociedad equilibrada, sana, debe ir más allá de sus instintos y superar sus impulsos más básicos.

“¡Pamela! ¡Pamela!”, gritaba un histérico Mario Vaquerizo cuando Jorge Javier Vázquez abrió el sobre del programa “Hay una cosa que te quiero decir” (Telecinco) y apareció la ex vigilante de la playa. En el equilibrio está la virtud, pensarán en Telecinco, la cadena que mezcla sin pudor los cuerpos muertos y los vivos. Por las mañanas, Ana Rosa rastrea la Majaloba en busca de Marta. Por las noches Jorge Javier husmea en los implantes de Pamela Anderson.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Cd: CBGB. (Banda sonora original).

Hace años me tomé unas cervezas en el CBGB, seguramente el garito más importante de la historia del rock and roll, con permiso del Agapo. El templo del underground neoyorkino, un icono del East Village, el último tugurio punk. Cutre, sucio, incómodo… maravilloso. El lugar que vio nacer y crecer a Talking Heads, Blondie, los Dead Boys, Iggy Pop, los Ramones y Patty Smith. Un escenario sagrado que pisaron muchos de los grandes, desde Johnny Thunders a Willie Deville pasando por Springsteen, Joan Jett, John Cale, New York Dolls

Pues resulta que acaban de rodar una película que cuenta la historia del bar, y de una época musicalmente mágica. No he visto la peli, pero sí he escuchado la magnífica banda sonora, una recopilación con algunos de los más ilustres artistas de la época dorada del CBGB. Problemas legales con las licencias han obligado a realizar un encaje de bolillos (no están los Ramones pero sí Joey Ramone) que no resta un ápice de interés al disco. Hey, ho, let go!

P.D.

Imprescindible también el libro “CBGB & OMFUG”, acertadamente subtitulado “Thirty Years from the Home of Underground Rock” (Editorial Abraham). Decenas de fotografías en blanco y negro, desde 1976 a 2003, del legendario local, cerrado por la especulación urbanística el 15 de octubre de 2006.