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La insoportable levedad del periodismo

Juan Luis Cebrián llevaba años esperando este momento. “José Luis Rodríguez Zapatero debe abandonar su patológico optimismo y anunciar cuanto antes un calendario electoral creíble”, escribe el miembro de la Real Academia Española en la portada de El País. Cebrián pide elecciones, lo que significa una sola cosa: que Rubalcaba ya está listo para enfrentarse a Rajoy. El director del periódico, Javier Moreno, apoya a su consejero delegado llevando a esa misma portada un editorial titulado “Fin de ciclo”, y tuiteando un pedrojotil “Zapatero debe convocar elecciones cuanto antes”.

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Un motivo para NO ver la televisión

Seasick Steve

Cd: You Can´t Teach An Old Dog News Tricks.

El californiano Seasick Steve se llama en realidad Steven Gene Wold, lo que no le impide toca la guitarra como si estuviese bajo la lluvia, escondido en un puente, rodeado de sombras y ratas. Es auténtico. Cuenta que construye sus propios instrumentos, que sueña con afinaciones nuevas y que grabó su primer disco a la edad en que otros se retiran del negocio. Seasick Steve toca para los homeless, arrastra el blues y duerme a pierna suelta.

“You Can´t Teach An Old Dog News Tricks” es su quinto disco, un trabajo realizado con la colaboración de toda una estrella: John Paul Jones, el bajista de Led Zeppelin. Quizá por eso suena de mil formas diferentes, desde la intensidad de un solitario bluesmen en una esquina de Chicago a la energía de una banda a lo White Stripes. Sin olvidar a J.J. Cale. Otra delicada e intensa joya.

 

Arte de mierda

El mayor restaurante asiático de Europa tiene 2.000 metros de superficie, capacidad para casi 400 personas, diez palcos de lujo y un detalle exquisito: está decorado con obras de arte del siglo XVIII. El abrevadero en cuestión se llama Zen Market, y seguro que no adivina en qué lugar ha abierto sus exclusivas puertas. ¿En los bajos del Louvre, para que la luz que atraviesa la pirámide ilumine de refilón el pato laqueado? Frío, frío… ¿Junto al Museo Británico, en ese barrio de librerías de viejo y caserones de recio ladrillo victoriano? Se está helando. Le daré una pista: en Madrid. ¿En el edificio Sabatini, del Museo Reina Sofía, junto a la colección “Utopías y conflictos”? Se acaba de congelar. ¡En el estadio Santiago Bernabeu!

Desde el cuadro de Miró en la pared del cuarto de baño de Juan Antonio  Roca, el que fuera asesor municipal de urbanismo de Marbella, no veía una horterada semejante. ¡Obras de arte del XVIII junto a la banda que mancilla ese destripaterrones de Arbeloa! Como lo está usted leyendo. Y es que el arte ya no es lo que era…

“El ocio protege contra el estrés y la depresión”, aseguraba el titular de una columna del diario El Mundo. Estamos de acuerdo, pero el ocio es una cosa y el arte otra. Palabras mayores. “Los toros son arte”, me interrumpe un Pedro J Ramírez que refuerza su análisis con la presencia de Vargas Llosa y Pere Gimferrer, flamantes ganadores del premio Paquiro “por su defensa a ultranza de la tauromaquia”. “No debemos avergonzarnos de nuestra afición”, sentencian los escritores tras soltar algunos tópicos indignos de su talento: “La tauromaquia es una metáfora de lo que es la condición humana” (Gimferrer) “Cuando se pone en juego el arte del toreo, es poesía en movimiento” (Vargas Llosa). Como el nivel intelectual no parece demasiado alto, me atrevo a incluir la cavilación final de José Bono, socialista y español, que pese a las circunstancias que atraviesa su partido apadrinó el cornudo evento: “la desvertebración (de España) también incluye negar los toros”.

Arte del XVIII exhibido en un chino del Bernabeu, arte colgado junto al bidé del tigre de Roca, arte en la tortura de un animal… A cualquier cosa le llaman arte. En 1961 el artista italiano Piero Manzoni montó una exposición con 90 latas de metal que contenían sus propias heces. Treinta gramos de mierda por lata. Medio siglo después, el precio de cada una de esas obras de arte sin fecha de caducidad supera los 125.000 euros.

 

P.D.

Ya sabemos de qué hablaban Zapatero y Javier de Paz, hoy consejero de Telefónica y ayer dirigente de Juventudes Socialistas, la noche de las pasadas elecciones: ampliar el expediente de regulación de empleo (ERE) de Telefónica de tres a cinco años, y de 6.500 a 8.500 trabajadores. Y todo, el año en que el presidente de esa empresa cobró 8,6 millones de euros. ¿Revisión ideológica? ¿Congreso? ¿Primarias? El PSOE necesita mucho más que todo eso…

 

Con hache de zapatero

La noche del domingo Eva Hache entrevistó a José Luis Rodríguez Zapatero en su nuevo programa, “Con Hache de Eva” (La Sexta), ofreciendo un momento televisivo de alguna manera entrañable. Primero por el parecido gestual entre ambos, absolutamente estremecedor, con esos ojillos ovinos, esas miradas acuosas y esas sonrisas de marioneta que les asemejan a los muñequitos Littlest Pet Shop. Y en segundo lugar por la crueldad de la situación, puesto que los protagonistas de la conversación atraviesan situaciones profesionales antagónicas: Hache acaba de llegar, y Zapatero hace ya tiempo que está marchándose.

Como Eva Hache no es Ana Pastor, Zapatero no es del PP y La Sexta es La Sexta, la entrevista prometía ser dulce y sedosa. Y fue dulce, sedosa y muy empalagosa. Un baño de buenismo, de simpatiquismo y de simplismo. “Soy consciente de que me van a caer muchos palos por la entrevista”, adelantaba Hache en Vertele.

Ignorado por la izquierda y maltratado por la derecha, Zapatero necesita momentos así. Entrevistas promocionales diseñadas para lavar su imagen, a estas alturas del color del desagüe de una cochiquera. Hache no tenía la más mínima intención de preguntar al Presidente por los parados, por las centrales nucleares o por la memoria histórica, puesto que su preocupación declarada era saber “si se depila las cejas o son así de nacimiento”. De hecho, ni se inmutó cuando Zapatero negó haber engañado a los españoles sobre la importancia de la crisis. ¿Entiende ahora por qué Hache era consciente de que le iban a caer palos por la entrevista? Preguntas de una banalidad insultante, supuestamente simpáticas, para que un hombre abofeteado por la realidad tuviese ocasión de mostrar su lado humano.

Zapatero está para sopitas de ajo y palmaditas en la espalda, y Hache trabajó duro durante cincuenta minutos para que el presidente no se quemase la lengua y sintiese el lomo acariciado. Pero nada de talento: ni un titular, ni un ápice de ingenio, ni una anécdota jugosa, ni un atisbo de brillantez. Solo bálsamo para un individuo acostumbrado a encajar duro: unas horas antes de la emisión de la entrevista, Camps, ese político en proceso de putrefacción, se atrevió a decir que a Zapatero “su abuelo no le transmitió ni ternura ni cariño”.

En cuanto al programa en cuestión, poco que añadir. Arrancó con el Presidente, sin ni siquiera explicar Hache en qué consistía la estructura del nuevo espacio. Seguramente porque “Con Hache de Eva” no consiste en nada nuevo: es la enésima vuelta de tuerca de La Sexta a sus propias especialidades y personajes, una mezcla de humoristas y monólogos de distintos niveles y entrevistas promocionales (la segunda, penosa, con Martina Klein). Más de lo mismo.

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Un motivo para NO ver la televisión

En el condado de Grouse

Autor: Tom Drury.

Editorial: 451 editores.

Pasan los días y los personajes por las calles y veredas del imaginario condado de Grouse, en el Medio Oeste de los Estados Unidos. Podría sonar una guitarra de Ry Cooder, y el aire arrastraría por las calles zarzas  seca. No pasan grandes cosas. Pasan pequeñas grandes cosas. Aquellas que preocupan al sheriff Dan, entristecen a Louise o hacen de Tiny carne de presidio.

Tom Drury cuenta de manera aparentemente apacible la historia de este triángulo fascinante. Una crónica que disecciona una clase social que se mueve entre la decadencia y la depresión, que padece una autocompasión lacerante y se aleja del orgullo y la retórica romántica de Faulkner. Aquí los héroes no tienen lugar, y no hay espacio para las hazañas. Todo es melancolía. Un prodigioso ejercicio de decadente normalidad, de narración limpia y afilada que puede recordarnos a Tobias Wolff, a William Goyen o a Saroyan. Un mundo imperfecto, el mundo de Drury.

el miedo

“El latido de Dios en nosotros: el miedo” Elías Canetti.

El miedo es el arma más poderosa. Tanto, que se ha convertido en un eficaz instrumento para el control de las poblaciones. Instala el miedo en una sociedad y la tendrás amarrada, desactivada, comiendo en tu mano. Los ciudadanos debemos proponernos no tener miedo. Ni a los ladrones, ni al paro, ni a la enfermedad…Ni siquiera a los terroristas, a los políticos o a los estados. Y eso aunque lo que leamos, escuchemos o veamos nos ponga los pelos de punta…

Resulta que aquello que nos dijeron la CIA y la Casa Blanca tras el asesinato de Bin Laden era mentira: ni iba armado ni utilizó una mujer como escudo. Da miedo no saber cuándo el Gobierno de Estados Unidos dice la verdad y cuándo miente. Produce aprensión que un Premio Nobel de la Paz ordene matar. Acojona que piensen que el fin justifica los medios, y que haber conseguido información sobre el paradero del líder de Al Qaeda mediante tortura disculpe semejante atentado contra los derechos humanos. Espanta su violencia, su prepotencia, su impunidad y, sobre todo, da miedo el miedo que provoca en el resto de países del mundo.

Alarma que el presidente del Gobierno de nuestro país justifique el asesinato con argumentos francamente  torpes e insignificantes: “Es bastante entendible que las circunstancias hayan dado lugar al resultado de la operación”. Sobrecoge que uno de mis periódicos de referencia, La Vanguardia, publique un editorial como el de ayer: “La orden dada por Barak Obama es legítima. En el plano moral, en el jurídico y en el estratégico…Han liquidado un asesino en serie; un blasfemo”. Desasosiega la ausencia de dudas en el razonamiento, esa contundencia que hace prácticamente imposible rebatirlo. Y da pavor que hayan utilizado palabras como “liquidar” y “blasfemo”. Los lectores de La Vanguardia somos sensibles e inteligentes.

“Acaba de desaparecer el principal instigador de la salvajada que en marzo de 2004 costó la vida a 199 personas en Madrid”, sentencia La Vanguardia en el párrafo final de su editorial. “El 11-M es la respuesta a las acciones de España en Irak, Afganistán y Palestina”, dijo el propio Bin Laden en El Mundo. Pero la ausencia de escrúpulos de algunos periodistas es infinita. Da miedo. El diario de Pedro J insiste en utilizar su teoría de la conspiración como inagotable campaña de promoción. Sus dudas sobre la autoría del 11-M siguen vendiendo periódicos y suscripciones a Orbyt. La desvergüenza de un medio, su ausencia de escrúpulos, solo es comparable a la incapacidad de su redacción (¿miedo?) para poner fin a la infamia que marca un antes y un después en la historia del periodismo español.

Comprendo que usted sienta miedo. Y que se pregunte si no existe cura para este mal global. Me temo que los miedosos solo podemos rebajar nuestro nivel de pavor aumentando nuestras fuentes de información. No se limite a leer un solo periódico, a ver una sola televisión, a escuchar una sola radio, a entrar en un solo blog. Quizá el antídoto para el miedo esté en la búsqueda de la verdad.

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Un motivo para NO ver la televisión

Presentación “Reacciona” (Editorial Aguilar)

Están ustedes invitados. ¡TODOS!