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El hogar eterno

Un motivo para NO ver la televisión

El hogar eterno

Autor: William Gay.

Editorial: Dirty Works.

500w

La editorial Dirty Works acaba de publicar “El hogar eterno”, primer libro de William Gay, escritor de Tenessee al que compararon en su momento, comienzos del siglo XXI, con el gran Larry Brown. No les faltaba razón: ambos escriben desde las entrañas sobre las miserias y esperanzas de los olvidados. Y lo hacen de forma contundente, utilizando la verdad, la empatía y la crudeza. En ocasiones hasta la ternura. Hay aspereza en ambos narradores, centrados en la vida rural y los conflictos y diferencias sociales, pero no melodrama. Sus textos husmean en el corazón del hombre, en sus emociones y sus tristezas, en sus sueños y sus realidades, pero siempre desde la dignidad y la emoción. No hay espacio para la pantomima en sus historias, no encontraremos personajes patéticos. Solos seres machacados en busca de una segunda oportunidad.

“-Joder, Winer,. -Bajo la amarillenta luz interior la cara de Hardin parecía casi apenada-. Vas a tener que decidirte. ¿Qué es lo que quieres? ¿Un coñito? ¿Cortinas para las ventanas? ¿Una casita blanca con rosales trepando por la fachada? Sé en lo que estás pensando, muchacho, pero créeme, no es como te crees. Nunca lo ha sido. De entre todas las cosas creadas por Dios, al final no es más que un agujero. Una raja que tiene aproximadamente la mitad de la gente que puebla este planeta. Y te puedo asegurar que no merece la pena morir por ninguna de ellas. Cierras los ojos o le pones una bolsa en la cara y lo mismo da una que otra. Serás incapaz de distinguirlas. ¿Me crees?”.

En “El hogar eterno” la violencia se respira en cada página, en cada párrafo, pero no termina de estallar. Nathan Winer ejerce de improvisado carpintero construyendo un honky tonk para el tirano Dallas Hardin. Winer, que desconoce que Hardin mató a su padre, se enreda con Amber Rose, una joven que parece ser propiedad de este último. Winer y Rose pretender escapar, Hardin lo quiere todo. El resultado es una historia tensa y llena de sombras que supuso el sorprendente, y formidable, debut de otra perla, una más, de la literatura sureña descubierta por Dirty Works.

“Bocazas salió del prado una vez pasada la mole amenazante del granero y se detuvo donde la luna proyectaba la sombra de los cedros, necesitaba un momento para orientarse. Una figura delgada propulsada por un odio en estado puro, de oscuridad en oscuridad, de sombra en sombra, más allá del granero hasta la casa. El mundo reposaba en un grial de silencio, el único color visible era el cuadrado deforme de luz amarilla que se proyectaba desde una de las ventanas sobre el jardín. Una sombra entre sombras menos móviles, Bocazas pasó a grandes zancadas por delante del camión a través de la zona iluminada y desprotegida, con la escopeta cruzada al pecho, hasta volver a ganar la invisibilidad en el cúmulo de sombras que se abatían contra la pared”.

William Gay escribe sobre el mal y la violencia, sobre la derrota y la desesperanza, sobre la oscuridad del alma humana. Y lo hace de maravilla, con descripciones perfectas de hombres y mujeres atrapados en la telaraña de su pasado, rehenes de pecados que no siempre cometieron, víctimas de sus propias debilidades. Pero también ofrece una oportunidad a la redención, a la dignidad e incluso al amor. Uno de los títulos más sorprendentes, por su estructura y su calidad, de una editorial imprescindible.