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Los nuevos indignados

Sergio Martín, director del canal 24 Horas y presentador de “La Noche en 24 horas”, estaba indignado. No por la corrupción, la miseria o los datos sobre el paro, cinco años seguidos con un desempleo del 20%. No. Sergio Martín estaba indignado porque no había recibido invitación para asistir al Mutua Madrid Open de tenis. “El buffet es espectacular”, le recordó Alfonso Rojo, uno de los tertulianos habituales en los programas de Martín. “Yo me dejo invitar con elegancia”, insistió el trabajador de la televisión pública española. Todo en directo y en TVE.

¿Vanidad? ¿Ironía? ¿Cinismo? ¿Simple estupidez? Vete tú a saber. En cualquier caso, y como no queda muy claro que se trate de una broma, resulta impropio de una televisión pública. Otra cosa es que TVE fuese el cortijo del Gobierno, cuidado.

Leyendo la prensa es posible encontrar pistas sobre el tema: la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena ha dinamitado los privilegios tenísticos del ayuntamiento y ha repartido más de 4.000 entradas para el Open de tenis, de las que un total de 3.461 corresponden a palcos VIP, entre colegios, clubes deportivos y entidades sociales. El ayuntamiento mantiene butacas para la estricta representación municipal.

“Me sorprende que siendo como sois, estrellas rutilantes de la televisión, no os inviten. Me parece indignante. No lo digo por mí. Lo digo por vosotros”, insistió, dirigiéndose a los tertulianos, un Sergio Martín que quizá como periodistas sea solo un mamporrero, pero como humorista es un auténtico genio.

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Y es que la cosa es tronchante, ¿verdad? La decisión de Carmena, digo. Pura demagogia, que exige sin duda que desde TVE se cachondeen de mala manera. Para este tipo de servicio público, ironizar sobre las decisiones cabales de políticos rivales, fueron concebidas las televisiones públicas, evidentemente.

P.D.

Y hablando de vanidosos, de austeridad, de estrellas, de ciudadanos y de espectáculos… El gran Rosendo Mercado, orgullo del rock español y del barrio de Carabanchel, cree que hay cosas más importantes en las que gastarse el dinero que la estatua que Ahora Madrid quiere levantar al autor de “Agradecido”.

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Un motivo para NO ver la televisión

Su pasatiempo favorito.

Autor: William Gaddis.

Editorial: Sexto Piso.

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La editorial Sexto Piso insiste en recuperar la obra de William Gaddis, grande de las letras norteamericanas desconocido para buena parte de los lectores españoles. Una lástima, porque se trata de un escritor de enorme originalidad que arriesga en cada párrafo, demuestra una mordacidad envidiable, domina los diálogos, arriesga con la estructura de la narración, experimenta con cada palabra y exige toda la concentración del lector. No es un escritor para pusilánimes: Gaddis reclama la atención en cada línea, una pequeña obra maestra encajada con precisión en las 690 páginas de este libro apabullante.

“¡Pero qué listo! O sea que puede demandarlos y llevarse un millón ¿no? Según los periódicos todos los días se dictan unas sentencias fabulosas”.

“Su pasatiempo favorito” es enfrentarse al sistema judicial norteamericano. Escrito en 1994, este libro obtuvo el National Book Award. No podía ser de otra manera. Se trata de una obra tan difícil como trascendente, que analiza de forma profundamente socarrona el tema del plagio, de la propiedad intelectual, de la picaresca y de los conflictos legales tan del gusto de una sociedad decepcionada con la mediocridad que siente una profunda admiración por el éxito y el dinero.

“Estas tonto o qué, te los puede trael Lily y no se te ocurra encender otro, vamos que estar dando vueltas por la habitación como si tal cosa cuando en cualquier momento puede aparecer un agente de la compañía de seguros para comprobar que estás inválido… ¿tú te crees que se va a creer que eres el señor Boatwright nuestro fontanero de toda la vida con ese traje que llevas? Y entonces ya puedes despedirte de la indemnización por ese absurdo accidente tuyo, por el dolor y el sufrimiento, desfiguramiento permanente y todo lo demás y también del millón de dólares si tu dichoso sir John pone a esos actores profesionales a hacer cabriolas en un escenario mientras Kiester y toda su pandilla te aplauden como posesos y tú aquí embobado contemplando el Gran Mar Destellante con un montón de facturas de…”.

“Su pasatiempo favorito” arranca descubriendo sus cartas: “¿Justicia? La justicia se encuentra en el otro mundo. En éste lo que hay son leyes”. Dicho lo cual comienza a zarandear al lector con diálogos majestuosos, con giros impredecibles y análisis enloquecidos, y por supuesto con frases tan contundentes y certeras como el mazo de un juez: “Los que se presentan ante los tribunales exigiendo justicia lo único que andan buscando es llevarse un millón de dolares”. Imprescindible para los seguidores de Gaddis, muy recomendable para lectores constantes y aventureros en busca de gran literatura por explorar.

La fábrica de imbéciles

Dicen que el engranaje industrial español no funciona. Que será difícil salir de la crisis porque nuestras fábricas no están a la altura de los tiempos, no son competitivas. Anticuadas, poco eficaces, improductivas, desfasadas… No todas. La fábrica de imbéciles sigue funcionando a toda mecha: los españoles consumen 244 minutos de televisión al día. Eso dicen los datos recogidos por Kantar Media, la empresa que mide las audiencias.

Cuatro horas de televisión diaria hubiesen acabado con la actividad neuronal de Albert Einstein. Es muy posible, por tanto, que este abuso de escoria audiovisual sea el responsable del adormecimiento de la sociedad española, absolutamente anestesiada ante el saqueo económico, moral e intelectual a que está siendo sometida. Nos están robando lo público, nos mienten y engañan, nos sodomizan (políticamente hablando)… ¿Y nosotros qué hacemos? Ver la televisión como yonquis terminales.

La televisión es una fábrica de imbéciles, insisto. Y de miserables. El diario El País del pasado martes dedicaba su página Pantallas a Ana Rosa Quintana. Una entrevista a la reina de la cochambre en la que la escritora de pega quedaba como una reina (sin imputar): “Nunca emitiría una entrevista con Ricart”, titulaban a cuatro columnas. Tremendo arrebato de dignidad de Ana Rosa, la misma mujer que solo unos días antes tuvo que declarar en el Juzgado de Instrucción número 43 de Plaza de Castilla por haber emitido en su programa una entrevista a Isabel García, una mujer que sufre esquizofrenia y retraso mental, y que en esas condiciones señaló a su marido Santiago del Valle como culpable del asesinato de Mari Luz Cortés.

¿Por qué se presta un diario supuestamente serio como El País a realizar una promo entrevista a Ana Rosa Quintana, la reina de la telecochambre? Pues muy fácil: la batalla entre Ana Rosa (Telecinco) y Susanna Griso (Antena 3) por liderar las mañanas es muy dura en esta televisión nuestra, un duopolio fraticida. Y El País apuesta por Ana Rosa, que a fin de cuentas es de la familia. Wikipedia: “El 18 de diciembre de 2009, las cadenas de televisión españolas Telecinco y Cuatro llegaron a un acuerdo de fusión por el que la Sogecuatro (subsidiaria de Sogecable) se integró en Gestevisióm Telecinco a cambio de un 18,3% del capital de Mediaset España Comunicación, nombre de la empresa resultante”.

La fábrica de imbéciles está perfectamente engrasada. Es una máquina magnífica, implacable, letal, de destrucción masiva. Es tan demoledora como para que sus tentáculos se extiendan a otros medios de comunicación. La tele mancha, envenena y contamina todo aquello cuanto toca. Tenga mucho cuidado, no acabe convirtiéndose en uno de esos que consume cuatro horas de basura tóxica al día. Si lo hace, acabará creyendo a Ana Rosa y confiando en El País. Apague la tele, tenga criterio.

Un motivo para NO ver la televisión

Jota Erre

Autor: William Gaddis.

Editorial: Sexto Piso.

¿Se considera usted un buen lector? Quiero decir un lector serio, maduro, constante, concienzudo, meticuloso, curioso, paciente. Un lector no de premios Planeta, por favor, sino de auténtica literatura. Un lector de clásicos, de largo recorrido, de tochos. Uno de esos lectores que, en lugar de arrugarse ante un volumen de 1133 páginas, se crece y se sumerge en ese océano de lectura con los pulmones repletos de aire fresco. ¿Es usted, insisto, un lector de los buenos? ¿Sí? ¿Seguro? Pues ahora tiene ocasión de demostrarlo.

Esta es la historia de un niño, Jota Erre Vansant, con un don especial para hacer dinero. Con poca salud y sin escrúpulos, y con un teléfono como principal instrumento, el protagonista de nuestro libro ve la vida como una inmensa mina de oro. Detrás de cada persona, de cada objeto y de cada gesto se esconde un posible negocio, un paquete de acciones, un camino hacia la riqueza. Nace la Jota Erre Corporation. Alrededor de esta idea Gaddis teje una telaraña de situaciones y de personajes realmente fascinante, que refleja de manera fiel a un sector de la sociedad norteamericana de la época. El poder, el dinero, la ambición… y lo absurdo de todo ello.

“Jota Erre” es un libro que echa un pulso al lector desde las primeras páginas. Construida con diálogos, esta novela de ida y vuelta contiene momentos memorables junto a otros francamente desazonadores: es fácil perderse, a veces es necesario retroceder, no es posible despistarse ni un segundo, ni media página, ni un solo párrafo. “Jota Erre” es un tsunami de excelente literatura crítica, irónica y satírica, capaz de arrollar al lector desprevenido y dejarle hecho unos zorros. Los supervivientes saldrán reforzados para el resto de sus vidas: este libro ofrece una demoledora descripción de la avaricia, el poder del dinero y los depredadores que se mueven por el mundo dispuestos a hacer cualquier cosa para ganar. Publicado en 1975, “Jota Erre” es una obra de absoluta actualidad que nos recuerda el atroz neoliberalismo actual.

El esfuerzo merece la pena.