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Cantos rodados

Titula Juan Cruz a todo trapo en el diario progresista El País que “Vargas Llosa es un Rolling Stone de la literatura española”. Una frase magnífica, brillante, puesto que refleja de maravilla la situación del diario progresista El País, de Vargas Llosa, de los Rolling Stones y de la literatura española. Una situación francamente decrépita, si quiere usted que le diga la verdad. Y es que viendo el álbum de fotos que el diario de Prisa dedica al homenaje “multitudinario y cosmopolita” que, según Cruz, vivió el escritor peruano por sus 80 años, a uno se le ponen los pelos como escarpias: Isabel Presley, Aznar y Botella, Felipe González, Rosa Díez (Sí, aquella señora de UPyD), Pablo Casado (el del PP), Esperanza Aguirre, Albert Rivera, Juan Luis Cebrián

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Multitudiario y, sobre todo, cosmopolita. Los típicos colegas que te encuentras en el cumple de un Rolling Stone. Solo faltaba algún negro, el bluesman que siempre ayuda a Keith Richards a apagar las velas de la tarta, que con tanto tabaco y tanto caballo el guitarrista no anda sobrado de fuelle. Richards tiene 72 años, ocho menos que el Rolling Stone peruano. Está en la flor de la vida.

O eso piensan en diarios como ABC o La Razón, que han publicado estos días textos maravillosos sobre la salud en la tercera edad. “Cómo cumplir 80 años en plenitud de ánimo y salud”, titulaba ABC un reportaje sobre los cumpleaños del Nobel Mario Vargas Llosa y del empresario Amancio Ortega. Dos ejemplos perfectos de cómo se puede trabajar duro y llegar a los 80 como un clavel.

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En mi pueblo los mayores con 80 años no presentan tan buen aspecto físico como Vargas Llosa y Amancio Ortega. ¿Por qué será? En ABC, el diario con los lectores de mayor edad de España, tienen lógicamente una respuesta, que ofrecen en un reportaje de sugerente título: “Los secretos de longevidad de Amancio Ortega y Vargas Llosa”. “Ambos combinan una buena dosis de ejercicio físico con una dieta saludable”, dice el texto, que desvela que el Nobel considera la gordura “una enfermedad mental”. El escritor tiene un secreto: “Desde hace más de veinte años se interna en la clínica Buchinger Wilhelmi de Marbella, en la que practica la ayunoterapia: tres semanas de ayuno, ejercicio, meditación y desintoxicación en las que llega a perder hasta diez kilos. `Ayuno, pero no llego al látigo y el cilicio´, advierte”.

Así que mientras los abueletes de mi pueblo se pelean a codazos por las lonchas de bacon y el zumo Don Simón del bufete del desayuno en el hotel marbellí Las Chapas, a cargo del Imserso (308 euros quince días en zona costera andaluza), Vargas Llosa practica la ayunoterapia en la clínica Buchinger Wilhelmi, también en Marbella (5.905 euros programa Classic). Y cuando los vejetes rurales se suben en el autobús como ovejas, o asisten a una demostración de sartenes en el salón de un hotel de provincias, Amancio Ortega está nadando o navegando, puesto que “el mar es una de sus pasiones”.

Acabáramos. La vida no hace rodar a todos los cantos por los mismo barrancos. España, cuarto país del mundo con mayor número de ancianos, tiene cerca de 1.800.000 viviendo en soledad. Un 50% de estos últimos sobrevive por debajo del umbral de la pobreza, con menos de 523 euros al mes. Deberían leer ABC: cumplirían los 80 en plenitud de ánimo y salud.

Un motivo para NO ver la televisión

Letanía de Abbey Road.

Autor: Pablo Carrero.

Editorial: 66 rpm.

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Atención: esta reseña comienza con un spoiler. Bueno, tanto como un spoiler… En “Letanía de Abbey Road” se habla del autor de este blog. Y no solo eso, sino que se habla bien. Y “Letanía de Abbey Road” no es un libro de ficción, cuidado. Es una recopilación con algunos de los viajes realizados por el autor para escribir crónicas periodísticas o acompañar en gira a bandas de rock. Dicho esto…

Pablo Carrero es periodista musical y es buena persona. Que se dice pronto. Además, no es un tipo pasivo que se limita a criticar el trabajo de los demás: puso en marcha hace más de veinte años un sello discográfico independiente de pop y rock and roll absolutamente imprescindible, Rock Indiana, y organiza bolos con las bandas que graba y edita. De esto precisamente habla su primer libro: canciones brillantes, artistas excéntricos, kilómetros de carretera, hoteles piojosos y pensiones de lujo, escenarios nocturnos… Y entre unas cosas y otras, cervezas, buen humor y la convicción absoluta de que la música tiene la virtud de redimirnos, de hacernos mejores personas.

“Celebré una vez más el poder de las canciones, y el efecto arrollador que podía tener en según que circunstancias. Como aquella misma. Sin ir más lejos. Así que bajé las ventanillas del coche, puse el volumen bastante alto, recliné ligeramente el asiento –es broma; el Panda no daba para esos lujos- mojé mis cejas con saliva, eso sí, y me lancé a la carretera”.

Pablo dice sentirse mosquito queriendo ser salamandra, “como cantaba Pablo Abraira”. Pero lo cierto es que se encuentra más cerca de las canciones, y la filosofía vital, de los Kinks, los Beatles, los Clash o Nick Lowe. “Letanía de Abbey Road” comienza con una mini gira con el músicos australiano creador de la Nueva Iglesia de los Trabajadores de la Luz, la Libertad, el Amor y el Honor, y termina con un baño en pelotas en medio de una tormenta. Entre ambas historias se suceden otras muchas, con protagonistas de relumbrón (“en aquella terraza tomé mi primera cerveza helada con B.B. King”), con colegas de profesión y con momentos de intimidad en los que el autor reflexiona sobre su trabajo, la suerte del novato, las miserias del periodismo (imprescindible el capítulo sobre la entrevista ¿fantasma? a Dylan) y, por encima de todo, sobre la mejor música pop.

“Letanía de Abbey Road” exige una lectura nerviosa. Nada de sofá de cuero, pies en alto, mantita y whisky de Malta. Taburete, barra de bar, pinta de Guinnes y cualquier aparato sonoro capaz de saltar del “Maggie Mae” de Rod Stewart al “Teenage Kicks” de los Undertones. Volumen generoso. Y pasión. Pablo escribe con las tripas, cuenta lo que siente, y lo hace al ritmo que ha marcado su vida: power pop, rock and roll, algo de soul… La vida de un becario de ABC que se encuentra con la posibilidad de dedicarse a aquello que ama: “Yo era un entrometido, pero a mucha honra, y al parecer esta iba a empezar a ser, en adelante, mi ocupación, mi oficio”.

Un libro original, en ocasiones tronchante, casi siempre emocionante, que habla de buena música pop, de la necesidad de movernos para sentirnos vivos y de todo aquello que rodea la farándula rocanrolera. “Dejas muchas cosas si eliges la carretera”, dice el cantante norteamericano Chris Isaak. Afortunadamente Pablo pensaba entonces lo contrario, y ahora podemos disfrutar de un libro imprescindible para coleccionistas de vinilos, seguidores del sonido de los Knack o los Rubinnos, aficionados a la música en directo y lectores de crónicas musicales. Mi ejemplar ya está en la estantería donde reposan “Shake Some Action (The ultimate power pop guide) de John M. Borack, “Mistery Train”, de Greil Marcus“Awopbopaloobop alopbamboom” de Nick Cohn, y “Yeah! Yeah! Yeah!” de Bob Stanley. Un pequeño clásico de la literatura musical española.

Isabel

“Portazo de Barcelona a la serie “Isabel”. Con este sonoro titular abría el diario El País su web la mañana del domingo. El lector que superase el titular y se sumergiese en la noticia obtendría algo de información: la productora Diagonal TV pidió permiso al Museo de Historia de Barcelona para rodar en la plaza del Rey algunas escenas de la serie de TVE “Isabel”, tras decorarla con estandartes y banderas de la corte castellana y aragonesa, pero el director del museo se ha negado. ¿Estamos ante un independentista radical que no soportaría ver símbolos castellano-aragoneses de nuevo sobre edificios catalanes? Me temo que el problema es otro: “No tengo nada en contra de que se rueden escenas en la plaza, lo que no se puede hacer es cubrir o redecorar los elementos de un bien protegido, como pueden ser los muros o los balcones”, afirma Joan Roca, director del Museo Histórico de la Ciudad.

El titular de la noticia resulta exagerado, sensacionalista y engañoso, como sucede con muchas de las informaciones y comentarios que estos días se vierten sobre Cataluña. “Portazo de Barcelona a la serie “Isabel”. Es decir, que la ciudad entera de Barcelona se niega de manera violenta y radical, portazo, a que se ruede en su ciudad una serie españolista. ¿Se niega Barcelona? ¿Toda Barcelona o solo el director de su Museo Histórico? ¿También se niega la mayoría silenciosa, esa que según Sáenz de Santamaría no salió a la calle en la Diada? Resultado: la noticia más vista ayer en El País, con casi 1.900 comentarios.

El debate sobre Cataluña ha convertido las redacciones de los medios de comunicación en mesas de póquer que solo admiten tahúres. Faroleros y fanfarrones hacen desplantes y apuestas, cuentan medias verdades y proclaman medias mentiras, planifican comisiones y calculan beneficios… Son una horda de ludópatas territoriales en busca de beneficios fronterizos. Contrabandistas de emociones, traficantes de sentimientos, mercaderes de banderas. Poco de lo que dicen y escriben es desapasionado, imparcial o ecuánime.

“Pertenecer a una nación no puede ser un valor porque ello deriva en xenofobia y racismo”, escribe Vargas Llosa en el cierre de su artículo de ayer en El País. Y tiene razón. Como la tenía cuando recibió el premio Nobel y leyó un discurso, titulado “Elogio de la lectura y la ficción”, en el que recordaba que “no hay que confundir patriotismo con nacionalismo”.

Está claro, ¿verdad? Pues yo a veces me confundo. Por ejemplo cuando un grupo de individuos entró en el centro cultural Blanquerna de la Generalitat de Cataluña en Madrid, durante el acto de celebración de la Diada, y boicoteó el acto de manera violenta. Los violentos se autoproclamaron patriotas. Tampoco tengo claro por qué algunos políticos se autoproclaman “nacionalistas españoles”, siendo hermanos de sangre, cómplices, de aquellos que desde el poder roban y mienten a los ciudadanos… españoles.

España es su país, su religión, pero sobre todo su negocio. Y con Cataluña pasa otro tanto. Tanto monta…

 

Un motivo para NO ver la televisión

J. Teixi Band

Cd: Grandes Huesos Negros.

La banda de Javier Teixidor es la joya escondida del rock and roll español. Y viene siendo así desde 1978, cuando se llamaban Mermelada y publicaron su primer disco, “Mermelada de lentejas”. Una banda de rhythm and blues feroz, de soul salvaje, de rock contundente, que tiene como columna vertebral a Javier Teixidor (guitarra y voz) y a Daniel Montemayor (Bajo y acordeón). A estas dos leyendas se unieron Carlos Hens (batería) y Emilio Galiacho (teclados). El grupo perfecto, al que solo se pueden añadir detalles que engrandezcan aún más el resultado final: sección de metales, armónica…

“Grandes Huesos Negros” es su primera grabación en cuatro años, trece canciones potentes que no harán cambiar nuestra opinión sobre Teixi y sus colegas. Ritmo, blues y soul. Buenas canciones propias interpretadas como si el mundo fuese a estallar nada más abandonar el estudio. Y grandes versiones, entre las que destaca la de un tema eterno: Jole Blom.

Solo hay una cosa mejor que los discos de la J. Teixi Band. Sus directos… Estas son las primeras fechas de la gira de presentación de “Grandes huesos negros”…

1 de noviembre – Sala Arena Rock (Zaragoza).

2 de noviembre – Sala Babylon (Cuenca).

8 de noviembre – Sala La Cueva del Jazz (Zamora)

9 de noviembre – Sala el Sol (Madrid).

29 de noviembre – Sala El Loco (Valencia).

30 de noviembre – Sala La Gramola (Orihuela, Alicante).

5 de diciembre – Sala Clavicembalo (Lugo).

6 de diciembre – Sala Tarari (Ponferrada, León).

13 de diciembre – Sala Crazy Horse (Bilbao)

Cultura

La cultura es la clave de todo. La violencia, el paro, la telebasura, la mala educación, la precariedad, la religión, la pobreza… Todo se solucionaría invirtiendo en cultura. Quizá por esta razón el mismísimo rey de España ha pedido a Vargas Llosa, en nombre del Gobierno de Mariano Rajoy, que presida el Instituto Cervantes. Sin duda por este motivo, la cultura, los políticos de Castellón permiten que los alumnos del Instituto IES Vila-roja de Almassora no tengan calefacción en las aulas y se vean obligados a asistir a clase con mantas.


Si los españoles recibiesen una cultura digna, de calidad, en poco tiempo tendrían criterio, y entonces lo primero que harían sería prescindir de este Gobierno, de estos políticos, de este modelo corrupto de sociedad. ¿Sabía usted que el PSOE cerró 2011 con una deuda real de 22,6 millones de euros, y que tiene otros 24,15 millones de deuda electoral que los socialistas compensarán con subvenciones electorales por el mismo importe, pendientes de recibir del Estado? ¿Se ha enterado de que mientras Rajoy decía que las reformas del dictador Mohamed VI son un ejemplo para el mundo árabe cinco marroquíes se prendían fuego en protesta por el paro? ¿Ha escuchado usted decir al abogado de Urdangarín que “hay que intentar molestar lo mínimo posible a la infanta Cristina”? Una sociedad culta no lo dudaría: tiraría a socialistas, a populares y a cristinas y urdangarines al pilón, aprovechando que hiela por las noches.
Juan Carlos propone a Vargas Llosa como sustituto de Carmen Caffarel al frente del Cervantes. No parece una gran oferta, si tenemos en cuenta que Caffarel llegó al Instituto como pago por los servicios prestados siendo directora general de TVE entre 2004 y 2007, periodo en que se realizó la reforma socialista que implicó la salida de más de 4.000 trabajadores. Además, ¿usted cree que el Barcelona pondría a Messi a dirigir el museo del club? Evidentemente no: donde tiene que estar Messi es sobre el césped, metiendo goles al Real Madrid. Pues algo parecido pasa con Vargas Llosa. ¿Imaginan que por aceptar ese cargo dejase de escribir un nuevo “La ciudad y los perros”? Si estamos a setas, estamos a setas.
Seamos prácticos… En el diario El País buscan talento para su nueva sección Cultura. ¿En las facultades de periodismo? No, pidiendo a los lectores que manden fotografías, vídeos, relatos cortos, ensayos… ¿Y si este fuera el futuro del periodismo? En un mundo perfecto quizá fuesen los lectores quienes deberian escribir los periódicos que van a leer. ¿Periodismo ciudadano? No, talento ciudadano. Los lectores enviarían a las despobladas redacciones unos trabajos que, tras ser aliñados con publicidad por ejecutivos, se pondrían a la venta bajo una cabecera propiedad de estos últimos. Un nuevo orden informativo con el que se matarían dos pájaros de un tiro: los lectores no podrían quejarse de la calidad de los diarios (¡los escribirían ellos mismos!) y, al reducirse el gasto en nóminas de periodistas, estos periódicos de bajo coste sortearían la crisis sin despeinarse. Y es que si el pueblo no se culturiza es porque no le sale de los cojones…

P.D.

Por fin entra publicidad en el blog. Y de una marca de moda…

Arte de mierda

El mayor restaurante asiático de Europa tiene 2.000 metros de superficie, capacidad para casi 400 personas, diez palcos de lujo y un detalle exquisito: está decorado con obras de arte del siglo XVIII. El abrevadero en cuestión se llama Zen Market, y seguro que no adivina en qué lugar ha abierto sus exclusivas puertas. ¿En los bajos del Louvre, para que la luz que atraviesa la pirámide ilumine de refilón el pato laqueado? Frío, frío… ¿Junto al Museo Británico, en ese barrio de librerías de viejo y caserones de recio ladrillo victoriano? Se está helando. Le daré una pista: en Madrid. ¿En el edificio Sabatini, del Museo Reina Sofía, junto a la colección “Utopías y conflictos”? Se acaba de congelar. ¡En el estadio Santiago Bernabeu!

Desde el cuadro de Miró en la pared del cuarto de baño de Juan Antonio  Roca, el que fuera asesor municipal de urbanismo de Marbella, no veía una horterada semejante. ¡Obras de arte del XVIII junto a la banda que mancilla ese destripaterrones de Arbeloa! Como lo está usted leyendo. Y es que el arte ya no es lo que era…

“El ocio protege contra el estrés y la depresión”, aseguraba el titular de una columna del diario El Mundo. Estamos de acuerdo, pero el ocio es una cosa y el arte otra. Palabras mayores. “Los toros son arte”, me interrumpe un Pedro J Ramírez que refuerza su análisis con la presencia de Vargas Llosa y Pere Gimferrer, flamantes ganadores del premio Paquiro “por su defensa a ultranza de la tauromaquia”. “No debemos avergonzarnos de nuestra afición”, sentencian los escritores tras soltar algunos tópicos indignos de su talento: “La tauromaquia es una metáfora de lo que es la condición humana” (Gimferrer) “Cuando se pone en juego el arte del toreo, es poesía en movimiento” (Vargas Llosa). Como el nivel intelectual no parece demasiado alto, me atrevo a incluir la cavilación final de José Bono, socialista y español, que pese a las circunstancias que atraviesa su partido apadrinó el cornudo evento: “la desvertebración (de España) también incluye negar los toros”.

Arte del XVIII exhibido en un chino del Bernabeu, arte colgado junto al bidé del tigre de Roca, arte en la tortura de un animal… A cualquier cosa le llaman arte. En 1961 el artista italiano Piero Manzoni montó una exposición con 90 latas de metal que contenían sus propias heces. Treinta gramos de mierda por lata. Medio siglo después, el precio de cada una de esas obras de arte sin fecha de caducidad supera los 125.000 euros.

 

P.D.

Ya sabemos de qué hablaban Zapatero y Javier de Paz, hoy consejero de Telefónica y ayer dirigente de Juventudes Socialistas, la noche de las pasadas elecciones: ampliar el expediente de regulación de empleo (ERE) de Telefónica de tres a cinco años, y de 6.500 a 8.500 trabajadores. Y todo, el año en que el presidente de esa empresa cobró 8,6 millones de euros. ¿Revisión ideológica? ¿Congreso? ¿Primarias? El PSOE necesita mucho más que todo eso…