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24 horas en la vida de Paquirrín

Telecinco emitió anoche, en prime time, un programa especial. Tratándose de la cadena que es, ya puede usted imaginar que no se trataba de un análisis sobre el jazz que se escuchará en los festivales de verano, de un reportaje sobre la situación en Gaza, o de un perfil de la recientemente fallecida escritora sudafricana Nadine Gordimer. Telecinco ofreció anoche a su selecto público un documental, así lo llaman, que abordó los aspectos más destacados de la vida, tanto personal como profesional, de ese cacho de carne con ojos llamado Kiko Rivera. Jordi González moderó un debate sobre el personaje en cuestión, durante la emisión del supuesto documental, vilmente troceado, con colaboradores de los más apestosos pelajes. De diez de la noche a dos menos diez de la madrugada. 230 minutos de telebasura.

Kiko

Si usted es aficionado a los documentales de bonobos de La 2, es posible que sienta curiosidad por ver el especial sobre la vida y milagros del hijo de la Pantoja. Si no está interesado en la etología de los primates ya es más difícil que husmee en la web de Telecino buscando esa joya audiovisual. No tiene ninguna necesidad, yo se lo puedo resumir: Paquirrín, pese a que canta como un gato y pincha como la jeringa de un yonqui ciego, es un artista. No es un vago. Es DJ. Tiene 3o años. Viven en un chalet de 300 metros cuadrados, y tiene un deportivo Audi de 120.000 euros. Lo que no impide que sea un tío sensible y cariñoso. ¿Cómo te gustan las mujeres, Kiko? “Por lo menos que tengan dos piernas”, dice antes de mostrar su lado más humano: “¿Pero quién no ha estado con una mujer fea o con un hombre feo, la guapura hoy en día es muy relativa… A las feas no las sacas a cenar”.

Un día en la vida de Paquirrín es una prueba de fuego para cualquier crítico de televisión. Y de música. Mucho más de lo que un telespectador en su sano juicio pueda soportar. Es lo más cerca que se puede estar de la tortura sin estar incluido en un informe de Amnistía Internacional. Es el esperpento y la burla, la payasada y el disparate, lo grotesco y lo patético. Es la unión de dos energías negativas, la de una cadena repugnante y la de un espantajo humano, con fines crematísticos. Es la televisión más cutre que puedo imaginar, basada en la explotación de un ser humano tan deplorable como desdichado condenado, me temo, al desastre.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Bajo cielos inmensos.
Autor: A.B. Guthrie, Jr.
Editorial: Valdemar.

Bajo cielos

Estamos ante un libro perfecto para estos días veraniegos. Sobre todo para todos aquellos que amamos los grandes espacios abiertos… y odiamos las playas. Olvide las pegajosas cremas solares, las arenillas insoportables y los chiringuitos apestosos. “Bajo cielos inmensos” le transportará a las grandes, frías y salvajes montañas del oeste norteamericano, la tierra por la que vagabundean los mountain man en busca de pieles, de caza y de la libertad más absoluta.

“Esta es la mejor forma de vida, libre y sin preocupaciones, con todo el tiempo para uno mismo y sin nadie que le dijera NO. Uno llega a sentir que forma parte de su propia familia, la tierra, el cielo, los búfalos, los castores y la luna amarilla de la noche. Es mejor que estar confinado entre las cuatro paredes de una casa, mejor que respirar aire corrompido y sentirse enjaulado como una alimaña, mejor que correr tras la ley o tener que correr delante de ella y cumplir las reglas todo el tiempo hasta que uno llegaba a dudar si podía quitarse sus calzones sin tener que pedirle permiso a nadie”. La mayor preocupación, quizá la única, de estos cazadores-tramperos era conservar la cabellera día tras día.

“Bajo cielos inmensos” es el nuevo clásico que edita Valdemar dentro de su colección Frontera, dedicada al viejo oeste. Protagonizado por Boone Caudill, un muchacho de Kentucky que escapa de las miserias y de las palizas de su padre, y parte en busca de su tío Zeb, un cazador que ha vivido mil aventuras en las regiones más remotas. Tras una primera parte algo más floja, en la que nuestro protagonista se embarca en una barcaza por la que remonta en Missouri en busca de tierras vírgenes, llega al refugio de los pies negros. Es en la página 151 cuando desembarcan, y quedan otras 350 absolutamente inolvidables. Peleas con los indios, robo de caballos, cacerías de castores y bisontes, borracheras con matarratas, una india llamada Ojos de Cerceta, un soñador y divertido compañero llamado Jim Deakins, y decenas de personajes duros, violentos, excelentemente dibujados, totalmente asilvestrados… “¿Podría acostumbrarse a vivir entre personas con las que uno no se atrevía a peerse sin mirar antes a su alrededor?”. Simplemente grande.

 

Informar sin información

Los informativos de televisión son cada día peores. Tanto en las cadenas públicas como en las privadas. Imagino que la culpa es de la crisis económica, responsable en buena medida de la crisis periodística. Redacciones escuálidas, profesionales a precios de saldo, desprecio absoluto por la calidad, esclavos de la rentabilidad y los compromisos políticos y empresariales… La consecuencia de estas miserias es que da asco ver un informativo en televisión: tendenciosos, superficiales, sin criterio ni equilibrio y, lo que faltaba, cada día peor escritos. El sábado, cerrando el informativo de mediodía de Telecinco, una pieza sobre el disco póstumo de Paco de Lucía me revolvió las tripas. Me he tomado la molestia de transcribir el texto, leído por una mujer de voz seductora…

“Si hubiera un recetario de música Paco de Lucía sería ese bálsamo que todo lo cura. Se fue de repente, sin despedirse, pero nos dejó un adiós musical, un disco que ahora suena… Cierren  los ojos, escuchen, porque nunca antes se había oído. Rasgaba las cuerdas en estos temas cuando en una playa de México su guitarra dejó de sonar. Pero ya estaban grabados, y es el regalo musical que nos ha dejado. Disco dedicado a su amada Andalucía, porque Paco quería volver a su niñez, a la tierra, al hogar, a la copla que tanto escuchó de niño en sus calles de Algeciras. Volver a empezar, a pesar de ya ser el más grande. María de la O, Ojos verdes, ahora suenan en sus manos. Manos de genio para un corazón de música. Música para almas que sienten, sienten que la guitarra de Paco es la cura de cualquier dolor. Porque no hay dolor cuando se receta a Paco de Lucía”.

No quiero hacer sangre con este texto periodístico en el que el periodismo está ausente. ¿Manos de genio para un corazón de música? Por favor, cuénteme dónde y cuándo se grabó el disco, con qué músicos, con qué productor, en qué circunstancias. El redactor que escribe la noticia no sabe nada. Ni sobre Paco de Lucía, ni sobre el nuevo disco, ni sobre música, ni siquiera sobre periodismo. Y ni siquiera se molesta en informarse, para poder informar, para dar algún detalle sobre el disco en cuestión, para contar algo. Rellena dos minutos de televisión, un mundo, el cierre del informativo de una gran cadena, con una serie de banalidades que se convierten en un insulto para el telespectador medianamente interesado en la noticia. Una pena, porque simplemente navegando un poco por la red podía haber encontrado información interesante sobre este “Canción andaluza”.

P.D.

Seguimos en Telecinco. ¿Qué coño están haciendo con las motos? “Desde las 00:00 en abierto en Telecinco y mitele.es”, se podía leer ayer en su web junto a, no se lo pierda, los resultados de esas carreras que anunciaban, celebradas horas antes en Argentina. En abierto, sí, pero en diferido. Los moteros están indignados, con toda la razón.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Hondo.
Autor: Louis L´Amour.
Editorial: Valdemar.

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Un nuevo título, y ya van seis, en la imprescindible colección Frontera de editorial Valdemar. En este caso se trata de la obra más conocida del prolífico y comercial autor de Dakota del Norte Louis L´Amour (Louis Dearborn LaMoore), quizá el más popular de los escritores de literatura western de la segunda mitad del siglo XX.

De entre sus 400 relatos y cien novelas los críticos destacan ésta, llevada al cine en su día (1953) por John Farrow con John Wayne como protagonista. “Hondo” es una historia de amor y supervivencia. Hondo Lane, explorador del general Crook, se detiene en un rancho solitario en el que vive una mujer, rodeada de indios y de peligros. Espera a su marido, de viaje. Pero se enamora de Hondo, iniciando una relación en la distancia de enorme intensidad. Un clásico del género que se completa con “El regalo de Cochise”, que no es otra cosa que el relato breve de L´Amour que dio origen a la novela que nos ocupa.

Más de lo mismo

Noche caliente para la ficción española con el estreno, a la misma hora y en las dos grandes cadenas privadas, de dos nuevas series: “Velvet” (Antena 3) y “B&B” (Telecinco). Podría decir que los posos de crítico de televisión que aún conservo se pusieron de inmediato en ebullición, ante semejante enfrentamiento en la cumbre de la cadena trófica audiovisual, pero mentiría: hace falta algo más que versiones de “Tiempo entre costuras” y “Periodistas”, vendidas eso sí como grandes novedades, para despertar el interés de quien piensa que la ficción española comercial ya ha dado de sí todo lo que podía dar. Se trata de una industria que, visto lo visto anoche, se limita a sobrevivir, a rentabilizar prestigios pasados, a repetirse.

Son las diez y media pasadas, y tengo el mando de la tele en la mano, un ojo en Antena 3 y otro en Telecinco. Esto no es vida. Las cadenas, que mantienen criterios y estrategias difíciles de comprender, no respetan a nadie. Y al telespectador, menos: al colocar estos dos nuevos productos en la noche del lunes, desplazan a “La que se avecina” y “El corazón del océano”. ¿Y los seguidores de estos dos programas? Que se jodan…

velvet

Decía que esto no es vida. Y lo es aún menos cuando aparece Miguel Ángel Silvestre como protagonista de “Velvet”, según Antena 3 “un drama romántico con un elenco de matrícula de honor”. Una nueva serie nostálgica, con ese tono neblinoso, como de purgatorio, con que pretenden crear ambiente vintage. Lo dicho: más de lo mismo.

“B&B” es, aseguran en Telecinco, “una comedia de enredo y sentimientos para todos los públicos ambientada en la redacción de una revista de actualidad y tendencias”. ¿Le suena eso de “revista de actualidad y tendencias”? Sí, hombre, como Vanity pero en más cutre, más popular, más cerca del “Diez Minutos”. La eterna historia de una redacción, de cartón piedra, con sus líos, sus miserias y sus amoríos, para consumo masivo de familias sin excesivo criterio.

B&B

El mando echa chispas, tengo que reconocerlo. Pero no por “Velvet” y “B&B”, qué va. Es lo mismo que hemos visto mil y una veces. Más lujo el primero, más populachero el segundo. El mando está más caliente que el asfalto de Georgia porque, a la misma hora en que las dos cadenas líderes han programado sus nuevas series, el Málaga y la Real Sociedad están jugando en Cuatro, partidazo, y en La Dos (TVE) ponen una gran película: “Animal kingdom”. Elijo una de las dos últimas opciones y arranco las pilas del mando.

P.D.

¿Quiere leer usted una noticia realmente interesante sobre la ficción española? Aquí la tiene: “TVE exigió a la productora de ‘Cuéntame’ cambiar los guiones para no ensalzar la victoria de Felipe González en el 82”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El árbol del ahorcado.

Autor: Dorothy M. Johnson.

Editorial: Valdemar / Frontera.

El arbol

Hace ya un par de años comentábamos en esta sección “Indian Contry”, un libro de la misma autora que el que presentamos hoy lanzado por la misma editorial. Era el título que inauguraba la colección Frontera, dedicada por entero a la narrativa western. Pues ahora retoman a la autora de aquellas vibrantes narraciones, la gran Dorothy M. Johnson, para ofrecer una nueva colección, en este caso de diez historias sin desperdicio alguno.

Una edición como siempre impecable, y una gran traducción, para relatos editados en la década de los cincuenta en revistas como Saturday Evening Post, Argosy, Collier’s o Cosmopolitan. Relatos que mantienen la temática habitual en los textos de Dorothy M. Johnson, pero relegando a los indios a un segundo plano. Aquí están todos los habitantes humanos del salvaje Oeste, desde los buscadores de oro a los tramperos, desde los predicadores de pacotilla a los tahúres de saloon.

“Y otros relatos de la frontera”, reza el subtítulo de este libro intenso, vibrante, maravilloso, en el que destaca el relato que le da nombre. Imprescindible.

Aquellos maravillosos años

¿Recuerda usted a Alfredo Urdaci? Ah, qué tiempos aquellos… Alfredo Urdaci fue un tipo que se hizo llamar periodista, que cuando dirigió los informativos de TVE los puso al servicio del Gobierno de Aznar, y que se burló de todos los españoles convirtiendo la televisión pública en un órgano perfecto de manipulación y propaganda. Urdaci fue el necio que pasó a la historia por leer en un informativo aquello de “Ce Ce O O” durante la rectificación de unas informaciones en favor del gobierno emitidas antes y durante la huelga general del 20 de junio de 2002. Cuando terminó su trabajo para el Partido Popular, y tras un periodo de reflexión como monologuista en La Sexta, siguió ejerciendo de mamporrero, sosteniendo entonces los atributos de otro español de bien: El Pocero.

“Estoy en excedencia en TVE y hay días en que el cuerpo me pide volver”, amenazó hace un par de meses Urdaci en El Mundo. Normal. El bueno de Urdaci está viendo cómo Julio Somoano, actual director de informativos de la televisión pública, acaba de nuevo con la credibilidad de TVE para volver a convertirla en un órgano de propaganda del gobierno, y se lo llevan los demonios: “Yo lo podría hacer mejor y más rápido”, pensará el que fuera compañero de Letizia Ortiz.

Quizá Urdaci lo podría hacer mejor, y más rápido, pero desde luego no tan sibilinamente como Somoano. Urdaci era un manipulador de brocha gorda, de “Ce Ce O O”, un monologuista bocazas, un pocero exhibicionista, un gañán. Está acabado. Sin embargo, Somoano está en la cresta de su carrera, en la cumbre de la manipulación: acaba de realizar cambios en los informativos de TVE, hundidos a nivel de audiencia y credibilidad, situando delante de las cámaras de los telediarios a presentadores supuestamente progresistas, y detrás a editores conservadores que apestan a Urdaci. El muñeco progresista lee la noticia que ha elegido y escrito el periodista  conservador. Y usted y yo nos tragamos el informativo pensando: “¡Cómo han ganado en neutralidad y rigor estos jodidos telediarios!”.

Un ejemplo del movimiento, digno de un trilero profesional: Ángeles Bandrés, la periodista que se encargó de la información de la famosa huelga general que provocó la condena de la Audiencia Nacional, manejará a partir de ahora los hilos del informativo del fin de semana. El Consejo de Informativos de TVE ya ha protestado por estos “inadecuados” nombramientos: “Este Consejo considera que, dado que ya ejercieron esta labor y se conoce su trabajo, (los nuevos editores) no son los adecuados para cumplir con el imperativo de unos informativos plurales, independientes y elaborados con criterios profesionales y no políticos”.

¿Una jugada maestra? No tanto. Canta demasiado. El manipulador profesional no dispone de tiempo, no puede detenerse en sutilezas. El político reclama su intervención urgente, sobre todo cuando tiene problemas. Y es bien sabido que Mariano Rajoy en particular, y el PP en general, tienen en este momento problemas. Muchos problemas. Graves problemas. Somoano no puede hacerse el exquisito: agarra la brocha que dejó Urdaci y pega cuatro zurriagazos a la pared del periodismo para disimular los desconchones, ganar algo de tiempo y mantener su sueldo y su estatus unos meses más. “Si Rajoy aguanta como un jabato con la que le está cayendo, no voy a ser yo menos”, pensará.

Solo nos queda por saber una cosa: ¿Con qué Pocero acabará trabajando Somoano cuando salga de TVE?

 

Un motivo para NO ver la televisión

Centauros del desierto

Autor: Alan Le May.

Editorial: Valdemar /Frontera.

Dirigido por John Ford y protagonizado por John Wayne, “Centauros del desierto” es un western enorme, clásico, estremecedor, inolvidable. Una obra maestra basada en la novela que nos ocupa, y que increíblemente está a la altura de la grandiosa película, la mejor de la historia para Steven Spielberg. Leer “Centauros del desierto” es tan emocionante, tan impactante, como ver la épica cinta del maestro Ford.

La historia es bien conocida: los comanches matan a una familia de colonos blancos y secuestran a una de sus hijas. Amos y Martin, dos hombres relacionados por diferentes motivos con las víctimas, emprenden la persecución de esos indios, convirtiendo la búsqueda en su forma de vida, en su razón de ser, en su única meta. Durante los años que pasan siguiendo las huellas de los secuestradores sufren toda clase de calamidades, aprenden a seguir rastros, sobreviven al clima extremo de la pradera de Texas, pasan hambre y frío, conocen las costumbres de las diferentes tribus, e incluso llegan a comerciar con ellas.

Amos y Martin odian profundamente a los indios. “Centauros del desierto” cuenta sin paños calientes la violencia de unos y otros, describe con maestría las batallas, las cabelleras cortadas, la degradación absoluta del buscador (The Searchers, el título original). El resultado es un mosaico brutal, y me temo que real, de la vida en el viejo oeste. Imprescindible.