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Ausencia de vergüenza

“Quitarle la publicidad a TVE le quitó la capacidad de competir y motivación para competir, dice a trompicones Alfredo Urdaci, quizá el peor director de informativos de todos los tiempos, en una entrevista publicada por la web de televisión Bluper. Le diría a Urdaci lo que le dijo Carlos Fabra al periodista que le reprochó haber inaugurado un aeropuerto sin aviones: no has entendido nada. La televisión pública no debe competir con las televisiones privadas. Es otro modelo, tiene otros intereses, otro público, otro sistema de financiación. La televisión pública no se debe a unos accionistas, sino al servicio público. Única y exclusivamente.

Sergio-Martín-y-María-Casado-una-pareja-improbable-en-un-especial-muy-poco-atractivo.-Captura-RTVE

TVE tiene la obligación de informar con rigor. Historicamente los informativos de TVE han superado a los de las cadenas privadas, por medios y por calidad profesional. Y por audiencia. Los informativos de TVE estaban en la cumbre, y si han dejado de estarlo es por tipos como Urdaci. Los mercenarios a sueldo de partidos políticos son los culpables de la debacle de la televisión pública: sin credibilidad no hay audiencia posible. Y pasa lo que pasa: que una cadena modesta como La Sexta es capaz de superar a la poderosa TVE a la hora de informar a los españoles en una cita tan importante como la electoral. “Si La Sexta nos gana es que lo habrán hecho mejor”, dijo con un tono irónico difícil de entender José Antonio Sánchez, presidente de RTVE.

La ausencia de publicidad en TVE no justifica el descenso en la calidad y audiencia de sus informativos. Solo es señal de que se están haciendo mal las cosas. Otro ejemplo: en estas últimas elecciones TVE y las cadenas autonómicas se han gastado 470.000 euros en una encuesta, realizada a pie de urna con entrevistas a 177.000 personas en más de 1.200 colegios electorales, que no ha servido para nada. Informa eldiario.es: Los resultados de TVE predecían una horquilla de escaños para el PP de entre 114-118; para PSOE apuntaban entre 81-85; para Podemos ofrecían una horquilla de entre 76-80; para Ciudadanos daban entre 47-50 y para IU aseguraban una horquilla de entre 3-4.  Los resultados que se fueron conociendo poco después ofrecieron un panorama bastante diferente al apuntado. Así, el PP logró 123 escaños, PSOE consiguió 90; Podemos y las confluencias lograron 69 escaños; C’s registró 40 escaños e IU se quedó en 2”.

En TVE lo hacen peor. Y no solo porque tiran el dinero, como se ve en la fracasada encuesta electoral. Sino por la calidad de la información que ofrecen. Los legendarios telediarios son el hazmerreír de la profesión. Un panfleto gubernamental que ha obligado a los periodistas de TVE a emitir un comunicado en el que se quejan “del desequilibrio” en los telediarios “en favor del partido del Gobierno y ante las próximas elecciones generales ha alcanzado cotas intolerables”. El Consejo de Informativos ha denunciado manipulación electoral en la cadena pública en los días previos a las elecciones generales.

¿La culpa es de la ausencia de publicidad? como dice Urdaci. No, de la falta de vergüenza.

¿Volverá Urdaci?

Hace años, muchos años, me contaron una anécdota sobre RTVE que, además de no haber podido comprobar jamás hasta que punto resultaba verídica, se ha ido difuminando en mi memoria con el paso del tiempo. Pese a todo, se la resumiré en un par de brochazos: un viernes dimite el director de RTVE. Inmediatamente uno de los miembros del consejo se ofrece para ser nombrado director provisional, hasta que el lunes se nombre el definitivo. ¿Para que no esté el Ente un fin de semana sin cabeza? preguntan al voluntario. No, responde como un resorte, para poder poner en mi currículo que fui director de RTVE.

No se si la anécdota es cierta o no, o hasta que punto se ajusta a la verdad histórica. Lo importante es comprender que solo puede tratarse de una historia vieja, muy vieja, de los lejanos tiempos en que ser director de RTVE proporcionaba prestigio. En la actualidad ese cargo miserable, político, sitúa al elegido en la cumbre de la mediocridad y el servilismo.

Le cuento todo esto porque ha cambiado el director de RTVE. Le evitaré el baile de nombres, todos perfectamente olvidables, pero le recordaré un dato: el director entrante ya ocupó el cargo durante la presidencia de José María Aznar. Muy a gusto debió de quedar con su trabajo el hombre de los abdominales de acero para que el presidente con cara de plasma recurra nuevamente a sus servicios.

“Es por el bajón que ha sufrido la audiencia de TVE”, dicen los jefes de la actual televisión pública. Olvidan que en estas cadenas lo importante no es la audiencia, sino el servicio público. Excepto si quieres emplear la tele como elemento de propaganda para, por ejemplo, llegar a tope a las próximas elecciones municipales.

Desde hace tiempo se comentaba en el PP, el partido con caja B que gobierna España, que con esta televisión no era suficiente. Que para presentarse a las elecciones con posibilidades de ganar tenían que hacer cambios. Y aquí están los cambios. Llega José Ramón Díez, un veterano de la propaganda que desempeñó este mismo puesto a finales de los años noventa, cuando Pío Cabanillas ocupaba la dirección general del entonces ente público. Un hombre que, en un derroche de humor solo comparable a las chirigotas de Cádiz, asegura que su objetivo será “revitalizar la cadena y hacerla más competitiva, si bien manteniendo sus señas de identidad y su encomienda de servicio público”.

En mayo de 2000 el recién nombrado director de RTVE abandonó por primera vez su cargo. ¿Y sabe quién se convirtió entonces en jefe de informativos? Alfredo Urdaci. Rece para que no se repita el ciclo…

 

Prioridades

Puesto que pasamos la vida tomando decisiones, eligiendo, es fundamental tener muy claro qué es lo que realmente importa. No me refiero al Atleti o al Madrid, sino a la honradez o el soborno, la dignidad o los complementos, la libertad de expresión o la censura, este fulano o aquel otro. Por eso me gusta la gente que, como Francisco Camps o José Bono, tienen claras las cosas, saben cuáles son sus prioridades y no dudan a la hora de tomar las decisiones correctas. Esas decisiones que, aún más que sus palabras, les definen como políticos y como personas.

El molt delincuente y mentiroso de los valencianos tenía que elegir, y eligió muerte: dimisión y juicio. Podía escoger entre hacerlo con dignidad o con vileza, y eligió no cambiar la actitud que le ha llevado a las más altas cumbres de la miseria. Debía elegir entre libertad y totalitarismo, y eligió mantener la política de la televisión autonómica valenciana y no permitir que retransmitiesen en directo su inmolación. ¡Y lo bien que elige a sus amiguitos del alma y la sisa de las chaquetas!

José Bono también es un artista cuando se trata de  tomar buenas decisiones. Hace unos días un tibio presidente del Congreso no se atrevió a condenar el Golpe de Estado del 36 en el Hemiciclo para, sólo unas horas después, indignarse como un macaco porque en el mismo lugar se sentaba un ministro sin corbata. Cuestión de prioridades. No me comparará usted la importancia de la sublevación militar que dio lugar a una guerra civil que se saldó con miles de muertos, muchos de los cuales permanecen enterrados en las cunetas, con la mala imagen que da un socialista desarrapado. Perdón, despechugado.

Más decisiones peliagudas. En Telemadrid tenían que elegir a un nuevo director general y, sin duda para no meter la pata y escoger a alguien que pudiera resultar mínimamente progresista, han nombrado a José Antonio Sánchez, el que fuera director general de RTVE en la última etapa del PP en el Gobierno. ¿Recuerdan ustedes a Aznar y a Urdaci? Pues Sánchez fue cómplice de toda aquella miseria.

Y sin salir de la televisión pública, pero ahora a nivel nacional, otra gran decisión, en este caso por equilibrada y salomónica: el presidente de RTVE será “un cargo de carácter rotatorio y mensual”. Un miembro diferente del Consejo de Administración asumirá cada mes el cargo que deja vacante Oliart. Ni el presidente de una comunidad de vecinos tiene una vida tan efímera, por lo que imagino que la brillante idea es un parche que sólo sirve para rellenar currículos: “¡Yo fui presidente de RTVE!”. Me temo, por tanto, que no es necesario prestar demasiada atención a Manuel Esteve, el elegido nuevo presidente del Ente a propuesta del Partido Popular. En unos días el presidente será otro…