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La Diada

Ay si Franco levantara cabeza… fusilaba a todos estos catalanitos retrasados y dejaba España libre de basura”. Leído en Twitter.

El día de Cataluña, su fiesta. Una jornada reivindicativa. El gran momento para los catalanes. Cientos de miles de personas en la calle. La Guardia Urbana cifra la participación en 1,8 millones de personas. Celebrando, cantando, sonriendo, escuchando a Llach

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El mismo día en que Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno, ha recordado a su pueblo que gracias a los trasplantes, un andaluz puede vivir con el corazón de un catalán. Ni Mariló Montero lo explicaría mejor. Solo le ha faltado desvelar si el ciudadano trasplantado rozaría la perfección, al tener el gracejo del andaluz y la capacidad de trabajo del catalán.

En La Sexta cubren la jornada a voces. En directo desde Plaza de Catalunya, con la gente gritando a los tertulianos y los tertulianos levantando la voz para hacerse entender. Algunos tienen experiencia vocinglera: Xavier Sardá. Sí, Sardá, el tipo que incitaba a Boris Izaguirre a subirse en la mesa del plató para enseñar el culo, ejerce de tertuliano estrella en el especial de la cadena progresista de Lara. “El motor se va a gripar”, dice el cronista marciano. “Todos pagamos impuestos, para mantener un Gobierno central y otro de la Generalitat. Uno nos dice que seguro que vamos a votar y el otro que seguro que no. Es una situación inquietante. Es imposible alcanzar un acuerdo”.

El problema va mucho más allá de Rajoy y de Mas, dos pelagatos. El problema es que Cataluña va a ser independiente. Tarde o temprano. En caso de que los catalanes así lo quieran. Y muchos españoles no quieren asumir esta circunstancia. Lo cual es un problema añadido.

Me inquieta una cuestión: ¿Será verdad que la mayoría de los catalanes quieren la independencia? Solo hay una forma de saberlo. Consultando a los catalanes. El 9-N o cualquier otro día. No me gustan las fronteras, ni las marabuntas, y me resultan grotescos los sentimientos patrióticos. Sin embargo me encantan las consultas. Me parece importante conocer las opiniones de la gente, saber qué piensan sobre las cosas, entender sus realidades. Es decir, lo contrario de lo que hacen los principales partidos políticos, alérgicos a la opinión del ciudadano. Consultar es bueno.

Se escucha una voz al fondo de la sala: ¡Las consultas no son legales! Lástima, porque son imprescindibles para conocer la opinión de la ciudadanía. Para respetar la voluntad mayoritaria. Si no son legales, quizá deberían serlo. ¿Qué problema hay en que la gente vote, opine, se defina? Es la esencia de la democracia. Las consultas deberían ser legales, sobre todo en casos tan evidentes como el de Cataluña. De no ser así, de impedirse la consulta, alguien podría pensar que nos da miedo conocer la opinión del pueblo.

¿Miedo? Nunca. Sepamos qué piensan los catalanes. Y después, hablemos.

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P.D.

¿Recuerda que ayer mismo hablábamos de unos niños explotados por una cadena, Telecinco, en un programa emitido a altas horas de la madrugada? Pues anoche mismo la competencia, Antena 3, estrenó una versión con chavales de entre 6 y 13 años de esa bazofia transformista llamada “Tu cara me suena”. “Tu cara me suena… mini”. Comenzó a las diez y media de la noche y tenía previsto acabar a la una y media de la madrugada. Con los chavales se disfrazaron de famosos, si entendemos como famoso a Joselito, para delirio de padres irresponsables, pederastas trasnochadores y ejecutivos de televisión sin escrúpulos. Alguien debería poner fin a esta repugnante forma de explotación infantil.

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Un motivo para NO ver la televisión

Revienta, cerdo.

Autores: Pascal Rabaté y Simon Hureau.

Editorial: Norma.

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La venganza del carnicero cornudo. Así se podría resumir este cómic negro en algunos momentos, tronchante casi siempre, en el que un hombre despechado trama un plan para deshacerse del hombre con quien su mujer mantiene relaciones. No es una historia novedosa, evidentemente. Pero si es original el tratamiento que Rabaté y Hureau utilizan para contar esta historia tan divertida como siniestra.

Didier es un carnicero que está orgulloso de su trabajo. Noble, buenazo, comprensivo… Colecciona tebeos y sospecha de su mujer, que está deprimida, le rechaza y tiene debilidad por Éric, el hombre de una pareja amiga con quien salen a cenar y de vacaciones. Didier confirma sus sospechas y trama venganza en lo que es todo un homenaje al mundo de la historieta, en general, y en particular a Gil Pupila”, una serie legendaria de la escuela belga.

“Revienta, cerdo” se lee de un tirón, y se relee de inmediato para disfrutar de la retranca y la habilidad narrativa de los autores, dos grandes talentos del país vecino.

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