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Inteligencia defectuosa

“Asesinos de razones y de vidas / que nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días / y que en la muerte os persigan nuestras memorias” (Campanadas a muerte, LLuis Llach).

Cuando usted lea este post, José María Aznar quizá este jugando al padel, haciendo abdominales o quién sabe si dando doctrina en el salon de actos de alguna fundación neoliberal. Se lo digo porque se acaban de cumplir 14 años de la invasión de Irak. Un conflicto en el que murieron 200.000 civiles inocentes. Se torturó de manera sistemática, se destruyó un país y se incendió una región. Nunca se encontraron armas de destrucción masiva, ni se demostró su existencia.

No deberíamos olvidar jamás aquella fotografía en la que aparecía un exultante Aznar junto a Bush y Blair. No aquella en que Aznar y Bush tienen los zapatos encima de la mesa, no. Me refiero a la foto de las Azores. Aznar, Bush y Blair sonriendo satisfechos tras diseñar la estrategia para invadir Irak en 2003. La gran estafa de la Coalición de la Cumbre de las Azores: ocultar el interés por el petróleo, asegurar que había armas biológicas y químicas de destrucción masiva.

“Inteligencia defectuosa”, aseguró la comisión de investigación de la guerra de Irak, presidida por John Chilcot, tras siete años de investigaciones. Miles de civiles muertos, un país destruido, un mundo en el alambre. Y ningún culpable, solo la inteligencia defectuosa de un trío de políticos que ha pasado a la historia por sembrar de dolor y muerte el suroeste de Asia. Por hacer del mundo un lugar peor.

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Un motivo para NO ver la televisión

Delincuentes de medio pelo

Autor: Gene Kerrigan.

Editorial: Sajalín.

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Vivimos en un país de delincuentes de medio pelo. Y no lo digo solo por El Bigotes y los pelagatos de la trama Gürtel. O por el bigotes del post. Me refiero a una forma de entender la política, los negocios, la vida. Delincuentes sin carisma, sin talento, con tarjetas black, que roban al más pobre, al pequeño accionista, para gastárselo en volquetes de putas. El libro que hoy nos ocupa habla de otro tipo de chorizos, mucho más interesantes a nivel literario, capaces de enfrentarse a los de su propia calaña pistola en mano.

“Cuando empiezas, Frankie, quieres hacerlo todo, y multiplicado por diez. Mujeres, bebida, juego, viajes, ir a todas partes, hacerlo todo. En esa fase de la vida tienes sueños, ambiciones. Cuando eres joven crees que puedes hacer cualquier cosa, y eso está bien. –Levantó un dedo-. Pero cuando llegas a cierta edad, Frankie, tienes que conocer tus límites. Has de vivir dentro de ellos”.

Estamos en Irlanda, pero muy bien podía tratarse del New Jersey de los Soprano. Años 90, un país que funciona, con sus reglas y sus clanes, con sus diferentes formas de ver y hacer las cosas. Existe un orden jerárquico, pero tambien gente con aspiraciones que no se limita a esperar. Frankie Crowe, ex presidiario, es uno de ellos. Un delincuente de medio pelo que tiene un plan para dejar de serlo. Esta es la historia que Gene Kerrigan, periodista nacido en Dublín al que ya conocíamos por su imprescindible “La furia” (Sajalín, 2015), cuenta de maravilla en esta novela espectacular.

“Lo mejor de llevar una vida honrada, al menos para Brendan Sweetman, era que no tenías preocupaciones. Sabías más o menos a dónde iba tu vida. No corrías el riesgo de salir un día de una joyería con una escopeta en la mano y encontrarte a media docena de policías con ganas de apretar el gatillo. No te arriesgabas a pasar unos cuantos años en una pequeña habitación con barrotes en compañía de algún cretino que se pasaba la vida pajeándose y peyéndose en un triste remedo de vida.

Pero por otro lado, también sabías que las cosas no iban a mejorar mucho”.

“Delincuentes de medio pelo” tiene 400 páginas que el lector devora. Todo encaja a la perfección, desde la idea absurda de Crowe, un secuestro fuera de tiempo y de lugar, hasta la huida hacia delante de los autores del mismo. Los personajes son reales, y están desesperados. El lenguaje es creíble, el ritmo desasosegante, y la trama ha sido diseñada con precisión: nada está fuera de lugar, no sobra ni una palabra, el perfil del lumpen irlandés es simplemente brillante. Novela negra actual con el regusto equilibrado y armónico, whisky y Guinnes, de los clásicos.