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Letra torcida, letra torcida

Letra torcida, letra torcida.

Autor: Tom Franklin.

Editorial: Dirty Works.

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Esta es la historia de dos adolescentes, uno blanco y otro negro. Ambos desorientados, solos, tristes. Son víctimas del ambiente rural que se vive en Chabor, un pueblucho sin futuro del sur de Mississippi. Larry y Silas son diferentes al resto. A uno de ellos le llaman 32, al otro, Tenebroso. Uno se refugia en los libros de Stephen King, otro en cabañas de caza abandonadas. ¿Convicto exonerado, uno? ¿Autentico criminal el otro? Crecen en la marginalidad forjando vínculos eternos, basados en la amistad y la melancolía, en la soledad y la incomunicación. Vínculos que sobreviven al paso del tiempo, a la familia, a una sociedad que les observa con desprecio. Viajan en paralelo por una sociedad que les arrincona, que les niega las oportunidades, que les obstaculiza el crecimiento y les condena a la tristeza, el dolor y la tragedia. Disfrutan con los Jeeps destartalados, los rifles del 22 y los perritos calientes grasientos. Comprenden demasiado tarde que les han robado los mejore años de sus vidas.

“Larry se puso de rodillas, se sacudió la tierra de la cara y escupió. Las lágrimas caían de su barbilla, goteaban sobre la tierra de la camisa. Se puso de pie para hacer frente a Silas que, de pronto, parecía otro. Sus ojos mostraban ahora la misma furia que tenían los demás chicos negros del colegio, la misma de aquella chica, Carolyn. Ya estaba arrepentido, pero sabía que era demasiado tarde.

Porque en ese momento Silas avanzaba hacia él con intención de golpearlo, ese vez por iniciativa propia. Se le venía encima  con el uño izquierdo y Larry aguardó el golpe con los ojos cerrados, al momento la cabeza le estalló y el mundo retumbó con un ardiente ruido y manchas de luz. Cuando abrió los ojos estaba mirando en otra dirección. Se le habían doblado las rodillas, abrió y cerró la boca, identificó el sabor de la sangre, pero se sentía aún más afligido por lo que le había gritado a Silas y, a través de su visión anegada, vio El umbral de la noche tirado en el suelo. En algún lugar detrás de él oyó sus voces y se dio la vuelta para contemplar un mundo que ya no volvería a ser el mismo”.

“Letra torcida, letra torcida” es una novela policiaca, con una trama enrevesada que Tom Franklin crea, desarrolla y solventa de manera espectacular. Es un placer sumergirse en este viaje de ida y vuelta por la intimidad de dos adolescentes inolvidables, unidos por lazos asfixiantes, por desapariciones sin aclarar y acusaciones sin formular, por la necesidad imperiosa de recobrar una amistad forjada a golpes. Ambos buscan la redención, algo que inevitablemente pasa por recuperar la memoria, por admitir los errores del pasado, por intentar alguna forma de reconciliación. Franklin ha escrito un libro intenso y complejo, repleto de personajes especiales que derrochan humanidad, que emocionan y acongojan, que muestran algunas de las verdades que debemos tener en cuenta para comprender el mundo que nos rodea. Lo mejor que se ha publicado en los últimos mes.

 

Furtivos

Un motivo para NO ver la televisión

Furtivos

Autor: Tom Franklin.

Editorial: Dirty Works.

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Tengo que comenzar esta reseña de manera contundente: “Furtivos” se ha convertido en mi libro favorito del catalogo de Dirty Works. Lo cual, teniendo en cuenta que estamos hablando de una de las editoriales más coherentes (la Norteamérica profunda) y fiables (ni un libro despreciable) de nuestro país, es mucho decir. Visten sus títulos de un negro riguroso, mantienen un diseño inquietante y no se anda por las ramas: ha traducido exquisiteces del calibre de “Volt” (Alan Heathcock), “Trabajo sucio” (Larry Brown) o “El hielo en el fin del mundo” (Mark Richard). Pero “Furtivos” es… especial.

“Nunca he perdido la necesidad de hablar de mi Alabama, de revelarla tal y como es, frondosa, verde y llena de muerte. Así que regreso con todo lo que he aprendido. Vuelvo a donde la vida muere con lentitud y cazo historias como un furtivo. Cazo como un furtivo porque quiero recuperar los senderos antes de que sea demasiado tarde, antes de que retumben los últimos camiones madereros y las viejas y oscuras costumbres queden taladas para siempre”.

Tom Franklin no solo escribe de maravilla, con una sencillez apabullante que le hace utilizar las palabras justas, sin estridencias, sin forzar descripciones o situaciones, sin abusar de adjetivos, sin un solo alarde estilístico o emocional, con precisión no de forense, sino de cirujano. “Furtivos” es una colección de relatos que hablan de personas al límite, como todos los títulos de Dirty Works, pero lo hacen de una manera diferente. Mientras otros huelen la sangre, se regodean en la violencia o apuestan por dejar al lector empapado en sudor, Franklin hace gala una sutileza exquisita, un ritmo narrativo trotón (sin altibajos), y una humildad conmovedora. Sus personajes pierden, beben, se pelean, lloran y se lamen las heridas como los demás, pero lo hacen en una escala diferente, en un tono distinto. Pura armonía. Todos guardan un poso de dignidad, ninguno es humillado. Ni siquiera los hermanos Gates, protagonistas del increíble relato que da título al libro…

“- Joder, Sugarbaby. Esos chicos no necesitan un abogado. Lo que necesitan es quedarse en el bosque, que es donde tienen que estar. A estas alturas la gente ya tendría que saber que lo mejor es dejarlos en paz.

Goodloe se apartó un paso de la camioneta. Chasqueó los labios.

- Me temo que nadie tuvo tiempo de advertírselo al difunto”.

Puede que Tom Franklin sea el mejor de todos los escritores publicados por Dirty Works. Hay otros más asilvestrados, más directos, más impactantes, más sucios, febriles y aparentes…. Pero ninguno resulta tan fascinante como este hombre nacido en sur de Alabama que siempre ha realizado trabajos duros, desde inspector de residuos tóxicos a empleado de una funeraria. Quizá por eso los diez relatos que forman este libro son auténticas obras maestras, piezas trabajadas de manera artesanal, minuciosa, que se presentan al lector con una naturalidad que desarma. Con una sinceridad que emociona. Y con una calidad que apabulla.