Pablo Iglesias, el filoetarra bolivariano que amenaza con acabar con la democracia y la paz en España, ha propuesto una regulación de los grandes medios de comunicación. ¡Será sinvergüenza! Los voceros de esos grandes medios de comunicación se le han tirado, no podía ser de otra manera, a la yugular. Y es que el demonio con coleta ha dicho ser partidario de establecer mecanismos de control público para regular una parte de los medios para garantizar “la libertad de prensa, sin condicionantes de las empresas privadas o la voluntad de los partidos políticos”.
Conservadores de corazón y socialistas de salón se han llevado las manos a la cabeza: ¡Control público en los medios de comunicación privados! ¿Hasta dónde quiere llegar este kamikaze anarquista? ¿Qué sería entonces de la sagrada libertad de prensa? ¿Acaso no entiende este pelagatos que no puede haber democracia sin las mentiras de ABC o a la sumisión sodomita de Marhuenda?
Los defensores de la democracia estreñida que disfrutamos olvidan que ya existen una serie de controles públicos sobre los medios de comunicación. Controles que pretenden evitar la podredumbre moral y los abusos empresariales. Controles que, lástima, no funcionan: al mismo tiempo en que el luciferino líder de Podemos presentaba el libro “Conversaciones con Pablo Iglesias”, del periodista Jacobo Rivero, donde se incluyen sus opiniones sobre el control a los medios, se hizo oficial que Mediaset vendía su 22% de Canal + a una Telefonica que, de esta manera, pasaba a controlar por completo el negocio de la televisión de pago en España.
Es decir, que al duopolio de la televisión en abierto formado por Mediaset (Telecinco y Cuatro) y Atresmedia (Antena 3 y La Sexta) se añade ahora el monopolio de Telefónica en la tele de pago. ¿Quién fue el inconsciente que propuso regular la “concentración de la propiedad de los medios para evitar que buena parte de la información que circula en España sea a través de grandes corporaciones? ¿Quién ha sido el miserable que ha asegurado que “los demócratas no pueden consentir que una gran empresa pueda decir lo que los periodistas tienen que escribir”? ¿Quién es el inconsciente que pretende dar “más peso a los periodistas para que no se vean obligados a escribir o titular lo que les dictan los propietarios multimillonarios” de sus medios? Sin duda un enemigo de las libertades, la informaciones veraz y los medios cabales. Pablo Iglesias.
Regular los medios de comunicación no es controlar lo que dicen esos medios. Es evitar que acumulen poder. No es amordazar la libertad de información, sino garantizarla. Es impedir, desde el Gobierno, que la televisión de un país quede en tres manos. Es alimentar una democracia informativa real. Y unos medios independientes, libres. Pero hay un problema… Para que propuestas como ésta funcionen, es necesario un Estado realmente democrático, algo francamente difícil con un Gobierno corrupto. No me canso de repetirlo: ¡La sede del Partido Popular se reformó con dinero negro! ¡Los cabecillas del partido cobraban sobresueldos en B!
En estas condiciones es muy difícil hablar de democracia real, de medios de comunicación libres, de mecanismos de control eficaces. Si no somos capaces de controlar la corrupción, ¿cómo vamos a impedir la desinformación de los medios que la encubren?